17. ¿Quieres ser su novia?

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Por quinto día consecutivo, Janina recibía un arreglo florar a la puerta de su casa de parte de Leon Goretzka. Todo parecía variar, tanto las flores, que eran de distintos tipos y colores, y también las palabras que venían dentro de las tarjetas remitentes. Al parecer, aquel chico con finta ruda que le daba su profesión, tenía un corazón blando y lleno de amor para ofrecer.

—¿Qué dice la tarjeta de hoy? —preguntó Valeska mientras masticaba una barra de cereal.

—"Eres tan hermosa como cada pétalo de estas flores" —leyó Janina del pedazo de cartón.

Valeska se alzó de hombros.

—Por lo menos intenta ser un buen poeta, punto a su favor —afirmó.

Janina rodó los ojos.

—Seguramente los de la florería escriben estas tonterías sin sentido.

—No seas tan dura, Nina. Leon te quiere y está tratando de demostrarlo.

—Cómo digas —trató de no darle tanta importancia.

—No, no es cómo yo diga. La otra noche vino hasta acá y convenció a Berit de que lo dejara entrar, mis papás los encontraron besándose y casi te desheredan porque creen que les mentiste respecto a la supuesta relación que inventaron tú y él en esos momentos.

Valeska sólo estaba refrescándole un poco la memoria sobre lo que había ocurrido la noche que Leon irrumpió en su pequeño concierto de violín sin espectadores. Besarlo había sido un error pues sus ganas de seguirlo haciendo se vieron frustradas en cuanto Robert carraspeó su garganta para pedir una explicación a lo que él y Hannah veían; ella y Leon habían tenido qué excusarse diciendo que eran novios y no se escaparon de una plática mezclada con regaños sobre el por qué lo habían ocultado, cuando todo era una mentira.

—Tal vez, sólo está fingiendo con lo de las flores para que mis papás crean que sí tenemos una relación... o algo así —trató de explicar Janina.

Su hermana alzó una ceja.

—Sabes muy bien que quiere conquistarte, independientemente de si mis papás los vieron o no, estoy segura que, de igual manera, estas flores hubieran llegado —dijo y se retiró del lugar.


—¡Seguramente está jugando contigo! —dijo Luisa exaltada.

—No lo está haciendo. Tiene miedo, eso es todo —justificó Leon.

—¿Miedo? Leon, eres mi hermano pero no puedes ser tan ciego como para no ver que esa chica sólo se está divirtiendo contigo. Un día te odia y al otro salen, otro día te dice que no quiere volver a verte y luego van al cine y se besan. Ya te tomó la medida y sabe que cederás con facilidad a lo que ella te diga.

—Lu, Janina es diferente. En verdad, nadie entiende lo que yo veo en ella —expresó un poco irritado.

Su hermana negó moviendo su cabeza de un lado a otro.

—Ya escuché pacientemente la triste historia de la niña que no puede correr o saltar porque tiene un soplo en el corazón pero también puse atención a la parte en la que ella se convierte en un demonio para jugar a su gusto contigo. Sin conocerla, lo único que veo es a una mujer caprichosa, exigiendo atención —cruzó la pierna y sus brazos al mismo tiempo.

—Verás que en menos de lo que te imagines, la traeré para que la conozcan y cambies tu forma de pensar sobre ella —afirmó con optimismo a pesar de la crítica de Luisa.

—Pues espero que ese día no llegue porque, sino, le tendré que decir un par de cosas respecto a cómo dejar de ser tan tonta.

Leon comenzó a reír, conocía a su hermana y sabía lo celosa que era sobre las chicas con las que estaba pero nunca había visto ese lado sobreprotector que buscaba casi amenazar a Janina.

¿Cuáles son tus miedos? (Leon Goretzka)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora