Capítulo 25: El orgullo por delante.

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MARCEL

Quisiera maltratar a mi primo hasta el cansancio. Pero no lo haré. No frente a Charlotte y los chicos.
Max, Nick y yo decidimos llevarlos a ambos a su café favorito, para que aunque sea pudieran mirarse. Pero, en realidad no ha pasado nada más que un hola.
Han pasado más de diez minutos desde que llegamos y ocupamos una mesa, además de los minutos que pasaron desde que nos entregaron nuestro pedido. Se nota la tención en el ambiente. Nadie ha dicho una palabra, nadie ha hecho nada, nada más que mirar la mesa, su teléfono y comer. Miré a Nick y a Max, ellos se volvieron a mí con un movimiento de cabeza, les guiñe un ojo a ambos para que me siguieran la corriente.
     —Bueeeeno, vinimos a un funeral ¿o qué?— dije elevando la voz, Charlotte y Nicolás dieron un pequeño brinquito y se volvieron a mí extrañados. —Ustedes saben a que me refiero par de orgullosos.— Negaron con la cabeza, volvieron a su teléfono y a jugar con sus dedos, tratando de ignorarme.
Mala decisión.
Comencé a marcar un ritmo con una cuchara, los chicos me siguieron la corriente, marcando el ritmo de la canción con un vaso, y con las manos. Cada uno con su... si se pudiera llamar instrumento.
Todos conocíamos bien la canción. Fue la canción con la que nos conocimos (al menos Charlotte y yo), el primer día del instituto, yo la cantaba, Nicolás hacia el ritmo, y los chicos llegaron de la nada, marcando también el ritmo, después apareció Charlotte, la vi tarareando la canción y moviendo el pie al ritmo, la anime a cantar conmigo (fueron sólo los coros, ya que no quería cantar más), y así, se conformó nuestra bolita, el primer día de clases. Fue divertido.
Nicolás no levantó la mirada, pero sabía que estaba sonriendo por dentro, Charlotte nos miró y se iluminaron los ojos, nos sonrió y se nos unió, esta vez cantando toda la canción junto a mí. De tanta emoción que teníamos al cantar, nos levantamos de nuestra mesa, y marcamos el ritmo más fuerte, haciendo que se escuchara por todo el café. Nos movíamos y bailábamos por todo el lugar; pasábamos de mesa en mesa, la gente, de principio nos miraba raro, pero después nos animaban y cantaban junto a nosotros. Pronto, todo el lugar se unió a nuestra canción, menos mi primo.
Me acerque a él y lo saque a la fuerza de la silla, tratando de no caerse se sostuvo de la mesa, se irguió inmediatamente y me miró serio. Toda la gente se calló de repente por órdenes de los chicos dejando a Nicolás que diera el gran final.
Todas las miradas estaban en él, y él no sabía que hacer. Por fin se animó a cantar la parte final, y todo el lugar estalló en aplausos.
Sonreímos satisfechos y salimos de ahí lo más rápido posible.
     — ¡Eso estuvo genial!— exclamó Nick aplaudiendo estruendosamente.
     —Chicos...— nos llamó Charlotte —Sólo salimos, no recuerdo haber pagado— comentó jugando con sus dedos. 
     —Interesante mi querida Charlotte. ¡Por fin has hecho algo indebido! ¿Cómo se siente haber salido sin pagar?— jugueteó Nick abrazándola por los hombros. 
     —No se siente nada. Culpabilidad, eso se siente.
     — ¡No!, esa no era la respuesta; era el momento en el que tú te revelarías y te harías malota y dirías: ¡Eso fue genial chicos, nunca más volveré a pagar en un café!, y después te irías como todo una chica mala aventando a toda persona que se metiera en tu camino. 
     —Sigue soñando, querido. Eso, en mí, no pasará.  ¿No regresaremos a pagar?
     —Les dimos un show gratis, ¿qué más quieren?— le respondió Nicolás cruzado de brazos. Ella asintió con la cabeza sin decir nada más. ¡Qué tengo que hacer para que se dirijan la palabra!
Seguimos por todo el centro comercial hasta llegar al cine.
     — ¡Hay que entrar! ¡HAY UN ESTRENO!— vitoreó Max viendo la cartelera.
     —Paso— dijo Charlotte dando media vuelta, a lo que yo la detuve. 
     —Vamos... ¿acaso tiene miedo la pequeña?— retó Nicolás mirándola con una ceja alzada, burlón.
Esto no está bien. Nada bien. 
Charlotte se soltó de mi agarre, y se acercó a él tentadoramente cerca de su rostro. Nicolás ni siquiera se inmutó ante la reacción de mi amiga. Repito: Esto no está nada bien, NADA, NADA.  
     —Te aseguro que conozco peores diablos por personas de carne y hueso, que el mismo diablo en persona.
Nicolás dio un paso más hacia adelante quedando sus labios rozando la oreja de Charlotte. Se notaba que disfrutaba la situación. —Entonces, no tienes que temerle a una simple película, del diablo que no conoces ¿cierto?
     —Dalo por hecho.
Yo estoy que me desmayo. Creo que era mejor que no se dirigieran la palabra. Dios, que orgullosos.
     —Nick, Max, vayan a comprar las entradas. Nicolás y Charlotte acompáñenme por la botana.
Juro que mi amiga me explotó la cabeza con las balas de alto calibre que salían de sus ojos. No debí decir eso. —Mmm, ¿quieren que vayan Max y Nick?
     —No.— respondieron al unísono secamente.
     —Ok, los vemos en la entrada chicos.— Los dos castaños se fueron a formar para comprar las entradas. Nosotros caminamos hasta el otro lado. — ¿Qué compramos?— pregunté mirando la lista de precios y paquetes. Nicolás se adelantó llegando a la caja para comenzar a pedir. 
     —Hola chicos, ¿en qué puedo servirles?— preguntó una chica castaña desde atrás del mostrador. 
     — ¿Cuál es el mejor paquete para nosotros?— preguntó Nicolás, a su lado se encontraba Charlotte mirando la estantería con dulces.
     —Bueno, para ustedes tenemos el combo pareja...— Charlotte despegó la vista de los dulces y fulmino a pobre chica con la mirada. Nicolás se quedó perplejo y yo no pude haberme reído más fuerte. —Mmm, ¿cuántos son en total?— preguntó la castaña notablemente nerviosa.
     —Somos cinco en total señorita— dije acercándome a ellos.
     —Oh, lo siento es... yo, no sabía que venían... y, bueno, perdón por lo de antes. Les tenemos el combo friends, tiene dos paquetes extra grandes de palomitas, cinco refrescos, los dulces que elijan, que no excedan los ocho y una mini-pizza gratis.
     —Ese esta bien.
     —Un combo friends, en camino.
La chica desapareció por detrás de la barra y a los pocos minutos nos entregó el pedido. Obviamente, Charlotte había escogido todos los dulces, para ella.
Mientras Nick y Max entregaban las entradas, Charlotte tomaba con cuidado los dulces de la bandeja, la cual cargaba Nicolás, el cual, no se daba cuenta de que los dulces desaparecían poco a poco.
Nicolás por fin se había dado cuenta de que los dulces habían desaparecido, y los buscaba por el suelo, pensando que pudieron haberse caído, pero, no habían caído nada más y nada menos que al estómago de Charlotte, ahí sí cayeron.
     —Chicos ¿Y los dulces?— preguntó después de su fallida búsqueda. Todos miramos a Charlotte, y sus bolsas llenas de dulces.
     —Yo no los tengo— negó mi amiga retrocediendo hasta pegar con la pared.
     —Yo quiero el mío.— reclamó Nick.
     —Y yo el mío.— reclamó Max.
     —Si seguimos aquí, nos perderemos la entrada a la película.— dijo Nicolás con aires de frustración. Los chicos se separaron de Charlotte y ella respiro normal otra vez, me acerque a ella y la abrace, tratando de quitarle los dulces, pero detuvo mi mano. Y así estuvimos hasta llegar a los asientos del cine, luchando silenciosamente por los dulces.
Nos sentamos en fila niña-niño, siempre hacíamos eso; primero Nick, después Charlotte, Nicolás, yo y Max de ultimo.
La película comenzó, y los interminables anuncios son lo primero que vemos. Charlotte está tranquila, pero en su conciencia sabe que es una malvada ladrona de dulces. Nicolás me estorba lo necesario como para no dejarme ver dónde escondió los dulces.
     —Quítale un dulce— le susurro.
     —No.
     — ¿Por favor?
     —No.
     —Sólo dime donde los tiene entonces.
Él volteo discretamente hasta mi amiga. —Los tiene en la bolsa derecha. Yo estoy a su izquierda, de  todos modos no podría quitarle uno. 
Si él no, Nick sí. Rápidamente saco mi celular y le envío un texto:
                                         "Quítale un dulce, están en su bolsillo derecho"
No alcanzo a ver su maniobra extraordinaria, por que no quiero ser muy obvia, pero... segundos después tengo un dulce aterrizando sobre mi cabeza. Genial.

˜***˜
A mitad de la película, yo ya me estoy muriendo de miedo. Y justamente para eso es la formación niña-niño, para que en una película de terror como esta, tengamos dos brazos fuertes que nos protejan de los demonios de la pantalla, pero en realidad, creo que mi amiga sólo tiene uno.
Tengo los brazos de Max y Nicolás entre los míos y mis rodillas a la altura de mi cara. Esta película es demasiado fuerte, pero a la vez es demasiado genial como para dejar de verla.
Miro a Charlotte por encima de mis rodillas y noto que esta igual de aterrada que yo, por lo que esta totalmente aferrada a Nick. A los chicos les divierten este tipo de películas, por lo que a veces se burlan de nosotros, pero... en realidad, creo que ellos también necesitan que los abracemos, en realidad, nunca se sueltan.

˜***˜

Salimos de la película, y no había rastro de palomitas, pizza, refresco o, dulces. Para distraernos un poco del susto, dejamos que todas las personas salieran, y ya que todos se fueron, como en la salida de la sala hay una colinita. Nos quedamos allí a jugar; nos acostábamos sobre la alfombra, desde la parte más alta de la colinita, y rodábamos hacia abajo, era bastante divertido. Además es un gran pasillo, y es sólo para nosotros.
Sacamos un poco la cabeza por la puerta para asegurarnos de no hubiera nadie afuera cuidando la puerta, por suerte, no había nadie. Y salimos sigilosamente hasta mezclarnos con las otras personas. Salimos del cine y ya era un poco tarde, pero nosotros no estábamos cansados, así que...
Subí a la espalda de Nick y Charlotte subió a la de Max, ambos chicos se posicionaron en una de las líneas del suelo y comenzaron a correr, Nicolás era el arbitro, él definía quién sería el ganador. Era una carrera de obstáculos. Pasamos por tiendas, por las escaleras eléctricas, por más tiendas, bancas..., de todo. Hasta llegar a la salida del centro comercial. Max iba adelante de nosotros, pero ambos ya estaban bastante cansados. Charlotte y yo éramos algo así como el "peso extra" para hacer esto más interesante.
     —¡Arre caballo!— decíamos Charlotte y yo a los chicos, ya estábamos en el estacionamiento, sólo quedaban unos pocos metros por recorrer. No sé qué pasó, pero Max tropezó, Charlotte cayó de su espalda, y no podía levantarse.
Baje rápidamente de la espalda de Nick y tanto él como Nicolás y yo fuimos a su encuentro; mi amiga se quejaba de un dolor en la pierna, que no la dejaba levantarse.  
Max la levantó y nos dirigimos al auto para ir directo al hospital.

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