Capítulo 37: No me la quites.

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NICOLÁS

Tuve que volver a sentarme junto a los demás, no quería parecer demasiado obvio. Charlotte no podía mantenerme de nuevo la mirada. Ni yo tampoco. Debo de aceptarlo, esto duele.
*¿Recuerdas cuando te dije que te comerían en mandado?*
No lo olvido.
*Pues ya lo hicieron*
No si yo no lo permito.
*¿Y qué piensas hacer? Ella ya eligió al otro*
Aun queda una pequeña esperanza.
*Sólo tú puedes verla. Corazón, hazme caso... el único lastimado aquí serás tú*
Deberías apoyarme.
*Y tu deberías hacerme caso... pero no, ambos somos igual de necios*
Charlotte se levantó de su asiento, con su teléfono a la oreja. La seguí con la mirada hasta que se detuvo al lado de un pilar. Hizo un gesto de sorpresa y luego se froto el cuello. Siempre hace eso cuando se le olvida algo.
Regresó y se sentó, suspiró y dejo caer sus codos en la mesa, colocó su cara entre sus manos, y sus mejillas se estiraban hacia arriba de forma graciosa. Nos miró.
     — Olvidé por completo que era fin de semana, y tengo que ir a casa de Eduardo.
Lo sabía. Olvidó algo.
     — ¿Quién es Eduardo?— preguntó una de las chicas que nos acompañaban hoy, creo que se llamaba Corina. Para mi sorpresa no fue Carlos... creo que está más que bien informado.
     —Mi padre.
Se limitó a asentir. 
     — ¿Quieren ir a cenar a casa? Llevaron comida china... y podemos comprar más si no es suficiente.
     —Claro— respondieron todos.
Nos levantamos de la mesa y llevamos los zapatos especiales a su lugar. Salimos del lugar y nos pusimos de acuerdo en qué coches se irían.
Yo llevaría a Max y su acompañante conmigo. Nick trae su auto, así que juntos se van él y Marcel; Max y León traen su auto propio y Charlotte se va con Carlos, en su Mercedes Benz, claro.
Subí al Jeep dando un portazo. No espere a ver cómo ella se iba en su lujoso auto. Max subió junto a Laura o Mary, no me sé su nombre.  
Todos salimos del estacionamiento, en fila.

˜***˜

Todos aparcamos junto a la acera de la casa de Eduardo y salimos de los autos. Me quedé parado viendo como Charlotte iba jugueteando con Carlos; así que fui el último en entrar.
Cerré la puerta  y volteé hacía las escaleras. La pequeña Madeleine venía a toda velocidad bajando las escaleras, cuando llegó al último escalón se paró y me miró. No tardó ni cinco segundos cuando una gigante sonrisa se asomó por su linda carita.  Corrió esta vez hacía mí, y me abrazó las piernas. La levanté y le di un beso en la mejilla.
     —Nicolás, hace muuucho tempo que no venías a visitadme, te extañe.
Me abrazó.
     —Yo también te extrañe, pequeña.
     — ¡Qué milagro que te dejas ver!— me saludó Josh terminando de bajar las escaleras.
     —Ya sabes. Me desaparezco.
     —Lo noto. ¿Has visto a Meri?
     —Creo que en cuanto escuchó a Charlotte entrar, se fue corriendo con ellos.
     — ¿Ellos?
     —Sí, tienes visita; y bueno, estas prácticamente en pijama.
     —No importa. Me veo sexy.
Me reí. Madeleine negó con la cabeza y se golpeó la frente con su manita.
     — ¿No soy sexy Madeleine?
     —No. Tu edes... — paró para pensar —edes todo menos sepsi.
Josh finjió cara de ofendido y se llevó una mano al pecho.
     —No me dirijas la palabra Madeleine— dramatizó.
Ella hizo un ademán con los hombros en señal de indiferencia.
Esta niña es tan tierna.
     — ¿Y quién me visita?
     —Unos amigos de tu hermana. Ah, y también su querido.
     — ¿SU QUÉ?
     —Carlos, su querido.
     —Ahora es: Carlos, el que se queda sin dientes.
Caminamos hasta el patio, los chicos ya estaban perfectamente bien instalados, y Eduardo se encargaba de poner en reproducción su extensa lista de clásicos. He ahí el por qué el amor por los clásicos de Charlotte.
Las chicas que acompañaban a Max, León y Max ya se habían ido, al parecer "no querían incomodar"; ahora todos estamos en confianza (a exepción de mí con Carlos).
Bajé a Madeleine de mis brazos y corrió hasta su perrita, que ya había crecido bastante desde la última vez que la vi. La tomó en sus brazos con dificultad (está un poco pasada de peso) y la acercó a mí. Me puse en cuclillas y acaricié a la perrita por el entrecejo.
     —Toma. Está pesada— me dijo, dejando a la cachorrita en mis brazos.
     —Okay— la coloqué bien, y no tardó mucho en acostumbrarse al calor de mi cuerpo.
     —Ven a sentarte Nicolás— Marcel palmeó la silla que estaba al lado de Josh.
Me senté con la perrita entre mis brazos.
     —Esa perra lo único que hace es: comer, dormir, jugar, comer, comer, jugar y dormir, dormir, dormir— comentó Eduardo —Voy por la comida china.
Sonreí y seguí acariciandola. 
     — ¿Qué?— todos me miraban.
     —Qué bonito papá— se burló Marcel.
     — ¿Quién es su mamá?— preguntó Josh siguiéndole el juego.
     —No lo sé, una mañana sólo apareció en mi puerta... —bromeé, miré a Charlotte de reojo y ella sonrió.
     — ¿Puedo tomarla?— preguntó Carlos.
     —Claro— respondí.
Se la pasé a Marcel, ella a Nick y Nick a Carlos.
     — ¿Cómo se llama?— preguntó.
     —Chata Panda de la Luna Pony Lila— respondió Charlotte. Todos soltamos una carcajada, ¿quién le pone así a un perro? —pero le apodamos Lily.
Volvimos a reír.
     — ¡Yo ayudé a escoger el nombre!— presumió mi prima.
De la nada, Carlos se levantó con la perrita entre sus manos, la razón: "Lily" se orinó encima de él.
Todos nos quedamos boquiabiertos, a Charlotte casi se le salen los ojos.
     — ¡Lily!— regaño Charlotte.
No sabía si reírme o carcajearme, así que mejor me quedé callado.
     —Lo siento, Carlos, yo... ella, no... ella no es así... nuca había, ash. ¡Lily qué hiciste!
Charlotte seguramente quería que la tragara la tierra. Josh estaba burlandose en silencio de Carlos, al igual todos (incluyendo a Meri), por exepción a Marcel, ella permanecía con la boca abierta.
     —No es nada... sólo, sólo es pi-pi.
     —Si quieres... Josh puede prestarte unos pantalones... o no sé. Qué pena Carlos, perdón, de verdad.
     — No te preocupes... pero, ¿podrías prestarme...?
     —Claro, vamos adentro.
Dejó a Lily sobre el pasto y ambos entraron a la casa.
Las risas no se hicieron esperar. Fue tan gracioso. Su cara, no sabría cómo describirla, fue de asco y asombro al mismo tiempo, pero con horror. No se me va a borrar nunca esa expresión.
     — ¿Qué pasa aquí?— preguntó Eduardo con la colocando la comida china sobre la mesa.
     —Lily, orinó encima de Carlos— respondió Josh entre risas.
     — ¡No es gracioso! ¡Qué malos son!— nos regaño Marcel.
No le tomamos importancia a su comentario, y ella se molestó. Se dió la media vuelta y se adentró a la casa también. Meri nos hizo señas rápidas y se fue detrás de mi prima. Chismosa.
    —Saben... ese tipo no me cae ni un poquito— comentó Josh.
     —Yo creo que a ninguno de nosotros— dijo Alexis. Nosotros asentimos.
Miramos la comida, y como autenticos comelones que somos, nos abalanzamos sobre ella. Eduardo ya nos conoce, así que volvió adentro junto a Lily como si nada hubiese pasado.
Carlos llegó junto a nosotros con unos pantalones ajustables de lana que Josh usa para dormir.
     —Hey, esos son mis favoritos— se quejó Josh.
     —Oh, lo siento, yo no sabía... tu hermana me los dió.
     —Ninguno de tus pantalones le quedaron, Josh estas demaciado obeso— comentó Marcel.
     —No, yo estoy bueno.
Charlotte le dió un golpe en el hombro para que se cayara. Al parecer Carlos ya estaba lo bastante incómodo. Bueno... ¿qué tal si hacemos que se sienta más?
     — ¿Ya se terminaron la comida?
Miramos instantaneamente hacia la mesa con todas las envolturas y cajas vacías.
Asentimos.
Ellas rodaron los ojos y Charlotte entró a la casa.
     —Comen como gordas en depresión ¿sabían?— dijo Meri —hay personas por aquí que también comen.
Volvimos a asentir.
     —Qué bueno que lo sepan— nos dijo Marcel.
Josh le susurró algo al oído a Max y él asintió. Fueron pasando el mensaje de uno en uno hasta llegar a mí. « ¿Hacemos el reto del agua?» Sonreí. Ese reto era genial. La última vez casi me orino en los pantalones. Asentí. Josh corrió adentro por el agua, y casi le tira la comida de las manos a Charlotte. 
     —Por suerte Eduardo gurdó esto para nosotros.
Le entregó a cada uno su caja de comida.
     —Gracias a Dios, alguien aquí sabe que queremos comer.
     —Ya Meri, no seas exagerada, ¿quién come como gorda en depresión ahora?— Josh había vuelto como rayo.
     —Tampoco soy una anorexica para no cenar. Se necesitan las tres comidas al día.
     —Justificate con eso.
Típicas peleas de hermanos.
Extraño a Cinthia.
     — ¿Quién juega?— preguntó Josh.
Alexis y yo levantamos la mano instantáneamente. Le debo la revancha de la última vez.
     — ¿Alguien más? Necesitamos otro jugador... Anímense. Cobardes.
     — ¿Por qué no lo haces tú?— atacó León.
     —Por que yo soy el referí.
     —Puedo ser yo— se apuntó Ty.
     —NO— negó Josh inmediatamente —Yo puedo ser, ustedes sean la porra. 
Todos negamos, Josh es un verdadero cobarde.
     — ¿De qué trata el juego?— preguntó Carlos.
Perfecto.
Josh le habló sobre las reglas, lo que tenía que hacer, y lo que no; y lo que más me gustó del asunto es que dijo: «si juego».

˜***˜

Sé que es el reto más estúpido del planeta, pero resulta ver divertido cómo tres idiotas como nosotros compiten para ver quién se hace del baño primero.  
Tomamos toda el agua que nos había traído Josh, al principio no sentí nada, pero pocos minutos después comenzó esa sensación de ir al baño. He aguantado todo un camino en un viaje largo, ¿qué si puedo con esto?; Es pan comido.
Josh nos miraba, mientras las chicas hablaban sobre sus cosas, volteaban de vez en cuando y se reían de nosotros. Normal. 
     — ¿Desde cuando juegan esto?— preguntó Carlos con las manos sobre su entrepierna.
     —Desde los 12 años— contestó Alexis.
     — ¿Y no les ha traído efectos secundarios?— los tres apretábamos nuestra entrepierna; aunque en realidad no sé por qué, siempre lo hacemos, pero en realidad no creo que sirva de nada.
     — ¿A qué te refieres?
No pudo contestar la pregunta por que Carlos se levantó de su silla y corrió hasta el baño. Alexis y yo nos miramos. Sólo eramos él y yo.
A los pocos segundos Alexis infló las mejillas de forma graciosa y corrió directo al baño también.
     — ¡Gane! ¡Otra vez!— vitoreé.
No podía levantarme de la silla, por que estaba seguro de que tendría que hacer sobre el pasto. Permanecí sentado hasta que Alexis y Carlos volvieron. Después entré como alma que lleva el diablo al baño y salí al patio como todo un campeón del juego más estúpido del planeta.
     — ¡Ganador!— me llamó Max —¡Ganador, ganador!— hablaba como homosexual —lo debes tener demasiado duro para aguantar tanto.
Cuando Max actúa como homosexual, suele decir cosas no aptas para niños pequeños, por eso no dejamos que Madeleine esté aquí. Los chicos rieron y yo también. Al principio asusta, pero depués causa gracia. Se acercó a mi oído y me susurró «hasme tuyo», obviamente lo suficientemente alto como para que los demás escucharan.
     —Lo siento, no hago tratos con gays desesperados.
Me senté junto a Carlos, ya que era la única silla libre. Max volvió a la suya y cruzó las piernas.
     —Oye, ¿las mujeres no se sientan con las mujeres?— preguntó Ty.
     — ¿Tú también quieres jugar papi? Pues también para ti tengo.
Max comenzó a encimarse en Ty, a toquetearlo y demás.
     — ¿Te gusta? ¿Te gusta?
     —Piche gay. Ponte en paz pendejo.  
Las chicas soltaron una carcajada. Era muy divertido.
     — ¿Te gusta verdad?— me preguntó Carlos.
     — ¿A quién te refieres? Yo no soy de esos.
     —No, yo hablo de... — apuntó a Charlotte con la mirada discretamente —Dime. Si voy a tener interferencias en el juego, es mejor saberlas desde ahora.
     — ¿Qué dices?
     —Si voy a tener a alguien más que quiera conquistarla, debo saberlo.
No contesté.
     —Te lo advierto Nicolás, yo siempre consigo lo que quiero.
     — ¿Y tú la quieres?
     —Toda para mí.
     — ¿Por qué siento cómo si hablas en doble sentido?
     —No te metas en mi camino Wenstern.
     —No me la quites así.
     —No se consigue todo en esta vida. Pero yo hago hasta lo imposible para tenerlo.
¿Él me había amenazado?
Se levantó de momento y se acercó con Charlotte, la abrazó y le recorrió la espalda con la mano, sólo para hacerme enojar, le dió un beso en la mejilla, que casi fue en la boca y desapareció por la puerta.
Ya somos dos los que jugamos.

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¡Holawas!

Primero que nada: Malo Carlos.
Segundo: Lo siento por tardar, en serio, espero que comprendan. Estoy en examenes finales, y eso... eso es horrible. :'C
Sólo les dejo aquí este pequeño recadito :**
¡LOS AMO MUCHO!
Gracias por todo c;
Nos vemos en el próximo :***
Sale Bye!!
c: :v :b :B :D c: c;

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