CHARLOTTE
Cuando mis padres se separaron, acordaron que pasaría todos los fines de semana con él y su familia. Por lo que hoy es otro de esos fines de semana. En casa de Eduardo, tenía una cama propia junto a Meri y Madeleine (mis hermanas), así me sentía más cómoda. Hoy vendrían todos por mí para una salida “familiar” junto a la madre de Emma.
Escuché el timbre y de inmediato fui a abrir la puerta.— ¡Chalotte!— gritó Mad, ella aún no sabe pronunciar la ‘r’.
—Hola princesa— le saludé con un beso en la frente.
— ¡Vamos a paque de divesiones!— comentó entusiasmada aplaudiendo con sus pequeñas manitas.
—Lo se princesa, voy a despedirme de mamá y vuelvo ¿sí?
Ella asintió y yo entré a casa para despedirme de mamá.
—Mami, ya llegaron.
—Adiós cariño, cuídate y diviértete.
—Adiós mami, te voy a extrañar— Le di un beso en la mejilla, un abrazo y salí hacia la camioneta. Eduardo permanecía parado esperando que saliera para abrime la puerta.
—Hola hija— me dijo.
—Hola.
Entré en la camioneta sentándome junto a la ventana.
—Hola Charlotte— me saludó Emma desde el asiento del copiloto. Le di una sonrisa débil desde donde estaba.
—Chalotte, Chalotte, ¿a qué juego subidemos?— preguntó Mad entusiasmada subiendo a mis piernas. Me recorrí un lugar para quedar al lado de Meri.
—Mmm… No lo sé princesa ¿Qué dicen chicos?
—Mad, nosotros subiremos a juegos para mayores, no creo que puedas subir pequeña— se adelantó a responder Josh, dejando a un lado su teléfono.
—Tu estarás con mamá, papá y la abuela ¿de acuerdo?— agregó Meri.
Madeleine hizo un puchero y se cruzó de brazos.
— ¿A qué hora llegaba la abuela?— preguntó Meri.
—Ya tiene que estar aquí— respondió Josh — ¿Si la recuerdas verdad Charlotte?
Asentí, ¿qué si la recordaba?; la última vez que Teresa y yo estuvimos juntas en una sola casa, literalmente, casi se incendia.
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¿Apostamos?
Teen Fiction—Esto será sencillo. Y después descubrirás por ti misma primita, que un hombre como yo no cambia, hombres como yo no nos fijamos en ese tipo de chicas. —No estés tan seguro. Charlotte Gómez: el objetivo. Nicolás Western: el apostador. Marcel Col...