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Dylan.

-¡No puedo abrir esta dichosa puerta!- gritó histérica Abigail.

-Ya voy, impaciente- fui a abrir la puerta cuando vi a Edgar- Joder, no soy capaz- dije mientras hacía como que forcejeaba- Edgar, ¿me ayudas?- él, totalmente confundido, caminó hasta nosotros para abrirla mientras que Abigail chillaba y saltaba emocionada en su sitio.

-¡Javier!- chilló abalanzándose hacia él cuando al fin Edgar abrió la puerta.

-Vaya, pequeña- la abrazó fuertemente riendo- Ya veo que tú has sido la que más me ha echado de menos.

-¡¿Has estado en muchos lugares?!- chilló en su oído- ¡¿Puedo ir contigo la próxima vez?!

-Sí y sí- dijo riendo- Me asfixias, pequeña- ella quitó sus brazos, avergonzada- Vaya con la humana- besó su frente y yo me acerqué, quitándosela de sus brazos.

-Sólo te estoy evitando una muerte prematura- me defendí al ver su cara de confusión. Todos los demás rieron al entender el motivo, excepto Abigail Javier y yo.

-Vaya, amigo. También me alegro de verte- espetó divertido y a la vez confuso.

-¿Qué hay, idiota?- le abracé con algo de dificultad al tenerla en mis brazos- Ahora te pongo al día- susurré en su oído y éste asintió.

Todos saludamos a Javier, excepto Daemon que seguía dormido en el sofá.

-Hoy tenemos que llevar a Marroncita a clases, aunque no os quedéis, ¿si?-dijo Alexia y ellos asintieron.

-¿Por qué no vamos hoy?- preguntó confundido Edgar.

-Porque no vamos a dejar a Daemon J. solo, además Javier ha venido- ambos saltaron- Así que hay que desayunar, arreglarse e irse.

-¡Javier, quieres que te enseñe a Marroncita?!- éste asintió, riendo.

-¡No tardes Abigail, hay que llevarla al colegio!- gritó Alexia riendo. Le ayudé a poner el desayuno de los pequeños y esperé a que bajara con Marroncita.

-Hombre, Javier- dijo feliz Daemon. Nos giramos para mirarlo y estallamos en carcajadas. Tenía escrito en su frente soy el peor en el sexo y en su mejilla tenía pd: tu precioso Tony. Salió corriendo a mirarse en el espejo.

-No han cambiado nada, ¿verdad?- preguntó divertido.

-Nunca- espetó riendo Tony.

-¡Te voy a matar! ¡Ven aquí desgraciado! ¡Hijo de puta! ¡Cabrón!- gritó Daemon realmente enfurecido.

-Nos vemos después- dijo Tony para acto seguido correr al jardín.

-¡Mira, Javier!- Abigail entró con Marroncita en sus brazos- Es la mascota de la clase y la maestra me dejó traerla a casa.

-Es muy bonita- susurró divertido Javier- Ahora a desayunar- ella asintió y dejó sin más a Marroncita en mis brazos.

-Después te cuento- susurré al ver su cara de confusión. Éste volvió a asentir. 

Veinte minutos después, los pequeños estaban listos para ir a llevar a Marroncita al colegio. Tony y Daemon llevaban quince minutos en las esquinas del salón, castigados por Alexia y Eider.

-¿Crees que me la volverán a dejar?- me preguntó feliz Abigail.
Esta chica tiene demasiada energía.

-Seguro que sí- besé su frente- Eres muy buena cuidadora, ahora vete o llegarás tarde- besó mi mejilla y salió a correr hasta donde estaban esperándola Alexia, Edgar y Daemon J.

-¿Qué ha sido eso?- me preguntó confundido Javier.

-Es todo un jodido romántico- se burló Layla y yo le enseñé mi dedo corazón.

-Ya he visto como la ha apartado de mí antes- comenzó a reír-¿Por qué lo hiciste?

-Eso Dylan, dile por qué lo hiciste- volvió a meterse en la conversación.

-¡¿Quieres callarte?!- espeté molesto- ¡Vete al rincón de pensar!

-Conmigo no funciona, son los jodidos miedicas de mi padre y cuñado con los que funciona- suspiré resignado.

-¡Layla!- gritaron los dos desde el salón.

-¡A pensar!- gritó Eider con una sonrisa.

-¿Sabías que ha encontrado a su mate?- le dije a Javier mientras la señalaba, intentado cambiar el tema de conversación.

-¡¿En serio?!- exclamó feliz- ¡Eso es genial!

-No, no lo es- gruñó ella- Es un jodido imbécil y le he rechazado- Javier hizo una mueca.

-Vaya, chica- susurró asombrado- Tú al menos lo encontraste, mi mate anda desaparecida, al igual que la de Dylan- Eider y Layla comenzaron a reír fuertemente, e incluso escuché las risas de los dos estúpidos castigados.

-En cuanto a eso- susurré avergonzado- Abigail es mi mate.

-¡¿Qué?!- chilló feliz- ¡Hostia, tío! ¡¿Por qué no me lo dijiste antes?! ¡Menudo cabrón que tengo por amigo que me oculta esas cosas!- me abrazó fuertemente- ¿Cómo se lo tomó Tony?

-¡Genial! ¡Soy todo un amor, ¿qué creías?!- espetó divertido desde el salón.

-¡A pensar!- volvió a exclamar Eider y volvimos a reír.

-Joder, así todo me cuadra- susurró para sí mismo- El conejo, quitármela de los brazos...- asentí avergonzado.

-Lo siento por eso- todos volvieron a reír.

-No te preocupes, ya tengo con que joderte, imbécil- bufé molesto- ¿Me cuentas que ha pasado con el tuyo?- Layla asintió y ambos se fueron al salón a ver la televisión mientras hablaban.

-¡Ya estamos aquí!- chilló Abigail. Corrió hacia Javier y se sentó en sus piernas. Caminé molesto hacia el salón y Javier me miraba muy divertido- ¿Me vas a contar como son los sitios en los que has estado?

-Claro, princesa- susurró acariciando su cabello, intentado aguantar una carcajada. Me estaba poniendo demasiado histérico- ¿Qué quieres saber?- susurró en su oído.

-Lo que quiera saber puede hacerlo desde dos metros de distancia- me acerqué hasta ellos y la cogí en mis brazos- Que corra el aire- todos comenzaron a reír, excepto Abigail que estaba confundida y yo.

-Tranquilo, hombre- espetó divertido Javier.

-Estoy muy muy muy tranquilo- me senté en la otra punta del salón con ella en mis piernas.

-Sí, ya veo- bufé molesto y me giré para mirar a Alexia.

-Solo yo soy su mate, ¿verdad?- pregunté nervioso y todos volvieron a reír aún más fuerte que antes.

-Sí, Dylan- Dijo Alexia limpiándose una lágrima- Solo tú eres su mate.

-Menos mal- suspiré aliviado.

-¡¿Podemos jugar al escondite?!- chilló Abigail emocionada.

-¡Hola!- gritó Darío entrando agarrado de la mano de Carolina.

-¡Hola!- salió a abrazarlos- ¡Vamos a jugar al escondite, ¿jugáis?- ellos negaron riendo. 

Después de cinco minutos discutiendo, Edgar contaría mientras que Abigail, Daemon J, Layla, Javier, Tony, Daemon y yo nos escondiamos.

-¿Te quieres esconder conmigo?- le preguntó Javier divertido, mientras que yo gruñí con todas mis fuerzas.

-¡No!- chilló ella feliz mientras entrelazaba nuestras manos- Yo me escondo con él- Todos, absolutamente todos, la miramos sorprendidos pues ella nunca era capaz de decir un simple no, o que le dieran un no por respuesta- ¡Vamos, vamos, vamos!- chilló mientras me arrastraba a mi habitación- ¿Podemos recolgarnos en la ventana? ¿Porfi, porfi?

-Vamos, hermosa- susurré cogiéndola en mis brazos.

Ven a mis brazos ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora