Capítulo 14: De chantajes va la cosa.

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MARCEL

En una semana. Faltaba una bendita semana para la fiesta de Vanessa, y no he podido convencer a Charlotte de que vaya conmigo. A veces me desespera que tenga una actitud tan amargada, y a ella que yo tenga una tan fiestera, pero… ese no es el punto. Sólo quiero que por una, UNA vez en su vida vaya a una verdadera fiesta de adolescentes de 17 años, y después podrá quedarse en su casa tomando el té en una mecedora, leyendo y cuidando gatos por no haber conocido a un chico lindo en una fiesta. Hice de todo, DE TODO, prácticamente hasta me caigo de un puente, pero ni eso logro que fuera a la fiesta, pretextos comunes son los que salían de su boca, pero tendré que recurrir al plan B.
Estuve escondiéndome de ella todo el día, no quiero que conozca mi malévolo plan B, bueno… no es tan malévolo, sólo necesito que el chantajista más grande del planeta, y hombre que conoce mejor que ningún otro a Charlotte me ayude un poco.
Busque a Alexis por todo el colegio, pero no lo veo por ninguna parte; ¡Vamos el colegio no es un castillo!
¡Bingo!, y ahí estaba, la figura del rubio de espaldas apareció ante mí, bueno… a pocos metros de mí, pero... no estaba solo. Estaba, estaba con, ¡Nicolás! Oh, oh, esto no es bueno. Estos dos hombres se odian a muerte, ¿el por qué? POR EL TONTO DE MI PRIMO.

Todo paso cuando estábamos en la primaria. Alexis, Charlotte y yo éramos los mejores amigos del mundo. Éramos tan unidos, tan felices juntos, hasta Nicolás se llevaba bien con nosotros aun siendo un año mayor. Pero no sé qué pasó, un día en tercer grado, Nicolás comenzó a agredir a Alexis, con empujones, jalones, insultos, puñetazos, de todo; Alexis pensó que estaba enojado, que se le pasaría, que sólo era un juego. Pero pasando los años las agresiones se intensificaron, se hicieron más frecuentes y fuertes. Otro día en quinto grado, Nicolás llego de la nada con sus amigos, y comenzó a golpear sin piedad a nuestro amigo, lo pateaba, lo insultaba, le daba puñetazos en todo el cuerpo, Alexis comenzó a sangrar del rostro y a retorcerse del dolor en su abdomen. Los amigos de Nicolás al principio reían, pero después hasta ellos se asustaron de la manera tan brutal en que lo estaba golpeando. Charlotte y yo no sabíamos que hacer, llorábamos, era lo único que podíamos hacer. Nicolás dejo de golpearlo por la intersección de los profesores. Alexis se levantó y aun así, después de la gran humillación, del dolor –le había roto la muñeca– él camino hasta nosotras, nos abrazó, y nos secó las lágrimas.
Nunca supimos el porqué del ataque de Nicolás, y hasta la fecha él no ha querido decir nada a nadie, pero mi madre me dijo que el sufría de hiperactividad (o algo así) en esos momentos, aunque sólo fue pasajero. Supongo que se avergüenza de lo que hizo. Y esa también fue la razón de que Alexis se fuera a los Estados Unidos, porque sus padres habían decidido dejarlo aquí con una tía suya, pero después de eso, se lo llevaron. Una lágrima recorrió mi mejilla al recordar las escenas tan horribles; decidí acercarme más para poder escuchar, no será otra broma para mi amigo porque lo asesino yo misma. Me escondí atrás de uno de los árboles del colegio.
     —Yo, yo... no sé qué me pasó en ese momento, y ya no puedo con esto, todas la noches todo se me viene a la mente, sé que fue mi culpa que te hayas ido. El que te fueras fue mi culpa, y el que tengas ese odio hacia mí también, sé que no merezco que me perdones, pero... Alexis, quiero que todo vuelva a ser como hace años, como cuando éramos niños, cuando éramos amigos.
     —Nicolás, todos estos años también he anhelado lo mismo, pero... se me hace difícil volver a confiar en ti.

     —Y lo entiendo, pero... ya no puedo con esto.
     —Te perdono.
     — ¿Enserio?
     —Claro, yo también quiero que todo sea como antes
.
     —
Nicolás, Nicolás, nunca creí que fueras tan cursi— exclamé, salí desde atrás del árbol y me les lance encima a ambos. Los dos comenzaron a quejarse y mi primo a gritar.
     —
¡MARCEL QUITA MI CARA DE TUS MELONES!— gritó. Los solté y Alexis comenzó a reír.
     —
Para ser tan pequeña tienes una gran fuerza— comentó mi amigo alborotando un poco mi cabello con su mano.
     —
Pues, querido amigo, si hubieras estado en mi lugar, no dirías lo mismo— bromeó Nicolás pasando un brazo por los hombros de Alexis. Ambos soltaron una carcajada y yo los miré mal.

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