—¿Quieres ser mi novia? —Leon volvió a pronunciar sólo para que ella escuchara.
Janina relamió sus labios y comenzó a pasar sus dedos por el cabello con nerviosismo. Todas las personas los miraban y sentía que su corazón iba a colapsar en cualquier momento pues los latidos no tenían control. Unas cuántas lágrimas se acumularon en sus ojos e hizo caso a Leon y olvidó el miedo por unos segundos para tomar una decisión importante; se acercó a él y lo tomó de ambas manos con las suyas, se puso de puntas y juntó los labios de ambos para reafirmar la respuesta que estaba de sobra externar. Ella también lo quería y no podía seguir luchando u ocultando algo que le resultaba tan difícil.
Los aplausos de las personas a su alrededor no se hicieron esperar, pero no les importó nada más y se concentraron en la suave sensación de sus bocas moviéndose lentamente. Al separarse y, luego del espectáculo, Leon pagó la cuenta y ambos salieron del restaurante nuevamente escuchando las palmas de los presentes en el lugar, habían tenido una experiencia emocionante y poco común en la vida, sobretodo Janina, quien habían sentido que su corazón podría traicionarla en cualquier momento.
Leon se dirigió a la cancha escondida en la que habían coincidido algunas ocasiones atrás, sabía que el lugar era solitario y nadie estaría allí a esas horas de la noche y, por lo mismo, no serían interrumpidos.
—Te prometo que no te fallaré —dijo Leon mirándola a los ojos.
—Para mí será muy importante que no lo hagas —admitió Janina.
Leon acarició su rostro con el dorso de la mano y luego con el pulgar remarcó sus labios.
—No puedo fallarle a alguien que quiero —aseguró con firmeza en cada palabra.
Janina mordió ligeramente su labio con nerviosismo, las palabras que acababa de escuchar la hacían sentir avergonzada de su comportamiento con él en los días pasados.
—Te pido una disculpa por haberme comportado así contigo todo el tiempo —pronunció afligida.
—¿Así cómo? —cuestionó Leon.
—Como una tonta, caprichosa que no quería ver la realidad.
Una pequeña risa salió de entre los labios de Leon y él la abrazó por la cintura, luego la besó en la frente provocando en ella una sensación agradable.
—No pensaba rendirme tan fácil a pesar de que estuve a punto de hacerlo en la última ocasión —confesó.
Janina besó la punta de la nariz de Leon y sonrió al sentirse tan cómoda en sus brazos. Agradecía que él no se hubiese hartado de ella a pesar de que había motivos de sobra, sin embargo, en esos momentos, ya nada importaba sobre lo que había ocurrido pues él también se encontraba en el cielo mientras abrazaba a su novia. Después de pasar un rato agradable luego de tanta amargura pasada, emprendieron su rumbo de regreso a la casa de los Kiefer en donde, seguramente, Robert los estaría esperando.
—Sana y salva —dijo Leon al padre de Janina.
—Me alegra que así sea —Robert estrechó la mano de Leon a modo de despedida.
—Uhm... Papi, ¿podrías dejarme a solas para despedirme de Leon? —pidió Janina.
Robert alzó una ceja.
—¿Qué tiene de malo que yo esté aquí? —trataba de hacerse el desentendido.
—¡Papá! —suplicó.
—Está bien —dijo y subió las escaleras para volver a su cuarto.
Una media sonrisa se formó en los labios de Leon ante la graciosa escena que acababa de presenciar y abrazó a Janina por centésima vez en la noche.
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¿Cuáles son tus miedos? (Leon Goretzka)
Fanfiction"-El corazón no siente, sólo lastima".