Epílogo

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Las espumosas olas del mar impulsaban una fresca brisa que acariciaba la arena y hacía rodar los granos de sal por todo el suelo. A pesar de que la tarde ya estaba cayendo, aún había algunos niños corriendo y dejando pisadas que luego el agua desaparecía, minuto a minuto el sol descendía y los playeros desalojaban la costa. El cielo comenzaba a oscurecerse y las estrellas mostraban su brillo de a poco, la luna también se estaba haciendo presente en su máximo esplendor plenilunio y la marea se elevaba conforme el satélite se hacía más nítido.

En algún lugar de la playa, una llamarada alcanzó a divisarse a lo lejos, un grupo de chicos habían formado una fogata y reían en cuanto contaba una nueva anécdota o de vez en cuando se les escuchaba cantar al son de aplausos, silbidos y chasquidos. Se habían percatado de que tal vez no eran los únicos en el lugar, aún podían escuchar algunas voces y apenas distinguir sombras entre la oscuridad que los envolvía, pero lo comprobaron en cuanto una chica pasó corriendo a su lado y alcanzó a levantar arena con sus pies arrojándola a uno de ellos.

—¿Qué diablos? —el chico alzó la voz molesto mientras se limpiaba los ojos.

—¡Lo siento! —gritó la mujer girando rápidamente la cabeza sin dejar de correr.

—¿Y esa loca? —preguntó otro de los muchachos viéndola desaparecer entre la penumbra.

—¡Lo siento, es mi novia y trato de atraparla!

De pronto, Leon apareció para responder con un marcado acento en inglés al cuestionamiento que se había hecho al aire. Efectivamente, se encontraba persiguiendo a su novia, esa que alguna vez había tenido prohibido correr.

—¡Te atrapé! —gritó gravemente, con una sonrisa en los labios mientras la aprisionaba entre sus brazos.

Una risa ahogada salió desde la garganta de Janina y se sujetó a los antebrazos de Leon, giró en si propio eje para encararlo y luego sujetar ambas mejillas del hombre y besarla fugazmente en repetidas ocasiones en los labios, comisuras y nariz.

—¿Y esos besos? —preguntó con sorpresa.

—Uhm... una pequeña recompensa por haberme alcanzado —dijo dando un toquecito en la nariz de Leon.

—Me gustaría recibir el premio completo —insinuó señalando el suelo arenoso.

Janina comenzó a negar riendo y luego escondió su rostro entre el cuello y el hombro de Leon.

—A unos cuántos metros de nosotros hay un par de chicos que justo salpiqué con arena —rio—, no quisiera que nos encontraran en tan bochornosa situación y mucho menos si planean reclamarme la tontería que hice —volvió a reír pero esta vez colocó sus brazos rodeando la espalda de su novio.

Él comenzó a sonreír de lado...

—Bien, entonces propongo un paseo nocturno a la orilla del mar y en el hotel puedo recibir mi premio —besó su mejilla y luego rozó su nariz contra ella.

Ella entrecerró los ojos pues el paseo era para disfrazar sus deseos de hacer el amor en esos instantes.

—Eres un...

—Romántico, ¿no? —Leon la interrumpió.

Luego de una temporada dura para el Schalke 04 en donde habían quedado en el tercer lugar de la tabla de posiciones, Leon había propuesto a Janina tener unas vacaciones para descansar un poco, además de celebrar el término de su carrera universitaria. Tenían 1 año y medio de relación y aunque las altas y bajas habían formado parte sus vidas, ya todo había cambiado y en los últimos meses sólo habían ocurrido momentos de felicidad.

¿Cuáles son tus miedos? (Leon Goretzka)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora