Leon y Janina llevaban dos días sin dirigirse la palabra después de la fiesta de cumpleaños de Matilda. A causa de la intriga de Daniela, habían discutido durante casi una hora en la casa de Leon hasta que ella le pidió que la llevara a su hogar, pero en aquella pelea él le había dejado muy en claro que jamás había tenido algo que ver con la vecina de su madre, incluso se había atrevido a jurar de rodillas que nunca la había visto como una mujer y, aunque después de verlo hacer tal cosa había quedado algo convencida de ello, en el fondo de su ser aún aguardaba una pizca de duda.
Sin embargo, la situación había quedado hasta ahí pero ella no había contestado a las llamadas y mensajes que él le hacía aunque las ganas de hacerlo la estaban matando. Tratando de olvidar lo que había ocurrido, decidió salir a la terraza de su hogar a tocar un poco el violín ya que lo había abandonado desde que estaba con Leon y extrañaba sentir el peso del instrumento liberando las tensiones que su cuerpo resguardaba.
—¿Y ese milagro que estás en la casa? —Robert sorprendió a su hija.
—Aquí vivo —bromeó dejando su instrumento a un lado.
—Pero pasas la mayor parte del tiempo con Leon.
—Lo dices como si nunca te viera, papá —rio discretamente—, pero ahora que lo dices, no he tenido tiempo de decirte algo que acabo de recordar.
Robert tomó asiento y Janina también lo hizo.
—¿Qué cosa, hija?
—El otro día conocí al papá de Leon. Se llama Konrad Goretzka y dijo que tú y él estuvieron juntos en la escuela.
Lo que Janina había dicho dejó pensando a su padre, como si estuviese tratando de recordar a alguna persona con ese nombre.
—Jugábamos futbol de vez en cuando —atinó Robert—, era muy bueno pero un accidente lo lastimó de la rodilla y jamás pudo volver a practicar algún deporte.
Al escuchar lo que Robert dijo, Janina empató aquella conversación nocturna que tuvo con Leon acerca de por qué no tenía una buena relación con su padre. No se necesitaba mucho cerebro para concluir que Konrad no había querido que su hijo fuera jugador de futbol por culpa de la frustración que seguramente sentía, por eso no lo había apoyado como se debía, desencadenando el resentimiento del chico.
—Janina —Berit interrumpió de un momento a otro.
—¿Sí, Berit?
—Te busca tu novio.
Ella no sabía si se encontraba en el momento más indicado debido a lo que acababa de descubrir, o por lo menos inferir, pero debía cuestionarle si él sabía aquello o revelarle ese aparente secreto. Janina mordió su labio inferior con nerviosismo pensando en lo que iba a hacer, su padre se puso de pie y ella lo miró deseando que no se marchara.
—Te dejo, mi amor —besó su mejilla—. Te quiero.
Resopló internamente y asintió.
—Adiós, papi —sonrió forzadamente pues no quería quedarse sola—. Berit, dile a Leon que pase, por favor —dijo temerosa pero a la vez sentía urgencia de verlo.
Berit se retiró de la terraza y Janina se acomodó el cabello que el viento había despeinado previamente, tomó su violín y se aseguró de guardarlo en su estuche antes que algo le pasase, ya lo había tirado una vez cuando Leon la había visitado y no quería que volviera a suceder.
—Buenas tardes.
Janina dio una media vuelta y se encontró con Leon, llevaba puesto su uniforme de entrenamiento del equipo y una gorra de color azul; sus manos se situaban dentro de los bolsillos del pantalón y relamía sus labios rápidamente.
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¿Cuáles son tus miedos? (Leon Goretzka)
Fanfiction"-El corazón no siente, sólo lastima".