NICOLÁS—Feliz Día de San Valentín—me dijo una de las chicas de mi clase entregándome un pequeño detalle, con un curioso papel. Le agradecí, ella se dio la media vuelta y yo abrí el pequeño papelito, “llámame” además de un número de teléfono.
Que fastidioso.
He estado recibiendo cosas así TODO el día. En verdad sí resulta fastidioso. Arrugue el papel y lo tiré en el primer cesto de basura frente a mis ojos. Me comí el chocolate y entre a mi clase de Química.
Habíamos entrado hace una semana. Y yo ya había pasado al último semestre. En seis meses más, seré libre, de este colegio. Pero, entraré a la Universidad. Es tenebroso, pero emocionante a la vez.
Era como una dona con piernas para todas las chicas (solteras o no), no por ser día de San Valentín, es que me voy a besar con todas.
*Eso dices*
No soy un mujeriego.
*Si lo eres*
¿Por qué siempre tengo que estar callándote?
*Porque te digo lo que no quieres escuchar: la verdad*
Mejor ya cállate.
*Ya lo sabía*
Me senté en uno de los bancos del laboratorio, y las mujeres ya se veían entré sí, como si quisieran lanzarse encima de mí en cualquier momento. Esto ya me está dando miedo.
Max entró y gracias a Dios, se sentó a mi lado.
— ¿No crees que debes guardarme algunas?— preguntó burlón.
—Les diré que soy homosexual— Él me miró con espanto y solté una risa. —Es una broma, pero, ojalá en momentos como estos fuera real.
—Con que no me acoses, todo estará bien en cuanto a tus preferencias.
Lo golpee levemente en el hombro y comenzamos a jugar a golpearnos. Las chicas soltaron un suspiro al unísono y nos separamos inmediatamente, bajamos la mirada a la mesa y así nos quedamos hasta que el profesor entró.
˜***˜
La escuela había organizado un festejo, por el motivo de la fecha. Todas las parejas se veían sentadas o juntas en algún lugar “más privado” o un rincón. Algunas de las chicas solteras, se veían coquetear con algún chico, y las demás estaban juntas con sus mejores amigas; los hombres estábamos juntos, como siempre, hablando y jugueteando.
Los festejos en la escuela no eran tan divertidos. Sólo eran parejas besuqueándose y solteros deprimidos o felices.
Lo realmente bueno, es la feria. Cada año se organiza una. Puedes ir con tu pareja, o simplemente con amigos y conocer personas, así como lo hacemos cada año.
Espero que Charlotte y Marcel vayan.CHARLOTTE
Penúltimo semestre. El próximo año, me graduó. Genial, por fin podré estudiar lo que tanto he soñado ser: Psicóloga.
He estado ahorrando toda mi vida para serlo. De verdad, tengo todo planeado, todo.
Hoy es el día de San Valentín. Y todas (menos yo), se preguntan por qué no tienen un novio con el cual compartir esta fecha tan importante. En realidad, prefiero a mis amigas antes que a un novio.
Estamos en el auto de Nicole (una amiga de último semestre) para ir directo a la feria. Todas (incluyendo Marcel) desean conocer a un chico lindo en ese lugar. Yo sólo quiero comer cup-cakes. Los que hacen allí, son verdaderamente deliciosos. Si no fuera porque quiero subirme a los juegos que hay, y porque mi madre me prohibió a toda costa que lo hiciera, compraría todo el puesto.
Bajamos del auto, y los gritos de emoción y terror ya nos inundaban los oídos. Las chicas estaban arregladas de lo más bonitas. A comparación de mí, sólo tenía unos pantalones, una blusa cualquiera, un suéter ligero (el frío ya está desapareciendo) y unos vans. Nada especial.
Éramos cinco en total, todas de diferente edad, la más grande era Nicole (y claro era la que conducía), y la más chica era Beatriz, de tercer semestre. Las demás éramos de cuarto y quinto semestre.
Recorrimos primero toda la feria, para saber dónde estaría cada cosa. Cuando llegamos al puesto de cup-cakes, me tuvieron que arrastrar (literalmente) para no gastarme todo el dinero allí. Grité como psicópata, todos me miraban raro, pero, en realidad estamos acostumbradas; cada que salimos juntas, eso pasa. Pasamos vergüenzas, muchas.
Blanca insistió en subirnos a un barco, que sube y baja. Yo, le tengo pavor a las alturas (además de los ratones), es verdad, siento como… es horrible. Pero, con lo buenas amigas que son, al primer juego que subiremos es a ese.
Pagamos al chico del juego y nos preguntó dónde nos sentaríamos:
—En el último asiento— dijo Laura. Gracias a Dios —Pero, de arriba.
No, no, no, no, NO. Esto se pondrá feo. Les agradezco (y es lo único de hecho) que no me han dejado comer nada; lo vomitaría.
El barco comenzó a mecerse, no es tan malo. Es relajante.
El chico movió una palanca y… el barco comenzó a mecerse más alto, y más, y más, y más. Comencé a gritar como una loca. Los demás sólo reían por mi reacción. No era justo, unos niños de nueve años, tenían menos miedo que yo. Era una miedosa.
—Juro que me las vas a pagar, ¡me las vas a pagar Blanca! ¡Te asesinaré!— enfurecí. De tan alto que iba el barco, sentíamos que caíamos de cabeza al suelo. Y de hecho, no estábamos sentadas en el asiento, prácticamente sólo nos sosteníamos con los pasamanos. Ya habíamos subido antes, pero, cuando teníamos ocho años. Cuando aún podíamos subirnos al de niños pequeños. No era lo mismo. No lo era. No como el de ahora.
Cuando bajamos todas quedaron maravilladas con la adrenalina, yo me moría de ganas por descargar mi ira, comiendo cup-cakes.
Jugamos los juegos que encontrábamos de destreza y los ganábamos todos. Era genial. Llegamos a uno de tiro al blanco con una escopeta (no era de verdad); me encantaba ese juego. Era súper divertido, al menos para mí, las demás sólo me animaban.
— ¿Estas segura de que puedes ganarme, pequeña?— me retó un chico de otra escuela. Lo conocía era compañero de Josh. Y… es un idiota.
— ¿Tú crees que no puedo?— contraataqué.
—Demuéstrame— exigió.
—Con gusto.
Ambos tomamos nuestras respectivas escopetas y apuntamos a las pequeñas figuras frente a nosotros. Él me miró por el rabillo del ojo, esperando que disparara; y así lo hice.
Tiro uno: Acertado.
Tiro dos: Acertado.
Tiro tres: Acertado.
Tiro cuatro: Acertado.
Tiro cinco: Acertado.
La chica del juego veía burlonamente al chico de la otra escuela.
—Resultado final: Cinco de cinco para la chica de nombre…
—Charlotte— respondí.
—Charlotte; y tres de cinco, para el chico de nombre…
—Luis— resopló.
—Luis. Lo siento. Victoria para Charlotte.
Las chicas se volvieron locas. Gritaban entusiasmadas. Él se quedó con la boca abierta. Nunca debió de haberme retado. No era una buena opción.
En este juego, no ganaba nada en realidad, pero con la cara que tiene, es una recompensa mayor.
—Buen juego— me felicitó uno de los chicos que iban con él.
—Gracias.
Todos se fueron por su lado y nosotras, caminamos por el nuestro.
˜***˜
La rueda de la fortuna: Genial. Se veía realmente hermoso desde arriba, sino fuera por el inconveniente que ya había mencionado antes. El señor encargado del juego, nos dejó hasta arriba, mientras otras personas subían. Parejas felices, jóvenes solteros y solteras, niños y adultos. Todos siendo asustados con mis insistentes amenazas de muerte hacia mis amigas, las cuales no dejaban de tomar fotografías, de ellas, del cielo, de las luces, de todo.
La rueda comenzó a moverse y los chicos (solteros) que venían atrás no dejaban de burlase de mí. No me importaba.
—Las voy a hacer carne asada. He visto demasiados programas de criminalística ¡y sé cómo los psicópatas matan a sus víctimas! ¡ENTENDIERON!
—Debes dejar de ver esos programas Charlotte. Sin ofender a la televisiva, son mala influencia para ti.
˜***˜
Carritos chocones; totalmente genial. Después de haber dejado sin órganos ni cabello a mis amigas, vinimos aquí, me encantaba chocar personas. Y no es por presumir, pero, soy una excelente conductora.
Cada una pagó un carrito, cada una con pareja, menos yo, perfecto.
Todos los carritos estaban ocupados por chicos, chicas y por nosotras. Tome el volante fuertemente y… cuando creí que estaba sola. Llegó alguien más. En realidad, creo que estar sola en este momento fue lo mejor que me pudo haber pasado.
Era un Dios griego. Era… totalmente bello.
Cabello castaño oscuro, cejas gruesas del mismo color, pestañas medianas, ojos color avellana, tez clara, y labios perfectos, además de una vestimenta increíble.
— ¿Puedo?
No respondí.
—Yo pago—. Se ofreció.
Asentí. El encargado le cobró y volví a mi tarea. Tome el volante, pero antes lo vi a él. Él me sonrió.
—Si quieres puedes conducir tú. O, podemos turnarnos.
—Turnarnos estaría bien.
Pise el acelerador y comencé a chocar personas; él me daba instrucciones de a quién debería chocar, eran sus amigos.
—¡TE CHOQUE! ¡Rummmm… rummm!— repetía una y otra vez mientras le daba a otro carrito ocasionando una adorable risa de él.
— ¡A ellos!— me dijo. Pero era muy tarde, no reaccione a tiempo, mantuve mi pie sobre el acelerador, él tomo un impulso y me tomo de las manos sobre el volante para terminar chocando contra la barra de seguridad. Ambos reímos a carcajadas, yo quité las manos para que esta vez él pudiera conducir. Tomó el volante, y yo seguía con mi pie sobre el acelerador.
Dejo el volante sobre una sola posición, cuando tuvo espacio, lo dejó así, y comenzó a girar sobre su propio eje. Yo reí por la acción y eleve mis manos al aire de forma divertida.
—Fue bastante divertido— comentó ofreciéndome su mano cuando el juego había acabado.
—Lo sé.
—Me simpatizaste muchísimo de verdad. ¿Podríamos volver a vernos? Podría invitarte algo ahora mimo, pero, vienes con tus amigas, no quiero arruinarles la diversión.
Claro que no la arruinas.
—Mmm, claro, a mí también me simpatizaste mucho.
Intercambiamos números de teléfono y lo vi marcharse después de que me diera un beso en la mejilla. Quede como boba mirando en su dirección. Cuando me voltee hacia atrás, me pareció ver a Nicolás irse a toda prisa, bastante enojado.
— ¡CHARLOTTE TIENE UNA CITA!—vitoreó Laura. Las demás la apoyaron y comenzamos a caminar hacia otro juego.
—Oye, ¿ese no era Nicolás?— le pregunte en un susurro a Marcel.
—Claro que no, el chico bonito te dejo encandilada—bromeó.NICOLÁS
¿Qué si estaba enojado? Podría decirse que me sale humo por las orejas. ¡Charlotte besó a un tipo que no conoce!
*Eso se llaman celos*
No estoy para escuchar “verdades”, Cuchirrión.
La estoy perdiendo.
*Entonces piensa en algo*
Las vi desde lejos, se dirigían a los futbolitos.
— ¿Y si vamos a los futbolitos?— propuse. Todos asintieron y tomamos una mesa. Pagamos las fichas y comenzamos a jugar.
Las chicas festejaban por cada gol que anotaban, nosotros apostábamos, con dinero y todo. Charlotte y Marcel estaban de espaldas a nosotros, no nos veían. No sé cómo le hice, moví una de las líneas de mis jugadores, la pelota se elevó y calló sobre la espalda de Charlotte, bastante fuerte por cierto.
Ella gritó y se volvió rápidamente hacia nosotros enojada, los chicos se burlaban, ella nos regañó con la sola mirada y yo le pedí perdón de la misma forma.
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¡HOLAAAAAAAAAAAA!
¡MUCHISISISISISISIMAS GRACIAS POR ESPERARME!
¡Aquí tienen su cap.! ¿Les gustó?
Espero que haya remediado algo... de la espera.
Había planeado subirlo el 14 de febrero, pero... me cortaron el internet -.-, y pos... lo tuvieron hasta hoy (culpen a los de la compañía)
Los amodoro.
Otra vez Gracias por esperar y comprender.
Ame sus comentarios en el aviso. ♥.♥
PD: Ya extrañaba escribir aquí.
PD2: Los extrañe muchooo.
PD3: Voten&Comenten.
SALE.....
BYE!
:** :p C: :V :B :33 :8 :U :) ;)
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¿Apostamos?
Roman pour Adolescents—Esto será sencillo. Y después descubrirás por ti misma primita, que un hombre como yo no cambia, hombres como yo no nos fijamos en ese tipo de chicas. —No estés tan seguro. Charlotte Gómez: el objetivo. Nicolás Western: el apostador. Marcel Col...