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Dylan.

-¿Los llevas tú?- Alexia me hizo ojitos- Tengo que empezar a ponerme al día con los asuntos de la manada.

-Vamos- Abigail entrelazó nuestras manos, mientras que Edgar sólo me miraba con odio.

-No quiero ir a los ensayos esos- refunfuñó mirándome- ¡Me han asignado de árbol en la función! ¡De árbol!

-Y yo soy la guerrera- suspiró feliz Abigail- ¿Estás orgulloso de mi? ¿Eh? ¿Eh?- abroché su cinturón y besé su frente.

-Siempre, hermosa- Cerré la puerta y fui a abrochar el cinturón de Edgar.

-¡Porque tú como árbol no aguantarías ni un momento en tu lugar! ¡¿Dónde has visto andar a un árbol?!- comencé a reír al imaginarme a Abigail saltando por todo el escenario vestida de árbol.

-Eres un celoso- bufó molesta- Me han asignado a la guerra por mis dotes naturales- Edgar iba a protestar pero le dí una mirada amenazante.

El camino al colegio fue movidito, por los gritos de ambos hermanos.

-Nos vemos, Dylan- se despidió Edgar y bajó del coche dando un portazo.
-¡Adiós, Dylan!- besó mi mejilla y salió del coche. Salió a correr junto a su hermano, pero de repente se giró para venir hacia mí nuevamente- ¿Quieres quedarte y vernos ensayar?- preguntó abriendo mi puerta.

-¡No!- chilló Edgar- ¡Ni se te ocurra quedarte a vernos! ¡Eres capaz de grabarme y subirlo a YouTube! ¡Que vergüenza!

-Me gustaría mucho, hermosa- ignoré completamente los gritos de Edgar- Pero Javier me ha pedido que vaya a trabajar por él entrenando a los niños- ella hizo una mueca- Además si te veo ensayar ahora, no me sorprenderé cuando llegue el gran día.

-Es mañana- asentí- ¿Puedo ir contigo? Ya no quiero ensayar- fruncí mi ceño a causa de la confusión.

-Si hace un momento estabas muy ilusionada- ella comenzó a negar con su cabeza.

-Pues ya no quiero- puso su tono de niña aún más pequeña- Quiero ir contigo.

-Si no ensayas hoy, no te dejarán actuar mañana, y entonces no podré ver a mi hermosa Abigail hacer de guerrera- besé su frente- Vendré a recogeros después- parece ser que esa respuesta le agradó.

-¿Crees que también habrán niñas en esos entrenamientos?- escuché la pregunta que Abigail le hizo a Edgar. Comencé a reír al saber que se quería venir conmigo por las niñas.

-Muchas- constestó Edgar- Y aprovecharán que tú no estás allí para marcar tu territorio, y se lanzarán a besarlo, gatita.

-¡Dylan! ¡Lo he pensado mejor! ¡Quiero ir contigo!- comencé a reír nuevamente.

-¿Puedes dejar de hacerle caso a tu hermano?- le regañé tiernamente- Sea lo que sea que te haya dicho es mentira.

-¿Seguro que es mentira?- preguntó con su tono de aún más niña pequeña.

-¿Qué le has preguntado? Quizás si me lo dices pueda confirmártelo- me encanta su inocencia.

-Nada- susurró avergonzada- Solo que no te quedabas porque no querías verme actuar- Y también su forma de improvisar cualquier cosa en pocos segundos.

-Mentira- acaricié su mejilla suavemente- Mañana estaré aquí para verte, es más, te aseguro que seré el primero en entrar por la puerta, ¿si?- asintió enérgicamente. Besó mis labios por unos segundos y salió a correr.

-¡¿Qué has hecho?! ¡Pienso contárselo a papá!- chilló indignado.

-Entonces yo me encargaré de hacerte un vídeo vestido de árbol y lo subiré a YouTube- amo a esta chica.

Al llegar al lugar donde me dijo Javier, había un grupo de catorce adolescentes. ¿De dónde coño se ha sacado Javier que estos de aquí son niños?

-Hola- dije todavía abrumado- Soy el sustituto de Javier.

-Hola- contestaron todos.

-¿Cómo te llamas?- ronroneó una chica.

-Esto será largo- susurré para mí mismo- Mi nombre es Dylan- espeté molesto sin mirar a la chica- Quien haya estirado que se ponga a hacer cincuenta flexiones, quien no, pues a estirar.

Después de dos horas de entrenamiento con estos chicos y sus hormonas revolucionadas, al fin pude respirar tranquilo. Tuve que apartar tres veces los brazos de la chica, cuyo nombre no me acuerdo, y no será por las pocas veces que me lo ha repetido, de mi cuello porque se mareaba.

-Adiós, Dylan- sin poder esquivarlo a tiempo, me gané un beso en la mejilla por su parte.

-Adiós- bufé molesto mientras me montaba en el coche- Será posible- aproveché el trayecto al colegio para blasfemar.

-Hola- Edgar dio un portazo al coche. Abrochó su cinturón y miró por la ventana.

-¡Hola, Dyl...- chilló Abigail, pero antes de terminar de decir mi nombre se calló abruptamente- Hola- susurró con tristeza. Se abrochó su cinturón e imitó a su hermano.

-¿Qué pasa?- pregunté confuso, pero no recibí respuesta por parte de ninguno de los dos. Suspiré mientras encendía el motor del coche.

Llegamos a casa y Abigail se bajó sin decir nada.

-Tienes una marca de labios en tu mejilla- dijo Edgar antes de bajar del coche.

-¡Genial!- grité enfurecido mientras golpeaba el volante- ¡Joder!- Me bajé del coche y corrí hacia la casa.

-¿Qué le ha pasado?- escuché la voz de Alexia- Puedes confiar en mí.

-Pregúntale a Dylan- escupió con veneno Edgar y subió las escaleras corriendo. Pocos segundos después se escuchó el portazo de su habitación.

-¿Dónde está Abigail?- pregunté nervioso.

-¿Qué le has hecho?- preguntó molesto Tony- Ha ido directamente a su habitación, no ha chillado, no ha dicho siquiera un hola- lo ignoré y corrí hacia la habitación de Abigail.

-Hermosa, ¿puedo pasar?- golpeé repetidas veces su puerta- Abigail- No escuché nada por su parte. Furioso, fui a mi habitación, entré y creo que rompí la puerta del movimiento suave que le dí para cerrarla- Mañana pienso reventar a la tipa esa a base de flexiones- caminé al baño blasfemando- ¿Cómo coño no me he dado cuenta de que tenía pintalabios? ¡Encima rojo!- hice una mueca de asco mirando mi mejilla y la limpié con bastante agua y jabón.

-¿Qué le has hecho?- Alexia entró al baño- Ni siquera deja a Edgar entrar a su habitación.

-Resulta que los niños del entrenamiento no son tan niños- chasqueé mi lengua- Y una chica con hormonas poco calmadas me ha dado un beso en la mejilla- señalé mi ahora limpia mejilla- Como buen estúpido que soy no me he dado cuenta y el resto ya lo sabes.

-Oh- susurró Alexia- Te perdonará fácilmente.

-¿Cómo va a perdonarme si ni siquera me deja entrar en su cuarto?- comencé a blasfemar nuevamente.

-Se le cae la baba por tí, no tendrás que currártelo mucho- me guiñó un ojo y salió de la habitación.

Ven a mis brazos ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora