05. Tormentas

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—¡Cepíllate el cabello, Janina! —gritaba Emma mientras le buscaba unos jeans en su armario.

—¡Me estoy cepillando los dientes! —dijo Janina aún con pasta dental en la boca—. ¡Maldita sea, Emma! ¡Hiciste que ensuciara mi blusa!

—¡Ya te escogí una mejor! —respondió con el mismo tono de voz.

Las dos se encontraban alarmadas, apuradas y desesperadas. Luego de que Berit, la empleada de los Kiefer, les avisó que Leon se encontraba en el portón, Emma se encargó de buscarle algo de ropa a Janina ya que aún se encontraba en pijama, mientras que ella se lavaba la cara, cepillaba sus dientes y ahora su cabello.

—¡Apúrate antes de que se vaya, Janina! —Emma le entregó las prendas.

—Berit le dijo que esperara un poco —tomó la ropa entre sus manos.

—Yo no haría esperar a un futbolista —dijo asomándose por la ventana del cuarto.

—¿Sigue ahí? —preguntó Janina quitándose la blusa manchada, reemplazándola por la limpia.

—Berit la dijo que esperara un poco —Emma imitó graciosamente la voz de Janina.

—En verdad, te odio, Emma —rio ligeramente—. Ya estoy lista, por favor, espérame aquí —le indicó—, si alguien llegase a entrar al cuarto y preguntan por mí, distráelos.

Emma frunció el entrecejo.

—¿Qué hay de malo en que ese chico te venga a buscar?

—Sólo te conté la versión corta de la historia, aún no termino de hacerlo y te involucré en ella —sonrió antes de cerrar la puerta de su habitación.

—Estás loca —pronunció Emma una vez que la dejó sola en la habitación.

Janina se aseguró de que las puertas de las habitaciones de sus padres y Valeska estuviesen cerradas, antes de bajar, se asomó por el barandal de las escaleras y sólo encontró a algunas personas del servicio aseando la casa; les pidió que si preguntasen por ella sólo dijeran que no la habían visto.

La casa de los Kiefer era enorme y contaba con una gran extensión de jardín adornado con una gran fuente y arbustos perfectamente podados, y no era para más si Robert ganaba dinero a manos llenas en la empresa de telecomunicaciones mientras que Hannah tenía la casa de modas en donde las prendas diseñadas poseían una etiqueta que indicaba su propia marca de ropa que, tal vez no era tan famosa, sin embargo le dejaba buenas ganancias.

A medida que se acercaba más al portón de entrada de su hogar, podía distinguir mejor la silueta de Leon. Él parecía estar viendo su teléfono mientras esperaba recargado en el cofre de su auto a que ella apareciera, pero entonces, escuchó unos pasos caminar en su dirección y levantó la vista, bloqueó su teléfono y lo guardó; sonrió en cuanto ella salió para estar al otro lado de la reja con él.

—Casi comienzo a pensar que me habían mentido cuando dijeron que no tardabas en venir —él rio.

Janina se unió a su risa.

—Lo siento, estaba en pijama y no quería aparecer así —se excusó.

—No te preocupes.

Leon se acercó a ella y la saludó con un simple roce de mejillas que le erizó la piel a Janina.

—Olvidé saludarte —mencionó apenada.

—En ocasiones, las formalidades no son del todo necesarias —dijo sin tomarle mucha importancia.

¿Cuáles son tus miedos? (Leon Goretzka)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora