Capítulo especial.

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CHARLOTTE

Hacia ya 3 años de mi partida. Mi madre consiguió un gran puesto en la empresa... pero esa gran oportunidad tenía un gran precio. Y ese precio era separarme de todo lo bueno y lo malo que conocí. Encontrándome con otras cosas buenas... malas... y peores en mi nuevo hogar. No puedo negar que vivir aquí es increíble; con nuestra gran casa, sólo para las dos (y para Chelsea —nuestra perrita—), con una piscina... un gran jardín, situada en un hermoso vecindario... con increíbles vecinos. Estudiar en uno de los mejores colegios... con increíbles maestros e increíbles chicos y chicas.
Pero siempre... cada día, cuando me levanto, siento que algo me falta.
Sólo regreso por los días festivos, pasando desapercibida por todos. Excepto por Eduardo y mis hermanos... que es con quienes permanezco.
Y aunque no lo acepte, cuando regreso aquí extraño todo; cada risa, cada enojo, cada pelea, cada insulto, cada ocurrencia de los chicos. Porque cuando estoy allá los recuerdo.
Con frecuencia escribo cartas, las llevo al correo, pero nunca les escribo el destinatario. Es extraño... pero me hace sentir mejor... es como si... ellos lo leyeran a través del aire... y supieran todo lo que me ha pasado. Y supieran cuánto los extraño. Y supieran que no estoy enojada. Que nunca lo estuve. Pero soy cobarde. Mi orgullo es demasiado. Y me dejé vencer por él.
Mi vida no ha sido tan miserable aquí. De hecho me ha ido bastante bien. Sigo con mis excelentes calificaciones. Tengo amigos. Tengo pretendientes. ¡Cambié mi look! ¡Uso faldas!, que al parecer no son tan malas, ah, y hago ejercicio. Creo que eso le alegraría muchisímo a Marcel.
Y ahí es cuando pasa. Pienso en todo lo bueno... y aparecen ellos. Aparece la tristeza y la nostalgia. Y justo en estos momentos es cuando sólo quiero tomar un avión y regresar, y darles un abrazo, y darles un beso, y pedirles perdón. Pero no podía.
Cada que me siento mal... recurro a la carta de Nicolás.
No he sabido nada de él en estos últimos 3 años.
Tal vez ya tiene esposa e hijos... quién sabe.
Tal vez lo que dijo en esa carta fue tan cierto que aún espera por mí.
Debo confesar que el primer día que llegué aquí lloré. Lloré como descocida. Absolutamente toda la noche. No sabía si era por dejarlos a todos... si era por el estúpido de mi ex... por todos los recuerdos que me bombardearon al instante... o si era por haberme dado cuenta que también lo amaba.
Mantenía contacto con Alexis, todo el tiempo... a todas horas; él me informaba cómo iba todo por allá, y me alegraba todos los días al saber que iba igual.
Sentí el violento aterrizaje del avión y mis nervios estaban a flote.
Tres años habían pasado.
Y por fin pude regresar.
Baje del avión. Tome mis maletas. Y me adentré en el aeropuerto.
Las piernas me flaqueaban, y comenzaban a darme nauseas.
En cuanto logré verlo se acercó a mí con los brazos extendidos y una gran sonrisa en el rostro. Se veía mejor en persona. Se había recortado el cabello y dejado crecer un poco la barba... realmente guapo... y sexy.
     —Te vez maravillosa— me dijo. Yo se lo agradecí separando nuestro emotivo abrazo. Con los tacones era más sencillo alcanzarlo. Tomó mis maletas, llevándolas hasta ese precioso auto que aun conservaba.
     —Lola, ya te extrañaba— le dije.
     —Y ella a ti... anda, sube, chica de ciudad.
Miré por la ventana y pensé: Ya no éramos los mismos, ni física, ni emocionalmente; todos teníamos estudios, próximamente una graduación y un empleo. Habíamos madurado. Y aunque no tengo la menor idea de cómo haré para volver a verles a la cara, reuní todo mi valor, mi coraje, y confié en que la buena suerte me acompañase.

MARCEL

Me miré al espejo... y sonreí falsamente. No podía ser completamente feliz desde que mi mejor amiga se fue. Algunas veces me culpaba... otras veces me decía a mí misma que era lo mejor. Nuestro 'intermediario secreto', nos mantuvo al tanto de la nueva vida de Charlotte. Y me alegro mucho por ella. Ha tenido mucha suerte.
Supuse, al enterarme de la maravillosa vida que llevaba, no tenía motivos para volver. Y tuve razón. Han pasado tres años, y nunca he recibido una llamada suya... ni siquiera en mi cumpleaños.
Si supiera cuánta falta me hace... y el dolor que siento... no creo que quisiera volver a hacer lo mismo conmigo ni con nadie más.
Toda mi vida la pasé junto a ella. Nunca conocí a alguna persona que tuviera una amistad tan grande como la de Charlotte y yo. Éramos únicas en el universo (según nos describimos a los ocho) e inseparables por naturaleza; nos considerábamos siameses. Yo nunca conocí la palabra amistad en otra persona... y nunca la conoceré. Ella siempre fue, será y es mi única y mejor amiga siamesa en el universo. Cuando alguien me pregunte cómo se siente perder una parte de ti por una pareja, yo le responderé con seguridad que preferiría sufrir por un chico que por una amistad perdida.
Lo que más me dolió fue salir del Instituto y no poder felicitarla y decirle cuánto la quiero y cuan agradecida estoy con ella por todo; el primer día de Universidad, poder desearnos suerte mutuamente, y emocionarnos porque 'seríamos todas unas chicas grandes' con la Universidad y todo. Encontrar a uno que otro chico guapo y hablarle sin miedo... ¡porque éramos universitarias!. Pero no pudimos. Vimos demasiado cerca el futuro, confiándonos más de lo  necesario.
Nick, Max y Nicolás iban a pasar el fin de semana aquí, ya que tenían un merecido descanso de cuatro días. 
Baje las escaleras hasta sentarme en el sofá. No pude ni siquiera ponerme cómoda cuando el teléfono comenzó a sonar como descocido.
Me levanté a regañadientes y atendí.
     — ¿Si?
     — ¡MARCEL! Te espero en el boliche en quince minutos.
No pude preguntar si quiera el por qué, cuando ya había colgado.
Idiota.
Tomé las llaves del auto y me dirigí hasta el famoso boliche.
Distinguí la cabellera ya recortada de mi amigo y me acerque a él.
     —Se supone que iríamos por los chicos al aeropuerto, no que vendríamos a jugar bolos. Oh, — me percaté de que mi amigo tenía una chica al lado — ¿No podías presentarme a tu novia de camino al aeropuerto?  
Ella rió estrepitosamente.
Fruncí el ceño y la examiné con más detalle.
Delgada, cabello negro corto hasta los hombros, maquillada naturalmente, y vaya que tenía buen gusto con la ropa.
Levantó su cabeza y pude verle mejor la cara.
Sonrió.
Me quedé estupefacta.
No podía ser cierto.
Ella no podía estar aquí.
Se levantó y caminó hacia mí.
¡Tenía tacones! ¡Y no tenía lentes! Se veía tan diferente y hermosa.
Temblaba y el nudo en la garganta apareció.  
Cada paso, cada pestañeo, el sonido de mi corazón acelerado, lo sentí en cámara lenta.  
Se paró frente a mí y pude notar cómo contenía las ganas de llorar.
     — ¿Esta es la parte en dónde tengo que pedirte perdón?— se agachó.
Las lágrimas me corrían todo el maquillaje... un poco más  y me parecería a un apache.
     —Supongo. Aunque, la verdad creo que estamos a mano. 
Nos abrazamos. Lloramos. Juntas. 
     —Has envejecido bastante— le dije limpiándome la cara y sorbiendo por la nariz.
Ambas reímos.

NICOLÁS

Ya que no teníamos auto... por lógica alguien tenía que recogernos... y al estar sentados aquí por más de una hora, me dice que ese 'alguien' se había olvidado de venir por nosotros.
Nick estaba decidido a enviarle textos a mi prima hasta quedarse sin crédito. Max estaba dispuesto a seguir durmiendo y yo a ir al baño.
Me levanté y me dirigí hasta el lugar deseado por mi vejiga.
Cuando salí rocé el hombro con una chica, no pude alcanzar a verla bien... pero se notaba a distancia lo hermosa que era. Me disculpé elevando la voz para que me escuchara, pero supongo que no lo hizo. Vi una pulsera en el suelo y la levanté.
*Y ahora tendrás un pretexto para hablarle*
Me emocionó demasiado tener ese pretexto.
*Sé cuidadoso*
Contradiciendo a mi amado subconsciente corrí (empujando personas, claro) hasta alcanzarla y no perderla de vista, podías perder a cualquiera en los aeropuertos... lo digo por experiencia, es traumante... y más a los 6; la tomé delicadamente del hombro que había rozado anteriormente, y puedo felicitarme a mí mismo por ser tan observador. Sí que era bellísima.
Me miró esperando una reacción de mi parte.
Sacudí la cabeza y le mostré la pulsera.
     — Se te cayó esto— tartamudeé.
     —Oh, gracias.
La recogió de mi mano, rozando ambas. Sentí un ligero cosquilleo. Le sonreí. Ella ni se inmutó. Parecía que quería salir de ahí.
     — ¿Tienes prisa?— pregunté un poco tímido.
     —No, es sólo que estaba buscando a mis amigos... que al parecer no veo por ninguna parte.
     —Si quieres puedo ayudarte. Puedo ir hasta la cabina de micrófono y llamar: "una chica muy hermosa, la cual no sé su nombre... busca a sus amigos, los cuales tampoco sé su nombre; favor de encontrarse con ella en los baños, gracias"— hice que sonriera. Era adorable. Sus mejillas eran tan grandes, que cuando sonreía así de grande, sus ojos se hacían pequeños. Repito, adorable.
     —Por cierto... yo soy Nicolás, Nicolás Wenstern.
Extendí mi mano y ella pasó saliva.
Quería hablar pero no podía, quería tomar mi mano pero algo se lo impedía. Sonreí para darle más confianza. Al final la tomó y con la cabeza gacha me respondió:
     —Sí... creo que ya nos conocemos —pausó y suspiró, estaba seguro de que se equivocaba —Me llamo Charlotte.... Charlotte Gómez.
Abrí la boca estupefacto. No podía ser cierto.
Levantó su cabeza y me miró tímida.
La jalé suavemente de la mano y la abracé. La abracé con todo el amor del mundo. Como nunca antes había abrazado a alguien. La abracé como había querido hacerlo en estos últimos años.
La separé de mí y nos quedamos mirando. Volví a sonreír.
Todo este tiempo, mi conciencia decía: olvídala. Pero mi corazón seguía necio. Y ahora está aquí. Y no pienso volver a dejarla. Una gran emoción creció dentro de mí. Una gran necesidad de abrazarla para siempre. Y un miedo inmenso de que si pestañeaba ella desaparecería.
     —Al final tuve razón en algo... no fue un adiós, si no un hasta pronto. Pero qué se supone que debo hacer ahora. No quiero perderte. 
Miró el suelo.
     —No quiero perderte— repetí. 
Levantó la vista y se acercó a mí.
     —Hola, soy Charlotte ¿cómo te llamas?— estaba de lo más natural.
     —¿Qué haces?
     — ¿Cómo te llamas?— repitió. 
*Habría que empezar de cero*
     —Para usted, hermosa dama, puedo ser hasta el mismísimo Dios.
     —Debo advertirle caballero, que no soy una presa fácil.
     —No tiene por qué repetírmelo dos veces. 

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¡TAN TAN!
jojojojojojo
¡Hola zanahorias!
Ya, por fin... aquí tienen su final 'feliz'; no soy buena con esas cosas.
Aunque esto sólo es un capítulo extra para no dejarlos con la duda y el remordimiento.
EL FINAL OFICIAL FUE EL OTRO.
Esto es extra especial ¡para ustedes! Que los amo muchísimo ♥
Gracias por tanto. 
Nos leeremos pronto en mi nueva novela :3 (que por cierto está en mi perfil). 
PD: No me extrañen xD
Sale Bye!
c. :B :F :3 C: :c :B :D xD xp :p °3°
    

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