Capítulo 13: Tarde de viejos recuerdos.

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CHARLOTTE

Habíamos decidido ir en cada auto Nicolás y Marcel en uno y Alexis y yo en otro. Claro cada hombre en su respectivo. Aunque… digamos que, Marcel insistió mucho en ir con Alexis. Tendré que hablar con ella después al respecto. Decidimos ir a mi casa para poder asearnos. Llegamos después de diez minutos aproximadamente; bajamos del auto y abrí la puerta, segundos después llegó Nicolás junto a Marcel. Les dije a ambos que enseguida volveríamos mi amigo y yo, ya que… bueno, teníamos que quitarnos este lodo de encima.
     —No has olvidado nada ¿cierto?— comenté mirando a Alexis con una  sonrisa mientras lo veía entrar a mi habitación.
     —Ni una esquina— respondió simplemente.
     —Cuando mis padres se separaron, Eduardo le dejó esta casa a mamá y a mí, era lo justo— comenté sentándome sobre la cama, con un poco de tristeza y un nudo formándose en mi garganta. Él me miró y de inmediato se sentó a un lado de mí. Me abrazo.
     —Charlotte, ¿por qué no llamaste?, sabes que pude haber venido de inmediato. No tenías que pasar por esto sola.
     —Yo… yo, no quería que te preocuparas, además, tu siempre quisiste viajar a los Estados Unidos… y, no tenía ánimos para nada— me excusé limpiando algunas lágrimas que caían sobre mi rostro.
     —Charlotte— me dijo tomando mi cara entre sus manos —Yo siempre estaré para ti, en todo, en donde quiera que esté, a donde sea que vaya. No debiste guardártelo, debiste llamarme y contármelo.
     —Tuve a Marcel y…
     — ¿Y?, no me digas que…
     —Alexis, lo que pasó en la secundaria, está olvidado.
     —Pues para mí no Charlotte— atacó levantándose de la cama molesto.
     —Él ha cambiado, debes darle una oportunidad. Mírame, solo una, por favor, Alexis, Nicolás no es tan malo.
      — ¿Recuerdas el porqué de mi viaje? ¿Ah?— asentí —Fue él Charlotte, ¡ÉL!— culpó golpeando la cama asiendo que me sobresaltara —Pero ya no va a poder herirme, ya no podrá hacerme daño, ahora soy más fuerte, soy más inteligente, ya no soy el mismo nerd ingenuo que fui.
     —Y no digo que lo seas ¿de acuerdo?, todos se merecen una segunda oportunidad, y nadie debe guardar rencor.
No me respondió, solo veía como seguía alterado, estaba mal, los recuerdos habían vuelto, todas esas horribles imágenes estaban rodando una y otra vez en su cabeza. Estaba muy alterado, y no me gustaba verlo así.  Me acerque a él y pose mi mano en su hombro, no se movió, no hizo nada, sabía lo que significaba. Me coloque frente a él y levante su cabeza. Estaba llorando. Lo abrace muy fuerte acariciando su cabello.
     —Nada de lo que pasó volverá a suceder— susurraba una y otra vez mientras él estaba llorando sobre mi hombro. De un momento a otro levanto la cabeza y se limpió las últimas lágrimas que aún brotaban de sus ojos rojos.
     —Esta, escúchame bien Charlotte— prometió tomándome de las manos y mirándome directamente a los ojos —Esta, es la última vez que vuelvo a llorar por el pasado, ya no más, ya no.
Le sonreí, le di un beso en  la mejilla, otro gran abrazo de oso y me separe.
     —Creo que hay que asearnos— comenté entregándole ropa de Josh.
     —Bien, creo que… yo puedo bañarme aquí y tú en la habitación de tu mamá ¿no?— propuso sonriente.
     —Claro que sí— acepté saliendo de la habitación directo a la de mamá.

˜***˜

Mi pijama estaba sucia, no había se había secado porque últimamente había llovido mucho. Cosa que por cierto está pasando justo ahora. Sin que Alexis se diera cuenta tome mi pijama de repuesto; consiste en una camisa que él me dejó antes de irse a los Estados Unidos, que aún conservaba, para cuando no estuviera limpio mi pijama o para cuando necesitara de él, simplemente y unas mayas (que en un principio eran para hacer ejercicio). Salí del baño, até mi cabello en una cebollita desarreglada, coloque mis gafas y mis pantuflas de patas de oso gigantes; me dirigí a la sala de estar donde ya se encontraba Alexis. Volteo a verme y de inmediato se formó una gran sonrisa en su rostro.
     —No me digas que…
     —Sí, es… Mi pijama de repuesto— comenté sentándome en el sofá junto a todos.
     — ¿Qué tiene de especial?— preguntó Nicolás mirándome.
     —Es… es, la camisa que le di, antes de marcharme— respondió Alexis en respuesta mirándolo fríamente.
     —Ah… No lo sabía—  le dijo Nicolás de igual forma. Esto ya no me estaba gustando. Mire a Marcel y se encontraba igual que yo.
     — ¿Qué tal si hacemos algo?— propuso Marcel rompiendo el silencio incomodo que estábamos presenciando.
     — ¿A qué se te ocurre Mar?— preguntó Alexis mirándola, ella se sonrojo al escuchar su apodo de niños —Oh, ya no te dicen Mar, ¿cierto?
     —No, ahora soy Marcel— le respondió sonriente.
     —Ok, pero a mí me gusta Mar.
     —Bueno, como tú quieras. Pero... ¿Qué hacemos?
     — ¡Jugar!— propuse saltando del sofá.
     — ¿A qué?— preguntó Nicolás.
     —A Twister, después vemos películas, después vemos videos, después comemos ¡helado!, después bailamos, después salimos, después…
     —Charlotte, tranquila, hay que preguntarle al invitado que es lo que quiere hacer— me interrumpió Marcel jalándome para que volviera a sentarme, ya que estaba saltando como loca sobre el sofá. Ella miro a Alexis.
     —Bueno, si me dejan decidir, me gustaría recordar— comentó con una sonrisa dulce mirándome.
     — ¡Ah No! ¡Ni lo pienses! ¡No lo…!— traté de protestar, pero no pude terminar porque Marcel ya había traído una caja repleta de mis videos cuando era pequeña y entre Alexis, Nicolás y ella estaban eligiendo “los mejores”. Decidieron el de mi cumpleaños No. 5, donde se encontraban ellos, claro. Trate de levantarme pero estaba siendo tomada fuertemente de ambos brazos uno por Marcel y el otro por Nicolás
     —Ni te atrevas a moverte. Esto se va a poner bueno— me advirtió Marcel en mi oído. Decidí rendirme. Me encogí de hombros y adopté la posición de indio sobre el sofá, para mayor comodidad.
     —Aquí tienen— ofreció Alexis entregándonos un vaso con soda a cada uno y dejando un sartén de palomitas sobre la mesa de centro. Me solté del agarre de los primitos y tome el sartén entre mis manos, lo abrace y no tenía planeado soltarlo.
     — ¿Porque la pantalla sigue en negro?—  Preguntó Nicolás mirando a Alexis.
     —A mí no me mires, Mar tiene el control remoto.
     —Oh, cierto casi lo olvidaba— soltó una risita y le dio play al video.
Comenzó mostrando unas imágenes mías, vestida de Spider-man cuando aún no comenzaba la fiesta. Eduardo sostenía la cámara mientras mamá le repetía una y otra vez: “Repíteme porqué la vestiremos como niño”. Y después Eduardo respondía: “Porque le gusta, y ya no le digas que esta vestida de niño porque se la creerá”. Mamá rodo los ojos y se hizo a un lado dejando ver a la primer Spider-man mujer del mundo en miniatura. “Charlotte saluda a la cámara” “Hola cámara ¡Quieres que te lastime! ¡No me mires entonces! ¡Soy Spider-man!” respondí dando vueltas y lanzando telarañas de espuma por toda la habitación. Sí, los trajes se los tomaban muy enserio.
Hubo unos segundos de negrura en la pantalla y después aparecieron imágenes de la fiesta. Estábamos los mini Alexis, Marcel, Nicolás y yo juntos en el trampolín de Spider-man golpeando a unos muñecos inflables que también eran parte del trampolín. Después de varias imágenes más de todo el transcurso del festejo Eduardo nos avisó que era la hora del pastel. Los cuatro corrimos instantáneamente hacia la gran mesa con el pastel y todos los regalos; yo me había posicionado al frente del gran pastel y todos estaban cantando “las mañanitas” a coro mientras yo devoraba con la mirada mi pastel. Sople las velas y todos pedían que mordiera; y ya que a mí no me gustaba morder el pastel me negué repetidas veces, hasta que, un niño güerito, rubio y de ojos color azul llegó por detrás de mí e hizo que mi cara se impactara en gran parte del pastel.
     — ¡Así que fuiste tú Alexis Lumbar!— le culpé levantándome del sofá y brincando encima de él. Él reía a carcajadas mientras yo lo golpeaba levemente en su torso.
     —Charlotte supéralo ¡Teníamos cinco años!— me dijo Marcel tratando de separarme de mi amigo tomándome y jalándome de las caderas.
      —Seis— interrumpió Nicolás ayudando a su prima. Me levantó como a una pluma y me volvió a sentar en medio de ellos dos.
     —Cinco— contradijo Marcel sentándose en su mismo lugar.
     —Bueno, yo seis.
Estaba cruzada de brazos con un puchero. Lo sé, era muy infantil ¡Pero me aventó al pastel! ¡Cuando yo no quería!
     —Charlotte no te enojes ¡fue divertido!— incubrió Alexis apretando mis mejillas —además tenía cinco.
No le respondí.
     — ¿Me disculpas?
Voltee hacia Marcel y su mirada era de ternura. Voltee hacia Nicolás y la de él… bueno, él rodo los ojos.
     —Está bien— accedí. Alexis me abrazo y seguimos con los videos.

˜***˜

Nos pasamos la tarde viendo TODOS mis videos. Justo ahora estábamos riendo a carcajadas por todas las cosas que vimos.
Recital del día de la primavera: Yo era una mariposa. Entonces gire y gire y gire y caí. Literal ¡caí del escenario! hasta el suelo.
Cumpleaños No.8: Me obligaron a vestirme de princesa  –idea de mamá– ya que en los años anteriores fui Spider-man, Batman y Thor. Corrí y corrí por todo el jardín hasta llegar a un arbusto espinoso desgarrándome completamente el vestido. Además hice que todos mis invitados llenaran el vestido con todo tipo de cosas: pastel, tierra, gelatina, más pastel, etcétera. Ese día mamá se volvió loca.
Cumpleaños No.9: Me senté en el pastel.
Cumpleaños No.10: Me perdí en el lugar. Fuimos a un lago y yo estaba aún dentro cuando no me di cuenta que ya se habían ido y casi me dejaban.
Navidad No. 12: Comence a jugar con una pelota junto a mis primos más pequeños, patee más fuerte de lo esperado y golpee un adorno de Santa Claus, eso fue como... domino; cayó Santa, después el reno, después una torre, otro adorno, otro adorno y otro y otro hasta que todo el lugar quedo sin ningún adorno. Lo mejor fue que cuando pasó era el justo momento del brindis.
Cumpleaños No. 14: Aún con 14 años mis padres me obligaron a quebrar una piñata. Me vendaron los ojos y ya que no veía nada… Creo que… casi descalabro a alguna que otra persona. Todos corrían de mí mientras yo seguía tratando de quebrarla.
Entre muchas otras cosas vergonzosas y locas de mi infancia y adolescencia.
     —Ahora entiendo. La locura viene de nacimiento— se burló Nicolás riendo.
     —Sí. Todo viene de nacimiento. También lo del chocolate— agregó Marcel.
     —Todo— respondí.
     — ¿Y si hacemos algo más? Ya complacimos al invitado— Nicolás miró a Marcel. Ella sonrió y se giró con dirección a la cocina. Desapareció por la puerta. Los tres nos miramos y Alexis elevó los hombros con indiferencia.
      — ¿X box?— pregunté.
Ellos asintieron y me dirigí a la pantalla para conectar el video-juego. Coloque el disco de Sports y comenzamos a jugar. Se empezaron a escuchar ruidos de cacerolas y trastos cayendo al suelo.
     —Marcel— afirmamos los tres al unísono.
Comenzamos a jugar Nicolás contra mí en Volei Bol. A los minutos salió Marcel de la cocina con varios sartenes llenos de diferentes botanas incluyendo, chocolate.
Jugamos, comimos, jugamos, comimos, yo volví a comer y a comer. Me termine la botana. Y seguí jugando.
Al parecer Alexis y Nicolás se habían llevado bien en toda la tarde. No hubo ninguna confrontación ni nada por el estilo.
Fue… una buena tarde de recuerdos.

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