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Me veo por última vez en el espejo, limpio el sudor de mis manos en el vestido negro floreado y repaso cada detalle de arriba abajo. Nunca había estado tan nerviosa. Bueno si eh estado nerviosa en miles de ocaciones, pero esta vez es diferente. Voy a conocer a la familia de mi novio.

—Hermana, te ves linda, deja de sudar ya— dice Lion, acostado en mi cama mirando la pantalla de la IPad.

—¿Y Laila?— pregunto para pensar en otra cosa y relajarme un poco.

—En nuestra habitación, tampoco termina de arreglarse, pff, mujeres— río por su comentario y salgo de mi habitación para ir a la de ellos.

Cuando entro veo a Laila pintándose los labios con uno de mis labiales.

—¿Qué haces niña? ¿Desde cuándo te pones pintura labial?— cuando me escucha se sobresalta y se sale del labio rayándose una parte de la mejilla.

Ella ve del labial a mí y sonríe inocente. Niego con la cabeza acercándome a ella. Extiendo la mano y le digo:

—Dame eso— ella parece pensarlo ¿en serio lo está pensando? ¿desde cuándo son tan desobedientes estos niños? ¿qué mierda les enseñan en la escuela? — Uno... Dos...

—Okey, aquí está— me entrega el labial rojo y cruza los brazos enojada.

Salgo de la habitación para ir a la mía y cuando Lion me ve suelta una carcajada.

—Le dije que te molestarías— dice riendo, tanto que me contagia.

Me quedo parada frente al espejo y ahora me siento mal por regañar a Laila. Pero es que apenas tiene 9 años, no puede ponerse un labial de ese color. Ni siquiera yo me pongo un labial de ese color, maldigo el día que lo compre. Reviso mi maquillaje y sacó un labial de brillo, simple y transparente con sabor a fresa. Camino de regreso a la habitación y ahí está Laila tratando de limpiar el labial de su mejilla.

Agarro una toalla húmeda y la pasó por su mejilla, la paso suave, para no irritarla.

—Siento lo de antes ¿si? Pero no puedes usar ese color de Labial, eres una pequeña, ese labial solo lo usan las señoras, ¿quieres parecer una señora?.

Ella niega con la cabeza.

—Este te va a gustar más— saco el brillo labial y sus ojos están radiantes.

Levantó las trompas de pato para que me imite y lo hace, le pongo un poco de brillo labial y sonríe.

—Sabe a fresa— asiento sonriendo.

—Ten, ahora es tuyo— ella sonríe mucho, incluso su felicidad me dan ganas de llorar de felicidad —Pero tampoco abuses, solo se aplica un poco.

Ella asiente y sonríe dejando el labial de fresa en su mesita de noche. La veo, y los nervios vuelven.

—Hora de irnos.

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Un poquito más de Eve, espero les guste, la próxima semana subo el siguiente ;)

EveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora