Atrapada en tu infierno.

Treinta y cinco.

Prometiste no dejarme caer y me empujaste.

Me has roto el corazón en mil pedazos, me haces daño de todas las formas que existen, me has dejado sola en varias ocasiones, me has jurado tantas veces amor, y siempre he terminado un poco peor, sola, en medio de la noche preguntándome una y otra vez que hice mal, sin ganas de sonreír, sin ánimos siquiera de fingir un poco de felicidad. Me enseñaste a volar pero nunca me dijiste que no volarías conmigo, prometiste no dejarme caer y me empujaste, me llevaste al límite de la soledad, me hiciste creer una y otra vez que la culpable de todos mis males era yo, porque decías que nunca me hacías daño, que jamás me prometiste amor, cuando en realidad tu y yo sabemos que siempre hubo algo de atracción, ganas de probar lo prohibido, de jugar con fuego, de sonreírnos mientras nos embriagábamos de canciones de amor. Y no, tú me ignoras, solo dices que me quieres cuando te das cuenta de que me pierdes, cuando sabes que alguien más podría llegar a mi vida y ocupar tu lugar, tú me adoras, me buscas a todas horas y cuando sabes que solo eres tú en mi vida me decepcionas, me abandonas y no me siento completa, no me siento feliz, porque me cansa que solo estés aquí a ratos, que solo seas mío cuando nadie quiere aceptarte, y te digo que te quiero, te pido que me quieras y no lo haces, no te parece que sea correcto pero vuelves, siempre me mientes y regresas a mi vida, y así vuelve a comenzar mi pesadilla.