-Ya sabia yo que cuando Franco aceptara ayudarte te tendría aquí como una garrapata -gruño al verme.
Me eche sobre la incomoda silla de madera de la pequeña oficina. Inmediatamente me molesto su dureza en el trasero, incluso la falta de trasero me venia a molestar ahora. Todo era culpa de mis padres, ellos eran totalmente planos y yo como parte de mi desgracia había heredado su falta de nalgas. La genética era una completa desgracia.
Sentía subir la bilis por mi garganta, la piel sensible de mi estomago no soportaba semejante desborde de emociones. Era una mezcla entre la ira, tristeza, decepción y desamor.
El desamor era lo que ta ves me afectaba mas, sin embargo era la que menos debía hacerlo pues jamas había tenido el amor de ninguna de las personas que hoy en día tenían el musculo en mi pecho encargado de bombear sangre, como un colador. Yo misma era la culpable de este mal tan común para las féminas y no podía salir ahora y reclamar pues esto era enteramente culpa mía. Yo, sin darme cuenta había traspasado la linea que no debe cruzarse en una amistad y ahora estaba demasiado lejos para dar un paso atrás y entrar en una zona segura.
Apretaba mis puños con fuerza molesta conmigo misma ¿porque después de tanto tiempo había decidido conquistar a Matias? Esta misión suicida solo se encargaba de demostrarme que el amor era una porquería y que llegaba a darte duro y ponerte de rodillas por creer que podías salir ileso de el.
Mi cuerpo era un cumulo de sensaciones, varios órganos colapsaban a la ves y me sentía indefensa, tan indefensa como no me había sentido antes y eso me molestaba, darme cuenta que en realidad todo esto no se debía a la estúpida misión Excítame y poséeme me hacia sentir peor. Era hora de dejar de engañarme, algo me dolía profundo en el pecho y tenia hirviendo mis entrañas y por mas que intentara negarlo sabia muy bien cual era la causa.
Lo curioso de admitir esta causa era que iba en contra de todos mis planes porque jamas ni en mis peores pesadillas pensé que llegaría a sentir cosas por dos chicos a la ves, era Mauricio. Su desprecio de hacia tan solo unos escasos minutos me había afectado muchísimo mas de lo que llegue a pensar y eso estaba mal, muy mal. Y, parte del porque eso estaba mal era el simple y sencillo echo de que no sabia exactamente en que momento se me había metido debajo de la piel, no sabia cuando sus ojos me habían hechizado hasta el punto de poner mi mundo patas arribas. En mi universo nadie siente cosas por otro de la noche a la mañana, es sencillamente imposible e impensable ¿entonces porque?.
Había escuchado muchas veces antes sobre la química y era innegable que me sentía fatalmente atraída hacia el ¿porque? Pues ni idea, pero tenia algo que me arrastraba hasta sus manos como si alguien insistiera en meterlo a mi vida. Lo mas frustrante del caso es que me gustaba, sus besos me descontrolaban y sus manos me encendían cada rincón del cuerpo como nunca nadie lo había echo, me hacia dejar de pensar en la persona que era dueña de mi corazón aunque fuera solo por un momento. Su lengua ardiente y experta me activaba los nervios y erizaba cada vello de mi cuerpo. Sentir su virilidad pegada a mi cuerpo llevaba mis hormonas hasta un nivel donde jamas lo he estado y eso me demostraba una y otra ves que el me gustaba y solo por eso sabia que no seria tan sencillo deshacerme de este sentimiento que me comía por dentro.
Era desquisiante pensar en entrar al baño nuevamente y encontrarlos ahí en medio de su rollo, pero en el lugar donde se supone que esta a zona lógica de mi cerebro quedaba un poquito de materia gris que me decía a gritos una verdad incomoda y rotunda: el no era hombre de una sola mujer.
Hacia muy poco me había dicho en el baño que le gustaba, que le encantaba y otro poco de cosas mas y ahí estaba ahora tratándome como si jamas nos hubiésemos cruzado. Por mas que según el le gustase no iba a dejar de probar los labios de cuanta chica bonita se le atraviese ni mucho menos se negaría a complacer a una mujer que lo quiera llevar a una cama.
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Aprendiendo a Seducir (Editando)
Novela JuvenilHace dos años que lo conocí y caí inevitablemente en sus redes. Y, como es natural en estos casos, fui a dar a la Friend Zone. Si, amigos, Friendzone. Aquel lugar reservado para almas en pena y condenados a muerte lenta. Nunca pensé que descubrir e...