NICOLÁS
Sonreí casi por inercia. ¿Ella se había arreglado para mí? Imposible. Charlotte Gómez, en una vida se arreglaría con un vestido amarillo con detalles floreados, corte de corazón en el escote, tirantes, un bolso y sólo un poco de maquillaje… sólo para un chico, y mucho menos que ese chico sea yo.
— ¿Nicolás?— preguntó un poco cohibida.
—Perdón… te ves hermosa— un leve sonrojo tomó a sus mejillas desprevenidamente.
—Pero siéntate— corrí la silla hacia atrás y me senté. Ella sonrió y se sentó en la silla sobrante.
*Pero que caballero tiene ante sus ojos*
Me di un buen golpe mentalmente.
— ¿Pedimos?— incómodo ante la situación hice señas al mesero para que se nos acercara. En cuanto tuve la carta entre mis manos, me escondí detrás de ella.
*Cobarde*
¿No quisieras ayudarme en lugar de repetirme lo que ya sé?*No*
Déjame morir solo. Gracias.
Levanté la mirada, encontrándome con el mesero, tratando de coquetear con Charlotte.
—Viene conmigo— susurré más para mi mismo —Yo pediré un frapuccino— elevé la voz lo bastante alto como para el chico de aparentemente nuestra edad, quitara sus ojos de mi acompañante y los centrara en mí.
— ¿Y para la señorita?— anotó mí pedido en su pequeña libreta e inmediatamente volvió a mirar a Charlotte.
—Lo mismo, y agregas una crepa de fresas.
El chico asintió y sin antes dar una última mirada a Charlotte desapareció con rumbo a la cocina.
—Espero que ya no regrese.
— ¿Por qué?
— ¿Por qué?— solté una risa seca —No creo que a todos los clientes les guste que los mire como un loco acosador psicópata.
Ella rió colocando un codo sobre la mesa y sobre su mano su mejilla.
—Te noto un poco incómoda— comenté con un poco de gracia.
— Si bueno… después de que un par de mujeres locas me encerra-ran en mi habitación junto a mi peor pesadilla, intentando que muriera de un infarto sólo para obligarme después a usar este ridículo vestido… y lo único que pude recuperar de mí orgullo pisoteado fueron mis preciadas zapatillas Converse… no, no entiendo cómo es que podría.
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¿Apostamos?
Ficção Adolescente—Esto será sencillo. Y después descubrirás por ti misma primita, que un hombre como yo no cambia, hombres como yo no nos fijamos en ese tipo de chicas. —No estés tan seguro. Charlotte Gómez: el objetivo. Nicolás Western: el apostador. Marcel Col...