28# Cumpleaños, parte 2

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Bella:

Salgo corriendo adentrándome en la fiesta sintiendo mis mejillas arder de la vergüenza.
Aún recuerdo lo cruel que fui con él.

"-Oh claro, antes de decirle a la gente que te esperen deberías ocuparte de tu vida sexual antes."

Voy al lavabo y me encierro allí un buen rato asimilando que Zay es la hermana de Alex.
Al salir me dirijo a la nevera y cojo una cocacola bien fría para refrescar mi mente.

-Hoolaaaaa- dice Tamara arrastrando las palabras- te vieeeness a baaaaiilaarrrr- está borracha.

-Te has pasado con la cerveza ¿no?- le digo guiándola para que se siente.

-Queeee vaaaaa solooo un poquiiitín- dice haciendo un gesto con sus dedos para enseñarme lo poco que ha tomado.

-Claro, claro- le digo mientras la siento- Sientate aquí y no te muevas, voy a traerte agua.- le digo y ella se estira en el sofá.

-¡¡Yo también quierooooooo besssosss muuuchosss besssossssss!!- les grita a una pareja que se estaban besando y digo que "estaban" porqué los espantó y se fueron corriendo.
Aprovecho que está estirada y voy a por agua.

Veo a la gente animada y con ganas de más, ya son las doce y media y la gente parece haber empezado hace dos minutos mientras que yo estoy agotada.

Cojo la botella de agua y al girarme me llevo una mano al pecho por el susto que me ha dado.

-¿Qué pasa?- le digo mirando sus profundos ojos esmeralda. Va vestido con unos vaqueros negros y una camisa blanca ajustada a sus musculosos brazos, me reprimo las ganas de tocar sus notificados brazos y centrarme.

-Te buscaba- dice y me sonríe.

-Pues ya me has encontrado- le digo con una sonrisa nerviosa.

-Ya veo- dice y pasa su mano por su cabello que parece de seda
-¿Me acompañas?- dice tendiendome la mano.

Sin darme cuenta ya tenía mi mano entrelazada con la suya.
Atravesamos el jardín hasta llegar al estacionamiento.

-Quiero enseñarte algo.- abre la puerta del copiloto y entro. Parece que mi cabeza piensa, pero no actúa sino que mis pies caminan por inercia.

Lo miro a la cara y veo que tiene una sonrisa de triunfo.

-¿Y Zay?- le pregunto cuando enciende el motor.

-La he llevado a casa- dice mirándome de reojo- mañana vuelve a Washinghton.

Asiento y me pongo a ver por la ventana.

-¿Dónde vamos?- le pregunto.

-Sorpresa- dice guiñándome el ojo- Tranquila, te va a gustar.

El trayecto dura unos quince minutos y los pasamos en silencio.
Cuando me doy cuenta de que ha parado me fijo bien por la ventana y veo el mar.

-¿Sales?- dice abriendo mi puerta y dándome su mano, la tomo y salgo.

-¿Qué hacemos aquí?- le pregunto un poco desorientada.
La verdad es que me sentía extraña y no sé si era por tenerlo tan cerca y querer comerle los labios o es porqué a nadie con su sano juicio dejaría su propia fiesta de cumpleaños e irse.

-Darte tu regalo de cumpleaños- dice y comienza a caminar con nuestras manos entrelazadas hasta llegar a un banco.

Al sentarnos es cuando me doy cuenta que estamos en la cima de alguna montaña y que las vistas al mar son preciosas, la brisa fresca del mar hace que me estremezca. Hay tres farolas que iluminan el banco que se encuentra delante de las preciosas vistas.

Mi Prohibición ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora