4

14.6K 1.1K 74
                                    


Dylan.

-¡¿Qué?!- gritó Tony enfurecido- ¿Quién es?-gruñó- ¡Voy a arrancarle la cabeza al desgraciado ese!

-¡Déjame, ya!- chilló Abigail desde las escaleras- ¡Eres un pesado, no voy a decirte nada!- llegó corriendo y se abrazó a su madre- Edgar no me deja, mami.

-¡Papi, la he visto hablar con un niño en el recreo!- gritó Edgar señalando a su hermana.

-Así se hace- ambos chocaron sus puños- ¿Habéis visto? Es mi espía secreto.

-¿Cómo te has podido casar con alguien tan tonto como él, hija mía?- espetó indignado Daemon.

-Eso me pregunto yo, papá- espetó divertida Alexia. Como no, ambos volvieron a comenzar una pelea, sin embargo yo sólo miraba fijamente a Abigail.

¿Ese niño era su mate?

-¡¿Quién era ese niño?!- gritó Edgar acercándose a su hermana- ¡Soy tu hermano, tengo derecho a saber!

-¡Tú no eres mi hermano, eres adoptado!- chilló Abigail- ¡A que sí, mamá, eh, díselo ya!

-¡No soy adoptado, yo te protegía en el vientre de mamá!- chilló Edgar ofendido- ¡¿Quién era el niño?!- en otro momento me hubiera reído de esta situación, pero en verdad quería saber quién era ese niño.

-¡Eso es mentira, seguro que fue un invento de papá!- chilló ésta abrazándose a Alexia.

-¡Oye, a papá no se le pone por mentiroso!- chilló Tony ofendido.

-Sí, cariño- dijo Daemon cogiendo a Abigail en brazos- Tu papá es un mentiroso y un tonto.

-¡¿Pero serás cabrón?!- gritó acercándose a ellos- ¡Suelta a mi hija y repite eso si tienes huevos!- A la par que Daemon y Tony peleaban, Alexia y Eider se limpiaban las lágrimas provocadas por las risas.

-¡Dadme a mi hermana!- gritó Edgar abriendo sus brazos- ¡Sí queréis mataros lo hacéis, pero a mi hermana no la tocáis!- Edgar arrancó a Abigail de los brazos de su abuelo.

Ventajas de hombres lobo, aunque tiene cuatro años igual que su hermana, él es más fuerte y más alto.

-¡Ven aquí!- gritó Tony en cuanto Edgar la tuvo en sus brazos- ¡Ahora sí que te mato!

-De verdad, una cuando se acostumbra, tiene su gracia- dijo Eider riendo.

-¿Me vas a decir ya quién era ese niño?- susurró Edgar sentándose en el sofá con Abigail en sus brazos.

-Yo también quiero saber- susurré sentándome en el suelo frente a ellos.

-Dylan también quiere saber, dinos- la presionó aún más- ¡Abigail cuidado!- gritamos los dos a la vez.

Yo cogí el jarrón que venía directo a la cara de Abigail y Edgar se puso frente a su hermana.

-¡Se acabó!- gritaron Alexia y Eider. Cada una cogió una silla y las llevaron a dos esquinas apartadas del salón- ¡Cada uno a una silla!- chillaron las dos señalándolas. Daemon y Tony fueron refunfuñando. Se sentaron mirando a las chicas- ¡Mirad a la pared y pensad en lo que habéis hecho!- sin rechistar, dieron media vuelta a las sillas y comenzaron a blasfemar en bajo mientras miraban la pared.

Todos nosotros comenzamos a llorar de la risa y ellos blasfemaron aún más.

-Ese niño solo se había perdido- dijo Abigail en un susurro- Sólo hice lo que mamá me enseñó a hacer- se encogió de hombros- Ayudé al niño.

-¿Qué hay de mi?- preguntó Tony mirándola, haciendo un puchero.

-¡A pensar!- gritó Alexia señalando la pared y él inmediatamente se dio la vuelta.

-Tú siempre me dices que tengo que pegarles- dijo Abigail confundida.

-¡Eres imposible!- chilló Alexia- Vámonos- nos señaló la puerta del jardín- Estos dos se quedan aquí hasta que reflexionen que han hecho- Todos comenzamos a salir mientras intentábamos contener unas cuantas carcajadas.

-¡Pero...- fueron interrumpidos por Alexia- ¡Pero nada! ¡Como llegue y estéis peleando, os váis a enterar!- dio un portazo saliendo al jardín- Que estrés.

-Das miedo- espeté divertido- Mucho miedo.

-Practico mucho- me guiñó un ojo.

-¿Quién es el mate de Abigail?- ¿Qué me ha dado con la niña? Por dios, ni que yo fuera su mate.

-Cuando lo sepa con certeza te lo digo- asentí.

-¡Dylan, Dylan, Dylan!- chilló Abigail entusiasmada- ¿Me ayudas a hacer los deberes?

-¡Eres una tramposa!- gritó Edgar viniendo hasta nosotros- ¡La maestra dijo que debíamos hacerlos solos!

-¿Y? Ella no se va a enterar- salió a correr hacia la casa, seguida por Edgar.

-¿Por qué tengo que ayudarlos yo?- pregunté divertido.

-Sí no quieres yo les ayudo- comentó Alexia y yo me negué. Los pequeños salieron corriendo de la casa con la mochila en sus manos.

-¿Me coges, mami?- Alexia sentó a Edgar en sus piernas para que este pudiera apoyar la libreta en la mesa.

-¿Me coges, Dylan?- senté a Abigail en
mis piernas. Ella comenzó a sacar sus libretas y lápices aunque yo sólo podía pensar en por qué no le había pedido a su abuela que la cogiera en vez de a mí.

Ven a mis brazos ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora