8 | peligrosa cercania.

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-Kylie-

- ¡apunta la fecha, Kylie Alexandra Lorens, te juro que te mataré!.

Me retuerzo de risa sobre su cama mientras el me insulta una y otra vez desde el baño - ¡¿quieres mas papel?!

- ¡maldita hija de.... oh por dios!

Me río tanto de el que mis costillas empiezan a doler y lágrimas salen de mis ojos.

Se preguntaran que pasó ¿no?, bueno, resulta que en cuanto mi jefecito adorado *ejem* sarcasmo *ejem* me pidió su café, estuve a punto, a punto de mandarlo a la mierda pero luego pensé una fantástica manera de vengarme por hacerme sentir miedo en el baño de su oficina. Salí a toda prisa del edificio con dirección a la farmacia de la esquina, regresé y preparé su café y le añadí un ingrediente secreto... medio envase de laxante.

Si, soy muy cruel.

Pero mi enorme corazón no me permitía dejarle así en la empresa, cancelé todas sus citas y le convencí para que me trajera a casa por una emergencia mientras empezaba el efecto. En cuanto llegamos a casa - que afortunadamente solo estaba Ana y Pablo - mi querido jefe empezó a sentir un fuerte dolor que lo llevó directo al baño de su habitación conmigo siguiéndole para burlarme de por vida.

Esto es algo que pienso contarle a mis hijos.

Paro de reír pero no de sonreír mientras escucho el váter siendo descargado y luego veo la puerta abrirse apareciendo por ella un muy furioso Jaxon con su brazo sosteniendo su estomago.

- ¿como está la caca? - me mofo limpiando mis lágrimas de risa.

El rueda los ojos - de maravilla ¿quieres probar?

Hago un ademán restándole importancia - no gracias, estoy bien. Aunque creo que deberías usar desodorante, la peste llega hasta aquí.

El me asesina con la mirada y toma mi cuello entre sus manos con rabia y antes de que pueda ahorcarme sus ojos se abren como platos, me suelta y me carcajeo fuerte al verle correr de nuevo al baño y cerrar la puerta.

- ¡te maldigo, Lorens!

Sonrío decidiendo que ya fue suficiente tortura. Salgo de la habitación y bajo las escaleras con dirección a la cocina, allí me encuentro a Ana preparando el almuerzo, me siento en un taburete hasta que ella nota mi presencia, me mira y sonríe.

- ¿por que regresaron tan temprano? - pregunta cortando unas zanahorias

Chasqueo la lengua - Jaxon tuvo algunos... problemitas del estomago.

Ella me mira entrecerrando sus ojos con una sonrisa - ¿por qué presiento que tu estas detrás de esto?¿que hiciste esta vez?

Sonrío con inocencia. Ana es la única que sabe la guerra interminable que existe entre nosotros, lo ha sabido desde hace tres años cuando nos encontró peleando en el jardín, específicamente en la piscina, cada uno intentando ahogar sin piedad al otro, todo empezó cuando el derramó intencionalmente su refresco sobre mi, al final, los dos terminamos completamente resfriados dentro de la casa y aquí también empezamos a pelear - obviamente yo golpeándolo y el intentando alejarme de el tirando de mi pelo - Ana nos hizo separar con ayuda de Pablo y luego nos dio un gran sermón. Tuvimos que suplicarle que no le dijera nada a nuestros padres y con mucha dificultad aceptó.

- solo añadí un poco de laxante a su café - confieso y ella bufa rodando los ojos - por eso vine aquí a ver si podrías hacer uno de esos milagrosos brebajes que solo tu conoces.

- tengo la solución a tu problema.

Ana es Dominicana, y por lo que me ha hablado de su folklórico y hermoso país caribeño, los habitantes son personas mas creyentes de lo tradicional y siempre se inclinan mas por la medicina natural, me explico, los Dominicanos tienen un té para todo tipo de mal y eso caracteriza a Ana que siempre ha sido quien nos ha curado a Jaxon y a mi con sus yervas milagrosas de cualquier gripe u otra enfermedad incluyendo los fuertes y endemoniados dolores provocados por Andrés.

CASADA CON EL ENEMIGO  *{EDITANDO}*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora