A fuerza de golpes

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Tal vez mi comportamiento podría tomarse como masoquista o quizás estúpido pero, ¿como podía abandonar a mi amiga, casi hermana, en una situación como la que se encontraba? Era imposible.

Justo antes de caer en piso y ser arropada por la inconsciencia supe que esto era malo y potencialmente peligroso. Demasiado peligroso.

Cerré los ojos y no pude encontrar luz en la oscuridad. No se con exactitud cuanto tiempo paso, ni siquiera de donde provenía el dolor. Busque abrir mis ojos repetidas veces pero mis esfuerzos eran infructuosos. La pesadez de mis párpados era mucho mayor a cualquier intento de mi parte. Un dolor punzante en alguna parte de mi cuerpo era lo único que podía sentir en mi estupor.

Era desesperante pero estaba demasiado aletargada como para poder lograr hacer algo a cambio. Sabia que debía despertar, lo sabia, mas me encontraba impotente en mi prisión oscura y silente.

Un nuevo dolor me saco un poco de letargo. Abrí los ojos con esfuerzo, parpadeando varias veces hasta que pude abrirlos por completo y enfocar el rostro de un hombre frente a mi. Reconocí su cara y un par de segundos después tuve un golpe de información

Me aterre al recordar donde estaba, que hacia aquí y, con mayor nitidez quien era el hombre que estaba conmigo. Desesperada, recorrí la habitación con los ojos, buscando angustiada a mi amiga. El cuerpo de Carlos me tapaba la visión, su pecho estaba demasiado cerca como para una vista completa del cuarto. Me removí incomoda y al borde del desespero, solo para comprobar que no podía moverme. El pánico brillo en mis ojos cuando no tuve movilidad en mis muñecas, estaba atada... Aun mas desesperada, trate de moverme, con la débil esperanza de que podría levantarme pero estas esperanzas quedaron destruidas sin piedad al notar que mis tobillos también estaban atados.

Esto era malo, muy, muy pero muy malo.

Carlos sonrío, demostrándome que me tenia en sus manos. El tenia el control en este momento y yo estaba en sus manos. Deduje sin ningún esfuerzo que si me proponía a desatar los amarres, con lo bien hecho que se veían, terminaría el día del juicio final.

Mi cabeza dolía muchísimo y una humedad pegajosa me corría el cuello. Unos dedos me congelaron cuando quitaron unos mechones de mi frente. Clave mis ojos en el y su mirada brillaba con malicia.

––Ya estas despierta bella durmiente ––dijo. Su voz era el susurro rasposo que tan bien recordaba. Era un tono socarrón y molesto. Todo el cuerpo de ese hombre te repelía.

––¿Que... ? ––quise preguntarle que ocurría, donde estaba Maria José, y por sobretodo suplicarle para que me soltara pero tenia la garganta seca.

Su cercanía me enervaba mucho mas de lo que era lógico. Era despreciable, temblaba de pies a cabeza.

Me puso un dedo en los labios y se acerco mas. Su presencia era asfixiante.

––Shh... no digas nada. No esperaba que despertaras tan rápido.

La cabeza me daba vueltas y dolía mucho. La sensación de pánico era agobiante, pero definitivamente mi cuerpo aletargado no hacia ningún caso a las alarmas de peligro mortal encendidas en mi cerebro.

––¿Que le hiciste … ––susurre––, donde esta Maria José?

––A ella le gusta que le de duro.

––¿Que?.

Esto no tenia sentido. Necesitaba buscar ayuda, salir de aquí. Sentí cuando agarro mi brazo y mis ojos aterrorizados se volvieron a esa zona.

––¿Que haces? ––jadee.

––Ya deja de preguntar, ya te va a tocar disfrutar zorrita ––Parpadee confundida. ¿A que estaba jugando el? ¿Que problemas tenia ese hombre?

Aprendiendo a Seducir (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora