06. Lo que sus ojos revelaban

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El martes por la tarde, Janina entraba a su casa por pie propio; sin embargo, Dennis la sostenía del brazo izquierdo pues aún se encontraba algo débil. Además de mostrarse, evidentemente, molesta porque el novio de su hermana al que nunca había querido, se encontraba demasiado cerca de ella, sumándole que su rostro estaba algo pálido y las ojeras bajo sus ojos se notaban oscuras. Si algo odiaba, era dormir en las incómodas camas de hospital en posiciones que sólo le hacían perder el sueño y desear salir corriendo lo más rápido posible a su hogar.

Los doctores habían preferido mantenerla en observación durante la tarde del domingo y el lunes completo, para esa misma mañana había terminado exhausta de enfermeras entrando a su cuarto, regaños e indicaciones de uno de los médicos y de la horrenda comida de hospital que tenía menos sabor que lo que ella preparaba. Además, Robert había tenido que salir por cuestiones de trabajo a Leipzig y las tres se habían quedado solas pero Dennis se había ofrecido a acompañarlas y Janina creía que lo hacía solo por fastidiarla. Ella quería a su padre y no al detestable novio de Valeska.

—Yo puedo subir la escalera sola, Dennis —argumentó Janina zafándose de su brazo.

—Val y tu mamá me dijeron que te llevara hasta el cuarto —ignoró su acto y volvió a tomarla.

—No me agradas —respondió resignada.

—Tu hermana te justifica a diario desde hace años, ya estoy acostumbrado —pronunció Dennis.

Caminaron por el largo pasillo hasta casi al final de este, Dennis abrió la puerta y antes de que pudiese entrar, Janina se la cerró en la cara y fue a acostarse a su cama. Ya extrañaba el suave colchón y las confortables almohadas que no se comparaban para nada con las tristes y planas del hospital.

Cerró los ojos y de inmediato se quedó dormida por varias horas, cuando despertó era casi la media noche y por obviedad su sueño se había esfumado; salió de su habitación y fue a revisar la de sus padres, Robert ya había vuelto y se encontraba dormido al lado de Hannah, Valeska también estaba en brazos de Morfeo y si ella no hubiese preferido dormir al llegar del hospital, también debería estar sumida en sus sueños pues debía ir a la universidad luego de haber faltado ya dos días.

Se dirigió a la puerta de la cocina que daba hacia la parte trasera de su casa y salió para dar un poco usual paseo nocturno por su jardín. El clima era fresco y se arrepentía de no haber tomado un suéter antes de bajar; caminaba abrazada de sí misma y con su teléfono en la mano. Antes de regresar a su cuarto, se sentó en uno de los sillones del patio y desbloqueó la pantalla de su celular; tenía algunos mensajes de Emma preguntando por su salud, otros más de su padre mencionándole que se encontraba de camino a su hogar y por último uno de Leon, solamente diciéndole un hola.

Con todo el alboroto de su crisis y el enojo de estar encerrada en la habitación del hospital, se había olvidado de él por completo. Sabía que ya era algo tarde pero aun así le respondió en ese mismo instante, los mensajes de su padre los eliminó y los de Emma los ignoró; de igual forma la vería en el campus de la universidad en caso de que pudiese levantarse temprano e ir como si nada hubiera pasado a la escuela.

Mientras regresaba a su habitación, su teléfono vibró y se dio cuenta que Leon había contestado a su mensaje previamente enviado. Él le preguntaba cómo estaba y le decía que él no podía dormir a pesar de que debía levantarse temprano para ir a su entrenamiento. Janina le respondió que ella se encontraba en las mismas condiciones y que en la mañana lamentaría no haber hecho el intento de conciliar el sueño nuevamente.

De pronto, su teléfono volvió a vibrar pero, en esa ocasión se trataba de una llamada de Leon, antes de responder, entró a su cuarto y puso el seguro para que nadie entrara en caso de que escuchase algún ruido.

—¿Diga?

—¿Puedes hablar? —él preguntó.

—Ya lo estoy haciendo —rio levemente.

Él se unió a su risa.

—Entonces... ¿tampoco puedes dormir?

—No, me quedé dormida más o menos a las 6 pm y desperté hace un rato.

—Yo tengo insomnio.

—Deberíamos intentar dormir —volvió a reír.

—Prefiero hablar un poco contigo, ¿estás de acuerdo? —propuso.

Janina sabía que no debía seguirle la corriente pero quería hacerlo.

—Bien —aceptó.

—¿Estás mejor? —preguntó sorpresivamente Leon.

—¿Mejor? —dijo desconcertada.

—El domingo te encontrabas algo extraña —afirmó.

Ella no sabía qué responder, por alguna razón, Leon captaba perfectamente que algo le ocurría pero lo que la asombraba totalmente era que se percatara de ello; todos los chicos de su edad seguramente se fijarían en sus piernas o su trasero y no en la actitud que tomaba.

—Creo que siempre estoy bien —mintió.

—Eso quieres creer...

—¿Disculpa?

—¿Te gustaría ir a cenar el viernes? ¿O lo consideras muy formal? —preguntó repentinamente.

Las mejillas de Janina se encendieron, no lo consideraba formal, sino adecuado. Su ritmo de vida no incluía fiestas extremas y prefería ir a lugares más relajados y tranquilos como un restaurante.

—No, está perfecto —sonrió aunque él no la viera.

—Entonces iré por ti a las 7 pm, ¿te parece?

—Sí, está bien.

—Bien, creo que el sueño ha llegado a mí —comenzó a despedirse—, espero que sigamos en contacto.

—Descansa, Leon. Hasta el viernes.

—Hasta el viernes, Janina. Buenas noches.

Terminaron la llamada y ella revisó la hora; eran las 12:28 am y su entrada a la universidad sería dentro de 7 horas y media. Si dormía cinco horas descansaría lo suficiente como para sobrevivir hasta las 2 pm y regresar a su casa a tomar una pequeña siesta para antes de comenzar su tarea.

En verdad, esperaba que su sueño también llegara tan pronto como el de Leon pues necesitaba dejar de pensar sobre muchas cosas, entre ellas, él y su extraña forma de saber qué le ocurría a ella. En ocasiones, ni sus propios padres podían distinguir cuando estaba bien o mal, era por eso que a veces ocultaba lo que realmente tenía, ya que, aunque ella fuera siempre una preocupación para ellos, ambos vivían sumergidos en sus mundos y no lograban prestar la atención suficiente a lo que sus ojos revelaban así como Leon lo había hecho en cuestión de segundos.

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¡Hola, chicas!

Quería decirles que a partir de este lunes me espera una semana muy pesada en la universidad y no sé si podré estarles actualizando cada dos días, pero procuraré hacerlo. Me gustaría saber qué opinan de la historia y si les está gustando :)

¡Muchas gracias por sus votos!

¿Cuáles son tus miedos? (Leon Goretzka)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora