13# Como si nada

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Se acerca lentamente a mi oreja y me susurra:

-No te confundas, quien crees que te puede ayudar es quien más te puede hundir.- Sus palabras son más heladas que el hielo y me hacen ponerme nerviosa. Le miro a los ojos y parece tenerlos más negros que el carbón, no sé porqué mis piernas empiezan a temblar cuando dice- Si te acercas, mueres- Y es allí que me quiero morir por el miedo.

Se aleja inmediatamente de mí y vuelve a sentarse en el sofá.
Suspiro aliviada y me aparto de allí, me voy a la puerta y me siento en en el suelo.
Mi cabeza me duele, ya no puedo más, esto es una maldita pesadilla.

Apoyo mi espalda en la puerta de entrada y cierro los ojos.
No entiendo nada.¿Qué es lo que quiso decir con eso?
Ese tipo me da mucho miedo.
Tengo que salir de aquí como sea.

No sé cuánto tiempo llevo sentada aquí a lo mejor cinco minutos o tal vez dos horas. Sinceramente siento haber perdido la noción del tiempo.

Siento unos pasos y abro los ojos.
Está en frente mío mirándome como si tuviera monos en la cara.
Me levanto de inmediato.

-Ahora sí que te puedes ir- abre la puerta que estaba cerrada con llave y me mira.

Salgo sin decir nada, pero antes me coje del brazo.
-No se te ocurra decir nada a nadie y mucho menos a la policía.- me dice con la mandíbula tensa- Ya te sabes lo demás.- dice y me cierra la puerta en la cara.
Puto mal educado.

Empiezo a correr por las escaleras y cuando llego a la calle siento un enorme alivio. Cojo un taxi y le indico la dirección.

Mientras pasan los minutos y me acerco a casa me pongo más nerviosa.

¿Qué se supone que les tengo que decir?, ¿Que me han secuestrado y golpeado y casi me muero del susto? No, eso es demasiado para mi familia, llamarían a la policía y el idiota me avisó que no dijera nada.

¡Oh Dios! mi tía, no sé que le habrán hecho.

Llego a casa antes de lo previsto.
Y ahora me encuentro llamando al timbre. Parece que tengo el corazón en el oído.

Sale mi ¿tía? ¿Que coño hace aquí mi tía? ¿No se supone que estaba secuestrada?

Se me acerca rápidamente.

-Bella ya as llegado, ¿como te lo pasaste con Claudia?- me dijo alto. Cundo llegó a mí me abrazó y me susurró- Sigueme el juego o estamos muertas.-

Salieron papá y mamá de casa.

-Hija ¿cómo a ido con Claudia?- dice mamá. No entendía nada, en vez de estar preocupados están felices.

Mi tía me da un codazo.

-Emm... Sí, fue bien- ¿Quien era Claudia?

-Nunca nos dijiste que tenías una amiga llamada Claudia- dice mi padre. Aaa... que es mi amiga.

-Se me olvidó- dije intentando sonar lo mas casual posible. Pasé entre ellos y cuando creía que me habían creído...

-Espera, ¿qué es lo que tienes en la cabeza?- dice mi padre.

Toco mi cabeza y... mierda, el parche.

-Se lo puso Claudia porque se golpeó esa parte.- dijo Sara.

-¿Y tú como lo sabes?- pregunta papá.

-Porque me lo dijo ayer- responde segura. No sé cómo puede fingir tan bien y parecer sincera.

Mi padre me mira y yo asiento y me adentro a la casa lo más rápido posible.

Me encierro en mi habitación y me siento en el frío suelo. Unas inmensas ganas de llorar me inundan.
Y empiezo a llorar como una niña de tres años, me he estado conteniendo todo este tiempo y ahora no puedo parar. ¿En qué me he metido?

Mi Prohibición ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora