Ya es hora

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Era de madrugada en La Capital, el sol aun no salia y la ciudad seguia humeda por la llovizna de ayer.
Un clima muy oscuro que combinaba con el humor de la maestra agua.

Mientras todos dormian, ella alistaba sus cosas para irse en silencio tal y como se lo habia ordenado el Señor del Fuego. Pero tambien lo hacia por ella y por él, por Zuko. Desde un principio supo que lo mejor era alejarse o sino seria mas dificil y ahora le dolia tener hacerlo.

- Katara ¿A donde crees que vas?

La morena dejo de empacar y volvio la mirada hacia su abuela quien se hayaba fuera de su cama y algo somnolienta pero preocupada.

- El Señor del Fuego se entero de todo, ahora debo irme.

- ¿Pero a donde iras? No puedo dejar que camines sola.- Su nieta ya era muy grande pero le costaba dejarla ir.

- Estare bien, tengo mi agua control asi que me podre defender.

- ¿Y que hay del Principe Zuko?

- Yo... - Los ojos de Katara se cristalizaron y su labio inferior temblo.- ... no puedo quedarme aqui y ver como se casa.- solto apretando los ojos y dejando que las lagrimas cayeran.

Ming la abrazo con fuerza y le acaricio la espalda para calmarla.

- Esta bien.- le susurro.- Si tanto daño te hace estar aqui, puedes irte... - la separo un poco para verla a los ojos y limpiarle las lagrimas.- Pero quiero que me envies una carta cada semana ¿Entendido?

Katara asintio y oculto más su rostro en el hombro de su abuela.

A Ming le hubiese gustado mucho que su nieta pueda ser feliz al lado del hombre que ama pero al parecer ya se habia rendido. Y claro, que posibilidades tenia la ojiazul de estar con él, solo crearia falsas ilusiones.

- Adios.- hablo Katara separandose de ella y agarrando su mochila.- Te visitare en la Isla Ember, lo prometo.

Y dicho eso, se fue. Dejando a Ming sola en esa oscura habitación, ya nada seria como antes.

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- Zuko, abreme.- decia Azula mientras volvia a tocar la puerta por quinta vez.

Suspiro cansadamente y apoyo la frente.

- Oye, no tiene caso que te enojes conmigo. Padre tambien me castigo por contratar a ese chico, asi que estamos iguales.

- ¡No estoy enojado por eso!.- grito desde adentro.

Azula parpadeo varias veces.

- ¿Ah, no?.- se alejo un poco de la puerta al sentir que su hermano la abria.

- ¡Lo que me enoja es que sabias lo de mi amnesia y no dijiste nada para ayudarme!.- le recrimino con el ceño fruncido.

- Zuko...- la ojidorada sonrio por un par de segundos al saber que al fin habia recordado pero su semblante cambio a uno serio.- Lo siento... se que debi decirtelo pero Katara me pidio que no lo hiciera.- hablo bajando la mirada.

El principe suavizo su mirada y se apreto el puente de la nariz.
Claro, era de suponerse que Katara hiciera eso.

- ¡En mi defensa!...- volvio a hablar la pelinegra tratando de disolver el ambiente tenso.- Te mandaba señales indirectas asi que merezco algo de reconocimiento por eso.

La princesa se cruzo de brazos, muy ofendida.

Zuko rio por lo bajo, negando levemente con la cabeza. Era verdad, su hermana siempre intento ayudarlo y el nunca se tomo el tiempo de agradeceselo como era debido.

Destinos cruzadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora