Cambios

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La brisa marina soplaba lentantamente, las gaviotas sobrevolaban el cielo despejado y azul mientras acompañaban a un enorme barco el cual llevaba la insignia de la Nación del Fuego. Sobre la cubierta se hayaba un muchacho con armadura, de aproximadamente dieciseis años, cabello azabache corto que le llegaba un poco más abajo de su frente, tez blanca y unos ojos color ambar que en estos momentos estaban cerrados.
El viento suave hacia que su pelo vuele mientras estaba inmerso en sus pensamientos.

- Sabes, aqui afuera hace mucho calor. Se que estas emocionado por llegar pero si sigues aqui te quemaras.

El chico abrio los ojos para darse vuelta y observar a su hermana quien solo llevaba un top y una falda larga roja por el tremendo calor que hacia.

- Soy un maestro fuego, asi que estoy acostumbrado a estas temperaturas.

La chica de casi catorce años y muy parecida a su hermano se encogio de hombros.

- Como quieras.- se apoyo en la varandilla del barco para acompañar a su hermano.- no falta mucho para que lleguemos.

- Si.

- Crees que haya cambiado?

- No lo se, ha pasado pasado mucho tiempo.

- Cuatro años para ser exactos.- agrego la ojidorada, después hubo un silencio tranquilo y lo unico que se oia era el canto de las gaviotas hasta que la chica decidio volver a hablar- Para ser honesta, pense que estarias mucho más emocionado.

Y era asi, el joven estaba controlando sus emociones ya que en el fondo podria gritarle a los cuatro vientos lo feliz que estaba, el unico problema era que eso no era algo propio de alguien tan importante como él.

- Siento que has cambiado.

- A que te refieres?

- A nada en especifico, solo te ves diferente. Y maduraste bastante.

- A ti no te vendria mal eso.

- Madurar es cosa de frutas y de raros como tu.

Ambos empezaron a reirse de la conversación que estaban teniendo.

- Bueno, ire a cambiarme.- la pelinegra camino hasta quedar a algunos metros de su hermano.- No te quedes mucho tiempo ahi Zuzu.- dijo en tono jugueton y se fue.

El ojidorado volteo y sonrio negando con la cabeza.- Nunca cambiaras Azula.

El principe Zuko volvio a fijar su vista al mar ya que le recordaba a ella y, para ser más especificos, le recordaba a sus ojos. Nunca en su vida podria olvidarse de esos azulados ojos, esa piel morena y esa cabellera chocolate.
Solo faltaban algunas horas y al fin la veria de nuevo.

Katara...

De solo recordar su nombre hacia que todo su cuerpo se estremesca. Y es que ella fue su primera amiga, su primera confidente, su primer beso.
Aun podia recordar ese hermoso momento que marco su vida para siempre. Él sabia que algún día se volverian a ver y solo fue hace unos dias que su padre les dijo que irian a la Isla Ember para vistar a Lady Michi.

Ya no faltaba mucho, muy pronto llegaria a su destino.

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- Disculpe, me podria decir en donde queda el camino de la Serpiente.

- Que? Estas loco jovencito, nadie toma ese camino. Sera mejor que te vallas antes de que algún delincuente te asalte.- el anciano se fue como pudo, sosteniendose de su baston y llevaba un gran bulto en la espalda.

El ojiazul se rasco la cabeza y se encogio de hombros, no hacia caso a las advertencias de los demás, y asi andaba desde que dejo su casa. Sokka ya tenia dieciocho años asi que no tenia problemas en viajar solo, ademas se habia acostumbrado al clima arido del Reino Tierra.

Destinos cruzadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora