Sesenta y cinco.

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Chocar con tu mirada.

Aunque leyera nuestra historia al revés siempre iba a terminar igual, separados, cada quien viviendo su vida, con ganas de volver una vez más pero siempre sabiendo que el final estaba por llegar, que no importaba cuantas veces viviéramos lo mismo, porque quizá un día ya no iba a importar, iba a llegar el día en el que nuestra historia se iba a volver fría e incluso ya no nos iba a dar más alegría. Dolor, sí, mucho. Lágrimas, si, madrugadas llenas de ellas. Y mucho odio, rencor y quizá un poco de amor, solo un poco que no alcanzaba para llenar todos los vacíos y por eso buscábamos los vicios. Tantas drogas que habían y yo aún me conformaba con tu sonrisa, tantas formas de matarse y yo prefería chocar con tu mirada para terminar un poco más infeliz, comprendiendo que me hacías mal pero aun no podía aceptar que debía dejarte ir, que debía buscar otra forma de acabar conmigo si era lo que tanto quería, porque cuando sufres por amor nunca mueres del todo, siempre lo recuerdas cada noche y vuelves a resucitar para terminar con los ojos rojos de tanto llorar una vez más. 

Atrapada en tu infierno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora