NO PUDE EDITARLO BIEN. NO TENIA TIEMPO. DISCULPEN. GRACIAS POR SU APOYO Y LAMENTO LA ESPERA.
Me hundía. Lo hacia lento, en la profundidad de los ojos de Mauricio. Su mirada transmitía calor y me abrazaba de forma en que el ambiente quedaba cargada con emociones palpables. Siempre había escuchado acerca de la química sexual que pueden llegar a sentir las personas. Ahora lo comprobaba. Podía haber muchísima química entre dos personas que no se conocen, entre dos extraños que se encuentran en un autobús y cruzan un par de miradas. Ahí nacía la chispa, la llama que les indica que el cuerpo de la otra persona te atrae y te llama con una fuerza gravitatoria inmensa.
Mauricio era la gravedad. Era totalmente increíble estar cerca de el y no girarse a mirarlo, no desear preguntarle al menos la hora y, muchísimo menos se podía evitar echarle un vistazo a su anatomía. Eso si que era un sacrilegio.
Buscaba palabras que pudieran sacarme del aprieto, ¿que podía decirle? Yo le correspondía y era cierto, pero solo en parte. ¿Podría Mauricio volverse mi Conde París?
––Se lo que sientes por el ––dijo. Yo me tense de inmediato y su sonrisa se ensancho. Mauricio comenzó a levantarse y aunque intente detenerlo, el aparto mis manos sin esfuerzo––. Pero yo soy un conquistador... un depredador. Y se muy bien lo que quiero y eso eres tu ––Mauricio comenzó a tocar mi brazo mientras yo estaba paralizada, hipnotizada como un venado ante la presencia de mi cazador. Su mano se poso en la parte baja de mi espalda y me apretó, acercándome a su pecho. Nuestros rostros quedaron demasiado cercanos. Yo solo pensaba que sufriría un infarto en cualquier momento ––Te quiero a mi lado Natalia, supe desde el primer momento en que te vi que serias mía.
––Te quiero como amiga ––sus labios besaron mis manos. ¿Cuando las había agarrado?–– como mujer... como novia ––sus labios besaron la comisura de los mios. La arritmia amenazaba con causar estragos –– como amante...
Finalmente la boca de Mauricio llego hasta la piel de mi cuello, y apenas termino de hablar, comenzó a repartir besos en esa zona. Yo me estremecía con cada beso. Comencé a respirar de forma rápida y ligera. Levante mis manos hasta sus hombros con la intensión de alejarlo, yo no era de esas que tienen ligues de un día, pero de nuevo, era incapaz de alejarme de el en una situación como esta. Sus manos se deslizaban por toda mi espalda y apretaban mis caderas contra su cuerpo.
Al estar sentado en una camilla, abrió las piernas para mi y quede justo en medio de ella. Apretaba mis manos en sus hombros, me sentía impotente. Quería separarlo pero esto me gustaba y me gustaba mucho. Reconocí rápidamente el calor que invadía mi zona baja. Ya lo había sentido antes. Reconocía las contracciones, el cosquilleo y la sensación extraña que te hace mover la pelvis como si te estuvieras frotando contra un árbol. Sus dientes alcanzaron el lóbulo de mi oreja y su lengua lubrico la zona.
Gemí sin poder contenerme. Fue suave, pero cargado de un deseo que no podía disimular. Podía sentir mis pezones duros y cierta incomodidad en mi sexo.
¿Como era posible que experimentara todo esto, cuando hace dos días parecía un alma en pena? Incluso anoche pensaba que no tenia valor suficiente para enfrentar a Matias una vez mas y ahora estaba entre las piernas de Mauricio. La lengua de el se introdujo en mi boca despacio. Podía sentir el sabor y la textura de la suya. En este momento me daba cuenta que Mauricio, de alguna forma lograba sanar y curar las heridas, ellas estaban ahí, no habían desaparecido pero al menos en este momento no palpitaban sangrantes.
A pesar de todo, un sentimiento negativo y airado me hizo agarrar un puño de su cabello apretarlo, provocando un gruñido en el. El despecho y la ira se abrieron paso por mi pecho y afloraron en mi un huracán de rabia, furia, pasión y ganas de borrar sus huellas de mi cuerpo. Estaba mal, lo sabia muy bien y cada célula de mi cuerpo me gritaba que lo que estaba haciendo era una bajeza pero no podía dejar de besar a Mauricio con la fuerza con que lo hacia, con las ganas de llenarme de el y borrar a Matias de mi cuerpo. Estaba despechada y esto era una muestra clara de mi desespero. Sentía dolor en los labios, no era un beso suave y tierno, no. Era urgido y necesitado, furioso y desatado. Necesitaba tratar de convencerme a mi misma de que podía hacer esto, y en realidad lo estaba haciendo. Era algo increíblemente malo y egoísta de mi parte pero dentro de mi, esto era una venganza contra Matias. Pensaba <<mírame, mira como lo hago, mira como me tocan>>.
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Aprendiendo a Seducir (Editando)
Novela JuvenilHace dos años que lo conocí y caí inevitablemente en sus redes. Y, como es natural en estos casos, fui a dar a la Friend Zone. Si, amigos, Friendzone. Aquel lugar reservado para almas en pena y condenados a muerte lenta. Nunca pensé que descubrir e...