07. Emergencia

883 52 37
                                    

El viernes por la mañana, había comenzado agitado para Leon desde el momento que puso un pie fuera de la cama. No había escuchado su despertador y llegó media hora tarde a su sesión de entrenamiento y por ello le había tocado hacer más tiempo del requerido normalmente, la hora de su descanso sólo había servido para recibir un regaño por parte de André Breitenreiter, su entrenador, y ya que por fin había terminado su sanción extra, moría de hambre y aún debía tomar un baño y cambiar su ropa sudorosa.

—¿Has tenido un mal día o me equivoco?

Leon acababa de entrar a los vestidores para quitarse la ropa sucia y tomar una toalla para ir a las regaderas. Al escuchar la voz que reconocería a kilómetros, levantó su vista para mirarlo a la cara.

—Tú sabes que un mal día no existe y tampoco me va a ganar, Max —Leon sonrió.

—Siempre siendo tan positivo —su amigo rio.

—¿Por qué sigues aquí? Ustedes terminaron hace más de una hora.

—Te estaba esperando para ir a comer algo juntos.

—Qué gran amigo —respondió Leon irónicamente.

Leon entró a una de las duchas y se bañó lo más rápido que pudo pues en verdad moría de hambre, se colocó la ropa y regresó a los vestidores por su mochila.

—¿A dónde quieres ir? —preguntó Max mientras se dirigían a sus autos.

—¿Te parece si vamos a mi casa? Podemos pedir algo —sugirió Leon.

—¿No tienes ganas de salir?

—Quiero contarte algo —él le sonrió.

Max alzó ambas cejas y comenzó a reír pues podía adivinar de qué se trataba la plática de su amigo.

—Está bien.

Leon condujo a su casa mientras Max lo seguía con su auto, aún era algo temprano para su cita con Janina y tenía tiempo para convivir con su amigo y luego ir a cenar con ella. Leon entró a la cochera de su casa mientras que Max se estacionó afuera de ella.

—Toma el teléfono y pide lo que quieras, iré a mi cuarto, no tardo —indicó Leon.

Su amigo sólo lo miró extraño pero se alzó de hombros y obedeció lo que le había pedido. Leon abrió la puerta de su armario y sacó una camisa blanca y un suéter de color gris, también un par de pantalones negros y dejó las prendas sobre su cama; después, regresó con Max quien estaba sentado en el sofá mirando su teléfono.

—Pedí pizza —dijo al notar la presencia de Leon en la sala.

—Lo más práctico y lo que más hace daño —rio y se sentó en el sillón frente a él.

—Y lo que a los dos nos gusta —pronunció Max.

—Te concedo la razón —asintió Leon.

—Y bien, ¿qué me querías contar? —Max parecía realmente interesado en saber lo que Leon quería decirle.

—Es sobre una chica —adelantó.

—Hace tanto tiempo que no oía esto de ti —rio.

—Pues tal vez me escuches más seguido —bromeó—, la conocí hace unos meses pero fue algo extraño, se puede decir que sólo lo hice de vista. El sábado pasado nos volvimos a encontrar en una cafetería y el domingo la invité a salir el día de hoy —sonrió ampliamente.

Max también sonrió y acomodó la gorra que llevaba puesta.

—Si la vas a traer a tu casa, me puedo ir ya.

¿Cuáles son tus miedos? (Leon Goretzka)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora