Capítulo 1: Y... este es mi primo.

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 MARCEL

     — ¿No estas cansada Marcel?, ya recorrimos todo el centro comercial, ¡mira todas las bolsas que llevas!— lo único que quería Nicolás era salir inmediatamente de aquí.

      —La verdad, no Nicolás… y sigue caminando sólo quedan unas cuantas tiendas más ¿okay?—  Ya estoy más que acostumbrada a que se queje todo el tiempo.

     — Unas tiendas más... unas tiendas más... — musitó para sí mismo imitándome.
     Sólo me quedaba una tienda que me faltaba por recorrer de pies a cabeza, y ahí estaba… con ese hermoso vestido color azul rey en aquel maniquí.
     — ¡Mira ese vestido!— avisé corriendo hacia la puerta de la tienda.
     —Marcel, es un vestido de noche... ¿PARA QUÉ CARAJOS NECESITAS AHORA UN VESTIDO DE NOCHE?

     Entre a la tienda e inmediatamente pedí uno de mi talla. Nicolás no tuvo más remedio que seguirme y esperarme en uno de los bancos.
     Cuando admiraba el precioso vestido en mi silueta, escuché risas.        Supongo que por ser los únicos en la tienda, no habría más con quién entretenerse.

     —Lo compraría para mi graduación— me dije a mi misma mirándome por última vez al espejo.

     Salí del probador y Nicolás y la chica parecían llevarse muy bien. La chica no era más que otra rubia con kilos de maquillaje en la cara. ¿Por qué a mi primo le interesan ese tipo de mujeres?
     Me acerque al mostrador y aleje a mi primo de la rubia jalándolo discreta y delicadamente del cuello de su camisa.

     —No me quedo, gracias y adiós— tomé a Nicolás de la mano y salimos de la tienda; logré ver de re-ojo cómo le hacía señas a la tipa. No me agrada que Nicolás tenga sus expectativas tan bajas.

      —Y... ¿qué conseguiste de la rubia esa?— pregunté totalmente seria.

     La verdad es que mi primo no es nada feo. Pero muchas de las veces abusa de sus cualidades. Con 1.80 de alto, grandes ojos color azul, pestañas largas y cejas gruesas, cabello castaño obscuro, labios delgados y tez morena-clara; siendo capitán del equipo de soccer de la escuela, según las demás animadoras: “es un adonis”.

           Se detuvo, dejó las bolsas a sus lados y busco algo en su bolsillo derecho delantero. De éste sacó un pequeño pedazo de papel perteneciente a una hoja de un cuaderno.

     — ¡Mira!— alardeó poniendo el papel en mi cara.

     —Lo mínimo que consigues de una tipa como esa, pensé que ya tenías fecha— miré con repugnancia el papel entre mis manos y se lo aventé a la cara.

     — ¿Fecha?— preguntó tratando de atrapar de nuevo el papel.

     —Sí, ya sabes... una cita de “amigos”— respondí irónica haciendo señas con las manos al hablar, siempre las hago.

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