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Dos días después.

Sacó la leche con chocolate del refrigerador y la sirvo en dos vasos de cristal, pronto debo llevar a Lion y Laila a la escuela.

Me siento cansada, mental y físicamente, pero no puedo dejarme caer, debo hacerlo por ellos.

Les doy sus vasos y ellos comienzan a beberlo.

—¿No tomarás uno tu?— cuestiona Lion y niego con la cabeza.

—No tengo hambre, quizás más tarde— el asiente.

Laila no habla, aún tiene cara de dormida, eso me hace sonreír un poco.

Ambos son tan inocentes, no tienen ni idea.

—Hora de irnos— los dos toman sus mochilas al oírme y salimos de casa subiendo al auto.

Conduzco en silencio, los tres estamos en silencio, pero no es un silencio incómodo, solo es silencio.

—Llegamos— digo sonriendo.

—Te amamos— dice Laila antes de abrir la puerta del coche y bajar, y a su ves Lion la sigue.

—Los amo— digo.

Espero a que los dos entren a la escuela para poder irme, y cuando desaparecen dentro de esta, me voy.

Hoy es mi día libre, así que regresó a casa.

Cuando llegó aviento las llaves en la mesita que hay junto a la puerta, me siento en el sofá y recargo mis codos en mis rodillas y con mis manos acaricio mis sienes.

Joder. Me duele la cabeza horrores.

Veo las pastillas que están delante de mí, en la mesita de centro, son las pastillas que me recetó el doctor para los malestares.

Odio esto, quisiera ignorarlas, quisiera hacer como que nada de esto pasa, pero no puedo, me duele horrible la cabeza, es por esa razón que abro el frasco y sacó una pastilla llevándomela a la boca.

Me recuesto en el sillón, odio tener ganas de llorar, pero lo que más odio es no poder evitarlo, así que me pongo a llorar.

Abrazo un cojín del sofá y me acuesto echa un ovillo.

Un ovillo en depresión.

***

El ruido de mi celular me despierta, es una llamada.

Lo tomo de la mesita y sin ver de quién se trata contesto.

—Diga.

—Lo siento, ¿te desperté?— mis ojos se abren, por qué se de quién se trata, esa voz es inconfundible.

—Si, me despertaste, pero gracias por hacerlo, no debía quedarme dormida— el ríe y río al oír su risa.

—Se que hoy es tu día libre, ¿me preguntaba si podía ir a verte?, y a los mellizos, claro— río.

¿Por qué río? ¿Por qué me siento bien?

—Claro, será bueno que te vean, te extrañan— o tal ves yo lo extraño. No, no es cierto, no lo extraño. ¿O tal ves si?

—Estupendo, dame tu dirección e iré volando.





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Ag odio esto:(
Pero bueno, así es la idea, que duela hasta el fondooooo!<|3
Pero ssht tranquilas, vienen cosas buenas:3

Tengan linda tarde, hasta muy pronto;)

EveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora