7 | en el trabajo.

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—Kylie—

- ¡despierta, ratita!

Maldigo por lo bajo y abro los ojos con fastidio para mirarlo. El está de pie perfectamente cambiado con su elegante traje de negocios. Le muestro mi precioso dedo del medio y el solo se ríe.

- ¿que mierda quiere? - mi voz suena áspera debido al sueño que aun tengo.

- quiero que te levantes, tomes un buen baño y que lleves tu flácido culo a trabajar - me dice quitando las sabanas de mi cuerpo haciendo que el viento helado me golpee.

Lo asesino con la mirada - ¿es que no vez que estoy enferma, idiota?

El mira mi rostro y se encoje de hombros - yo te veo bien, horrendamente fea, pero bien para trabajar, además, no pienso seguir pagando tu sueldo mientras que tu te pasas todo el día acostada como princesita de Disney.

Gruño mientras el me mira con simpleza para luego caminar hasta la puerta - ah, se me olvidaba. Si pretendes que te lleve tienes exactamente... - mira su Roll Rolex en su muñeca - quince minutos para hacer algo de magia con tu horrible cara.

Con rabia me pongo de pie, el me da un guiño y yo suelto un grito de fastidio - estúpido.

- ¡escuche eso! - me grita desde el pasillo.

Me meto al baño, tomo una ducha rápida de agua tibia, lavo mis dientes y me maquillo un poco escondiendo las bolsas de mis ojos. Salgo del baño en ropa interior y busco mi uniforme en el guardarropa. Me visto y recojo mi pelo en una trenza, tomo mi bolso con mis cosas y bajo rápido las escaleras con dirección a la cocina, allí me encuentro a el inepto tomando café muy relajadamente mientras que yo estoy agitada por el afán. Ana me sirve el desayuno con una sonrisa y en cuanto estoy por dar el primer bocado, su arrogante voz me interrumpe.

- nos vamos.

Lo miro mal - no he desayunado.

El se encoje de hombros - nadie te manda a tardarte demasiado en no se cuantas cosas.

- me estaba peinando y maquillando - no se por qué mierda le estoy dando explicaciones.

El escanea mi rostro con una mueca de asco - pues no te funcionó muy bien que digamos, te veo exactamente igual de fea que esta mañana, no, espera - el abre los ojos como platos - tu siempre has sido así.

Ardida tomo el tenedor de mi desayuno dispuesta a enterrarselo en la garganta y deslizarlo lentamente, pero antes de poder hacerlo ya el se ha puesto de pie sacudiendo su saco.

- adiós, Ana - dice caminando fuera de la cocina.

Maldigo internamente mientras tenso la mandíbula. Tomo mi plato y lo sigo a paso rápido. El se encuentra fuera de la casa entrando a su auto, acelero el paso y con mi mano libre abro la puerta del copiloto. Tomo asiento y sonrío victoriosa mientras el me mira mal por tener el plato dentro de su preciado auto.

- yo gano - digo feliz llevándome un poco de los hotcakes a la boca. El sonríe con maldad y eso hace que me ponga alerta.

Esa sonrisa no indica nada bueno.

El enciende el auto y acelera un poco para luego dar un giro brusco en el auto haciendo que las llantas se derrapen sobre el pequeño asfalto del amplio estacionamiento y peor aun... haciendo que toda la mermelada de mis hotcakes caiga sobre falda rosa y parte de mi camisa blanca.

Jadeo apartando el chorreante plato de mi y mientras veo el embarre en mi uniforme. Su ronca risa se escucha conduciendo  el auto fuera de la mansión mientras que yo casi expulso humo de mis orejas por la rabia.

CASADA CON EL ENEMIGO  *{EDITANDO}*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora