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Este es un capítulo "algo" relajado para todo lo que vendrá después. Agarren palomitas, que la acción empieza.


Layla.

-¿A dónde iremos a desayunar?- pregunté confundida al ver que sacaba las llaves de su coche.

-¿Qué te parece ir al pueblo humano?- preguntó con una sonrisa nerviosa en su rostro- Después podemos hacer lo que tú quieras, no sé cine, parque, centro comercial...- dijo atropelladamente y tuve que pararlo o se asfixiaría.

-Bien, bien he entendido a la primera- dije riendo mientras me subía en el asiento del copiloto. Él me imitó y enciendió el motor, poniéndonos en marcha.

-¿Te ha vuelto a hablar Adam?- preguntó entre molesto y nervioso.

-Sí, pero de igual manera no le he contestado- fruncí mi ceño a causa de mi confusión- ¿Por qué lo preguntas?

-Sólo quería saberlo, como ayer metí la pata hasta el fondo, pensé que querrías volver con él- susurró dándome una mirada de reojo.

-Un poco si que la cagaste, pero aunque al principio me dolió mucho rechazarlo, contigo he sabido olvidarlo y estoy mucho mejor a tu lado, ¿cuántas veces tengo que repetirlo?- negué divertida.

El resto del camino fue en un completo y absoluto silencioso. Al llegar al gran pueblo humano, aparcó frente a la primera cafetería que vimos.

-Listo- susurró orgulloso- Creo que voy a dejar a los demás clientes sin comida, me muero de hambre- bajé del coche riendo. Me coloqué a su lado y entrelacé nuestras manos.

-Sí haces eso, haré como que nunca antes te había visto y diré que eres un secuestrador y/o violador- entrecerré mis ojos mientras arrugaba mi nariz.

-¿Y/O?- preguntó divertido mientras me arrastraba hacia la cafetería- Ya te he dicho que me pone muchísimo que hables tan así- suspiró frustrado- ¿Acaso disfrutas?

-Mucho- chasqueé mi lengua- ¿Pides por mi? Yo voy a coger mesa- asintió y soltó mi mano.

El desayuno pasó entre risas, mensajes de mi gran acosador y protector padre.

-No puedo andar- se quejó, sobando su estómago.

-¿En serio? ¡No me lo creo!- grité con tono sarcástico- Creí que después de tres tostadas enteras y dos cafés podrías bailar algo sensual para mí.

-Ahora mismo no me encuentro lo suficientemente bien como para hacerlo, pero pídelo después y lo haré encantado- puso en marcha el motor del coche- ¿A donde quieres ir?

-¿Crees que podemos plantarnos delante de una gran ventana y mirar a los chicos del gimnasio?- le sonreí inocentemente.

-¿No te sobra con esta gran y sensual barriguita mía?- preguntó con tono de niño pequeño.

-Sí claro, sensual barriguita- bufé divertida- ¿Qué te parece parque?

-Perfecto- comenzó a conducir. Minutos después estábamos frente a uno. Al entrar había ancianos jugando a las damas, niños jugando en la arena y jóvenes corriendo por el camino hecho precisamente para eso.

-¿Quieres correr y así bajas esa barriguita tuya?- pregunté burlona.

-Y vomitar mi delicioso desayuno- refunfuñó como un niño pequeño- Ni hablar.

-Eres un aburrido que no quiere hacer nada- refunfuñé de igual manera.

-¿Por qué no vamos a tu casa, cogemos algo de ropa, toallas y vamos al lago del bosque?- chillé emocionada- Supongo que eso es un sí.

Durante el camino nos la pasamos hablando de mis exámenes de la universidad y su trabajo sobre entrenador personal para niños pequeños que todavía no saben controlar sus sentidos, para evitar que en su primera transformación perdieran el control.

-¡Tienes cinco minutos!- gritó Javier cuando yo iba subiendo las escaleras para ir a mi habitación.

-¡Qué sean diez!- chillé abriendo la puerta. Cogí algo de ropa para mí y algo de ropa que Javier había traído a mi casa dos meses después de comenzar a salir como novios. Cogí toallas y bajé, encontrándomelo apoyado en la puerta.

-Vamos- me dio una sonrisa tierna.

-¿Estaremos aquí para antes de comer?- pregunté dándome la vuelta- Porque si no puedo coger algo de comida y...- agarró mi brazo, dándome la vuelta para mirarle.

-Llegaremos a tiempo, tranquila- asentí con comprensión- Entonces vamos- cogió las cosas y salió de la casa. Después lo hice yo, sin percatarme de que no llevaba las llaves- Por tu culpa he olvidado las llaves.

-¿Tanto efecto tengo sobre ti?- preguntó divertido, provocando que yo me sonrojase- Tranquila eres mujer lobo, podrás trepar por la ventana.

Minutos después llegamos al prado donde estaba el lago. Dejó las cosas en la hierba y estiró una toalla, para acto seguido comenzar a quitarse la camiseta.

-¿Vas a mirar o te vas a desvestir?- me sonrojé aún más- Tengo una idea mejor- susurró con una sonrisa malvada y me cogió en sus brazos.

-¡¿Qué haces?!- chillé pataleando- ¡Suéltame ya! ¡No me tires al ag...- Simplemente nos tiró a los dos, pues se lanzó al agua sin soltarme.

-¿Encima que me sacrifico por tí?- bufó divertido cuando salí a la superficie- Deja de quejarte.

Las horas pasaron rápidamente entre risas. Me salí del lago y caminé hacia donde estaba la toalla. La cogí y me envolví en ella, después cogí la otra y me acerqué hasta él, que seguía en el agua.

-Cuando quieras- le dije impaciente. Rápidamente salió del agua riendo.

-Quiero decirte algo- susurró contra mis labios. Realmente estaba nervioso.

-Adelante- susurré también. Me besó lentamente y se separó. Observé como sus manos temblaban, y sus mejillas se sonrojaban.

-Yo...- suspiró con pesadez- Me da igual que no seas mi mate, y aunque muchos se empeñen en decir que sin tu mate no sabes el verdadero significado de amar, realmente te amo- acarició levemente mi mejilla. No podía respirar y mi corazón latía con rapidez- Llevamos un año como novios y... te conozco desde el primer día que viniste al mundo, así que ¿Quieres casarte conmigo?- susurró contra mis labios.

-Ay, dios- susurré llorando.

-Si no sientes lo mismo que yo o quieres volver con Adam lo entiendo, no quiero que te sientas obligada a aceptar algo que no quier...- le corté la frase con un beso.

-¿Qué hay si encuentras a tu mate?- pregunté nerviosa mientras lloraba aún más.

-Ya la tengo delante- susurró limpiando mis lágrimas- No necesito a nadie más que a tí, Layla.

-Acepto- besé sus labios nuevamente- Quiero ser tu mujer.

Ven a mis brazos ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora