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Javier.

-Mierda- salí rápidamente del armario e intenté correr para alcanzar a Abigail, pero joder con la humana.

-¿Qué hacemos ahora?- preguntó Layla, nerviosa.

-Yo pienso cambiarme el nombre, el color de pelo, de cuidad, de estado, de continente- dije a la vez que caminaba de un lado para otro, tirando de mi pelo.

-¿Por qué eres tan exagerado? Sólo nos han pillado basándonos- espetó divertida.

-¿Sólo? Ya verás tu pa...- fui interrumpido por los gritos procedentes del salón- ¡Ven aquí, maldito hijo de puta que le mete mano a mi hija!

-Ay dios- Susurró Layla.

-Ahí tienes la respuesta- bufé divertido- Fue un placer conocerte y compartir saliva contigo- la puerta se abrió de golpe, dejando ver a un Daemon rojo por la rabia.

-Voy a castrarte, ¿entiendes?- avanzó hasta mí, pero yo lo esquivé y salí a correr escaleras abajo.

-Díme que todo ha sido una mentira de Abigail- dijo Tony riendo como un completo desquiciado.

-¡No soy una mentirosa!- gritó indignada.

-No, no lo eres- la defendí- Nos ha pillado basándonos.

-¡Ven aquí, que te voy a dar palos hasta en el carnet de la biblioteca!- gritó Daemon entrando al salón.

-¿El carnet de la biblioteca?- pregunté burlón- No tengo carnet de la biblioteca, te puedo dar el de identidad, si quieres.

-¡Encima te ríes de mí!- Iba a tirarse sobre mí, pero Eider lo sujetó de un brazo.

-Ambos son mayorcitos para saber que es lo que tienen que hacer. Además, la idea de que esté con Javier antes que con el macarra ese me agrada más- le dijo divertida. Intentó soltarse pero Eider lo agarró más fuerte- Ahora al rincón de pensar- blasmefando, se largó a una esquina del salón, mirando hacia la pared.

-No cantes victoria tan rápido- dijo Dylan acercándose a mí- Has traumado a mi niña, prepárate para morir- abrí mis ojos exageradamente, esperándome lo peor, pero sólo recibí una hostia en mi nuca. Una muy buena hostia.

-Hola- susurró avergonzada Layla, entrando al salón con sus mejillas rojas.

-¡¿Sois novios?!- chilló Abigail abalanzándose sobre ella. Layla soltó un gemido de vergüenza y frustración, causando que todos rían.

-¿Acaso sabes que es ser novios?- le pregunté divertido, defendiendo a Layla.

-No- respondió ésta levantando sus hombros- ¡¿Sois novios?!- volvió a chillar.

-No, no lo somos- susurró avergonzada Layla.

-¿Entonces por qué os estábais dando besos?- preguntó confundida- ¡En la boca!- Layla se sonrojó aún más, si eso era posible.

-¿Y? ¿Qué tiene que ver eso?- Volví a defenderla- Yo soy tu novio, así que tengo que besarte a tí también- me acerqué a ella haciendo morritos. Escuché los fuertes gruñidos de Edgar, Dylan y Tony.

-¡¿Qué?!- chilló Abigail saliendo a correr- ¡No, no quiero ser tu novia!- se tapó la boca y salió a correr, ocultándose detrás de Dylan.

-Pero si soy un buen novio- espeté divertido mientras me acercaba a ella.

-Quieto ahí- gruñó Dylan, enseñándome sus colmillos.

-¡Bien, bien!- chillé como un niño pequeño mientras levantaba mis manos al aire- Menudo celoso tenemos aquí.

-Jódete, cabrón- gruñó de nuevo.

-¡Te reto a un duelo!- chilló Abigail feliz mientras daba con un guante en la cara de Edgar. ¿De dónde coño lo había sacado?

-¡Reto aceptado!- chilló saliendo a correr detrás de ella.

-Definitivamente la niña tiene un problema de hiperactividad- bufé divertido.

-Agradecido tienes que estar porque se ha olvidado de seguir haciéndole pasar un mal momento a tu novia- contraatacó Dylan señalando a Layla.

-¡Qué no somos nada!- exclamamos los dos a la vez- ¡Sólo han sido un par de besos!

-Sí, sí lo que tú digas- me enseñó su dedo corazón y se sentó al lado de Alexia.

-Por cierto, ¿qué haces aquí?-  pregunté confuso mirando a Carolina.

-¡Son novios!- gritó Daemon desde la esquina.

-¡No lo somos!- chilló Carolina sonrojándose.

-¡¿Sois novios?!- chilló Abigail asomando su cabeza por la puerta- ¡Yo lo sabía!- volvió a salir corriendo a quien sabe donde.

-Maldita mocosa- susurró Darío divertido- Menuda niña tan genial te ha tocado- le guiñó un ojo a Dylan.

-Estoy feliz con eso- espetó divertido mientras ponía sus manos entrelazadas detrás de su cabeza.

-¡Mamá!- chilló Edgar mientras entraba, sobándose una mejilla- ¡Me ha mordido, y me ha dejado la señal!- se sentó en las piernas de su madre.

-Pero si tú estás feliz con eso, capullo- me burlé de él.

-Sí, pero no quiero que ella lo sepa- me respondió y siguió a lo suyo.

La mañana paso así de tranquila y después de comer Abigail y Edgar se quedaron dormidos en mantas tiradas en el suelo en el salón.

Muy mala idea dejarla dormir. Simplemente, muy pero que muy mala idea.

-Yo quiero un café- vi como Abigail volvía a pasar corriendo para subir las escaleras. Hace unos diez minutos que anda tirándose por la ventana para que Dylan la coja.

Algo casual y normal en la vida de una niña de cuatro años.

-¡Otra vez!- chilló subiendo de nuevo las escaleras.

-Alexia, cariño- refunfuñó Tony entrando al salón- No somos capaces de traérnosla de vuelta, dile algo que a ti te hace caso- todos comenzamos a reír.

-¡Otra vez!- chilló corriendo por el pasillo.

-¡Señorita!- gritó divertida Alexia- ¡Ven aquí!- ella obedientemente acudió a la llamada de su madre- Hay que hacer los deberes que esta mañana te dijo la maestra que debías hacer, así que ve a llamar a Dylan y entráis ya en casa- asintió y salió a correr fuera de la casa.

-Voy a meterme un rato con Dylan- susurré mientras me levantaba y salía hacia fuera. Sin embargo me quedé escondido para escuchar la conversación que tenían esos dos.

-Mamá ha dicho que tengo que hacer los deberes- susurró triste- Así que tenemos que ir dentro- Dylan rió tiernamente y la cogió en sus brazos.

-Tenemos todo el tiempo del mundo para que te tires por la ventana, ¿si?- besó su frente. Ésta asintió feliz y sin que él se lo esperara, siquiera yo, le dio un pequeño beso en los labios. Obviamente, la cara de nosotros dos era épica.

-Quería saber por qué Layla y Javier se habían besado en la boca- susurró avergonzada.

Ven a mis brazos ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora