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Dylan.

-¿Quién es la novia de mi abuelo?- preguntó curiosa mientras yo la cogía en mis brazos.

-No seas impaciente- mordí su mano suavemente y ella chilló- Vamos.

-¡No quiero, me he enfadado!- refunfuñó intentando soltarse de mis brazos- ¡Ven aquí que te voy a morder!- rápidamente Daemon y Tony entraron a la habitación.

-¡¿Qué está pasando aquí?! ¡¿Qué le vas a morder?!- preguntó Tony mientras miraba mis pantalones.

-Pero seréis desgraciados- bufé molesto saliendo con ella del cuarto mientras ambos nos seguían- Vosotros quedaos ahí mordiéndoos mutuamente.

-Daemon no podría, al tenerla tan grande no está acostumbrado- bufó divertido mientras que Daemon y yo nos atragantamos con nuestra propia saliva.

-¿Qué es lo que tienes tan grande, papi?- preguntó curiosa Abigail.

-¡Tony!- bramó furiosa Alexia llegando hasta nosotros- ¡¿Qué clase de padre eres?!- le retorció la oreja mientras lo arrastraba escaleras abajo.

-¡Cuchitura!- gritó él, dolorido- ¡Era una broma! ¡Por dios mujer, me la vas a arrancar!- Daemon y yo los seguimos riendo, mientras que Abigail seguía con su expresión de confusión.

-¿La oreja es lo que tiene grande?- susurró Abigail con su ceño fruncido- Pues no la tiene tan grande.

-¡Abigail!- espetó indigando Tony mientras que seguía siendo arrastrado por Alexia- ¡Es muy grande!- se tiró al suelo retorciéndose de dolor- ¡Alexia por dios!

-¡Cállate, esta noche duermes en el jardín, ¿entiendes?!- bramó furiosa- ¡Mejor duermes en la piscina hinchable que todavía no has desmontado!

-Joder con las hormonas de una embarazada- se quejó Tony cuando Alexia dejó de torturarlo- Vale cuchitura, lo he entendido- levantó sus pulgares- Ahora mismo voy a desmontar la piscina.

-Pero si ahora vamos a cenar, estúpido- espetó divertido Daemon.

-¿Y? No pienso dormir allí, será un momento- salió a correr hacia el jardín. Nosotros entramos en el salón aún riendo, encontrándonos con Layla tumbada en el sofá con cara de amargada, Eider hablando animadamente con Darío y Carolina, y por último los pequeños Daemon y Edgar jugando con Marroncita.

-¡Hola!- chilló Abigail soltándose de mi agarre- ¡Tú debes ser la novia de mi abuelo! ¡¿A que sí?!- preguntó feliz mientras corría hacia ella.

-Amiga- le corrigió ella feliz- Solo amiga.

-Pues yo digo que sois novios- se abalanzó a abrazarla- Me llamo Abigail.

-Lo sé- susurró divertida correspondiendo su abrazo- Yo soy Carolina.

-¿Eres la mate de mi abuelo?- preguntó feliz.

-No- comentó riendo Darío mientras la sentaba en sus piernas.

-Pero si sois amigos es que sois mates- dijo confundida.

-¡Hijo de puta!- exclamé furioso- ¡Tony!- salí del salón- ¡Ven aquí, cabrón que te voy a cortar tu gran oreja!- salí al jardín y estaba completamente empapado- No me digas que te has caído a la piscina.

-¿Cómo crees?- bufó molesto- La he limpiado a fondo antes de quitarla. ¿Qué quieres?

-¡Con que soy su amigo, eh!- comenzamos una persecución por el jardín- ¡Ven aquí, hijo de puta!

-¡Entiéndelo, hombre!- bufó molesto. Sin darse cuenta tropezó con la caja de herramientas y se cayó al suelo-  ¡Me cago en la puta!

-¡A cenar!- gritó Edgar desde la cocina- ¡Dejad de desmontar la piscina!- salí a correr dejando a Tony tirado en el suelo.

-¡Gracias amor, eres un cielo!- gritó Tony mientras me enseñaba su dedo corazón.

-¡Lo sé, por algo somos amigos!- entré en la cocina encontrándome con Abigail intentado coger a Marroncita de encima de la encimera.

-¿Qué haces, hermosa?- pregunté tiernamente al verla así de concentrada por llegar hasta Marroncita.

-Edgar y Daemon han puesto a Marroncita ahí para que no pueda cogerla- comentó con su tono de aún más niña pequeña.

-Ven aquí, hermosa- la alcé un poco para que pudiera coger a Marroncita.

-¡Gracias!- besó mi mejilla cuando tenía a Marroncita en sus brazos- Maldito Edgar, hombre lobo rascacielos- bufó molesta y se dio cuenta de que Marroncita había dejado su popó encima de la encimera- ¡Edgar, mira. Conguitos!

-Sabes que no son...- ella tapó mi boca- lo sé pero seguramente él no- asentí riendo mientras Daemon Junior y Edgar entraron en la cocina con su mirada puesta en "los conguitos".

-¡Qué asco!- comenzaron a escupir los dos- ¡Abigail, te vas a enterar!- cogió un "conguito" para avanzar hasta ella.

-¿Qué vas a hacer?- pregunté molesto mientras me ponía delante de ella para defenderla- Como des un paso más, te lo comes tú- rápidamente soltó la mierdecilla y quiso salir a correr- Recoge la mierda de Marroncita y después te vas a lavar las manos y la boca.

-¡No es justo!- exclamaron indignados- ¡ella tiene que pagar por lo que nos ha hecho!

-Vosotros habéis sido los que habéis comenzado esto, ahora os jodéis- cogí a Abigail en mis brazos y fuimos al salón.

-Gracias- susurró avergonzada. Besé su frente y la dejé en el suelo. Ella salió a correr hacia Layla, que estaba pintadose sus uñas- ¡¿Me las pintas?! ¿Porfi, porfi, porfi?

-Claro, siéntate- Se sentó al lado de ésta con Marroncita en sus brazos.

-¿Crees que a Marroncita también puedas pintárselas?- todos comenzamos a reír.

-No- espetó divertida Layla- Dásela a alguien para que pueda pintártelas en condiciones- ella salió a correr hacia mí.

-La puedes cuidar, ¿por favor?- hizo un puchero y yo asentí riendo tiernamente- ¡Gracias!- me la entregó, besó mi mejilla y salió a correr hacia Layla.

-Así que- espetó divertido Darío- Es tu mate- asentí sonriendo.

-¿Qué hay de vosotros?- le pregunté a Carolina- ¿De verdad no sois mates?- ambos negaron.

-Nunca los hemos encontrado, y al paso que va no creemos que los vayamos a encontrar, por eso hemos decidido intentarlo- dijo Carolina avergonzada.

-Pues yo no lo entiendo- bufó molesto Daemon- Primero me das los peores nueve meses de mi vida, luego me matas y después nos ayudas con Alexia.

-Daemon- gruñó Darío.

-Mira, sé que me odias y sé que me he comportado como una estúpida zorra sin sentimientos, pero he cambiado y si no me quieres aquí me voy- Carolina hizo el amago de levantarse, de verdad estaba arrepentida.

-Oye, que yo sólo he dicho que no te entiendo, gracias a ti tengo a mi preciosa mate, mis preciosos hijos y mis preciosos nietos- Carolina asintió sonriendo.

-Y al precioso de Tony donde lo dejas, ¿ah? Sin mi no podrías vivir- todos comenzamos a reír.

-¡Mira Dylan!- Abigail vino hacia mí- ¿Te gusta?

-Eres hermosa- susurré y ella se sonrojó.

Ven a mis brazos ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora