Como una gallina pero sin plumas

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Apoye mis manos en su cabeza presionándola a acercarse mas a mi cuello. Quería mas, lo necesitaba, lo deseaba con una intensidad que traspasaba la barrera de la lógica.

Mi cuerpo hervía y ebullia a una velocidad alarmante, pero no podía importarme menos.

Su lengua humedeció mas la piel de mi cuello y sus dientes siguieron torturándola hasta que un gemido se fugo de mis labios. El era demasiado hábil con las manos y esta no era la primera vez que yo caía víctima de ellas.

Mis piernas se suspendieron por los aires y las enrede a su cuerpo. Sus dedos traviesos tocaban mi piel con ambición y anhelo. Sentir su ansiedad por mí era algo completamente desconocido para y, que para mi desgracia, me gustaba demasiado.

Flotaba en una nube en la que nada me importaba, todos los colores estaban distorsionados al igual que los sonidos. Era impresionante la forma en que las siluetas y rostros de las personas a mi al rededor se distorsionaban hasta adoptar inconsistentes aspectos, ¿si estiraba la mano podría moldearlos? ¿seria efecto de la droga?.

Por segundas vez en la noche, mi intimidad volvió a contraerse salvajemente por las acciones de un hombre entre mis piernas. Sus caderas comenzaron un suave bamboleo contra mi centro y yo apreté mis piernas con mucha mas fuerza hacia el.

Solté una de mis manos en su cuello y agarre un puño de su cabello y tire con fuerza la cabeza hacia atrás. Sus ojos estaban rojos y tardaron un par de segundos en enfocarme, mientras, yo me deleitaba a lo grande viendo sus labios carnosos ligeramente enrojecidos y su respiración agitada.

––Hazme olvidar ––susurré.

En una situación normal jamas habría dicho eso, ni a el ni a nadie. Yo no era así pero definitivamente en este momento nada de eso me importaba. Solo quería disfrutar del ardor que me recorría, de la excitación que explotaba en mi sexo y de los besos calientes que me estaba regalando.

Los ojos marrones de Mauricio brillaban y se asemejaban al caramelo derretido, me ofuscaba la intensidad de su mirada. Me soltó y puse mis pies en el suelo. Me empujo hasta que mi espalda choco contra una pared. Un parpadeo y su cuerpo estaba pegado al mio, tocándome, recorriéndome y devorándome mientras yo, era capaz de sentir su cuerpo en todo su esplendor, sus músculos, sus duras piernas, su abdomen firme y bien trabajado. Sisee, enfebrecida por la repentina necesidad de tocarlo, de acariciarlo y sentir ese cuerpo solo para mi, dándome placer.

Mauricio agarro mi muñeca y, como si pudiera leerme el pensamiento, coloco mi mano en su pecho, justo en su lado izquierdo, donde debería encontrarse el corazón. Contuve a duras penas las ganas que tenia de inclinarme y pasar mi lengua por su piel caliente.

El continuo presionando mi mano varios segundos hasta que comenzó a bajar, lenta y tortuosamente. Mis dedos palpaban cada curva de sus marcados músculos, la firmeza de la piel... Comencé a hiperventilar cuando note como mi mano llegaba a su ombligo y el no se detenía. Era curioso porque a pesar de saber que no podía haber pasado mas de un minuto, sentí agonizante y largo el trayecto desde su pecho hasta que mis dedos tocaron su correa.

¿Acaso no quería olvidar? ¿No había pedido hacia tan solo unos segundo que me hiciera olvidar? ¿Porque ahora sentía que mi corazón estaba en su limite?.

Perdí el hilo de mis pensamientos y sentí un corrientazo que comenzó por mis dedos, y siguió por todo el cuerpo, extendiéndose como un virus, cuando mi mano presionada por la de Mauricio bajo hasta su entrepierna y abarco en la palma su miembro erecto y caliente. Me quede en shock por unos minutos.

Aprendiendo a Seducir (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora