16

15.7K 1.1K 63
                                    


Dylan.

-Dylan, me caigo- se quejó, intentando agarrarse aún más fuerte.

-No te caes- susurré riendo- No voy a dejarte caer- ella asintió enérgicamente y escuchamos como Edgar abrió la puerta.

-¡Sé que estás aquí, Ab!- gritó feliz entrando en el cuarto de baño- ¡¿Dónde estás pequeña?! ¡Voy a encontrarte!- escuché su cuerpo chocar contra el suelo, por lo que debía estar mirando debajo de mi cama- ¡Aquí no está, Daemon J!- salió de mi habitación dando un portazo.

-Están haciendo trampas- refunfuñó Abigail.

-Hagámosla nosotros también- susurré en su oído y ella asintió feliz- Sube- la impulsé con uno de mis brazos y ella consiguió pasar por la ventana. Sin ningún esfuerzo entré yo. Caminé hacia la puerta y la abrí con cuidado, sin embargo ésta crujió lo suficientemente alto para que lo escuchara un hombre lobo- Hermosa, vamos- corrí hacia ella y la cogí en mis brazos. Salté por la ventana, que gracias a dios había dejado abierta de par en par, cayendo de cuclillas.

-¡Eso ha sido una pas...- tapé su boca.

-¡Pero serás desgraciado!- gritó Tony saliendo de un arbusto del patio delantero- ¡Qué la matas!- lo ignoré completamente y corrí hacia la casa. Justo cuando entré escuché el grito de Edgar.

-¡Papá, te he pillado!- gritó feliz. Cerré la puerta con cuidado.

-¿Por qué no has dejado que nos pillaran?- susurró feliz y a la vez intrigada.

-¿Cuando estás conmigo no te sientes protegida?- susurré en su oído mientras caminaba hacia el salón, ella asintió- Pues no pienso dejar que ese sentimiento desaparezca- besé su cuello. Intenté entrar en el salón, pero Darío me hizo una señal para que no lo hiciera.

-No deberías estar buscando Daemon J- escuché la voz de Darío- Eso es hacer trampas- bufé molesto pero a la vez agradecido de que me avisara. Comencé a caminar hacia la cocina, pero ya estaba escondido Daemon.

-Maldita sea- bufé molesto cerrando el pequeño cuarto de la lavadora donde estaba escondido.

-Déjamela a mí y ve a esconderte a otro lado- dijo abriendo la puerta- ¿A quiénes han pillado?

-A Tony- éste hizo un gesto de victoria- Y no, no pienso dejártela a tí, contigo seguro pierde- salí de la cocina.

-¡Pero serás imbécil! ¡No soy tan malo!- gritó enfurecido, sin darse cuenta del grave error que había cometido.

-¿Y ahora qué?- susurró Abigail nerviosa. Bufé molesto, intentando pensar en una salida, pero sólo se me ocurrían las formas perfectas de matar a Daemon por hacer que la protección que ella sentía conmigo desapareciera.

-Largo- espeté furioso abriendo la puerta donde se encontraba Daemon- La has cagado, saben donde estamos por tu culpa así que déjanos el sitio- lo empujé hacia fuera.

-¿Pero qué haces?- bramó furioso, sin embargo lo ignoré y cerré la puerta con cuidado.

-¡Te pillé!- gritó Edgar divertido- ¿Qué clase de jugador que juega al escondite grita? ¿Es que acaso hay alguien más?- escuché los pasos de Edgar.

-¿Con quién crees que estaba peleando? Tu padre es un estúpido que ha hecho que me delate- Cerré fuertemente mis ojos, aliviado. Edgar se dio por vencido con esa respuesta y salió a correr hacia quien sabe donde.

Daemon abrió la puerta, y se veía realmente feliz.

-Me debes una- susurró guiñándome un ojo- Yo también hacía lo mismo cuando Eider era pequeña- cerró la puerta con cuidado y se fue.

-¿Qué pasa con mi abuela?- susurró Abigail intrigada.

-Cuando era pequeña tu abuela solía esconderse siempre debajo de la cama de tu abuelo cuando jugaban al escondite, pero una vez tu abuelo se recorrió media casa ocultándose de todos con ella en brazos para que nunca la encontraran- ella comenzó a reír y tuve que tapar su boca- Bien, este es el plan- susurré y ella se concentró en escucharlo atentamente.

-¿Y si no funciona?- preguntó nerviosa.

-Claro que funcionará- susurré besando su frente. Salí del cuarto y me dirigí al salón- ¡Eres un puto desgraciado que no sabe perder!- le grité a Daemon, porque era el primero al que había encontrado. Él me miró con cara de no entender una mierda y yo le guiñé un ojo.

-¡¿Yo?! ¡¿Qué no sé perder?!- me siguió el juego.

-¡Te pillé, Dylan!- dijo Edgar entrando al salón acompañado de Daemon J- ¿Y mi hermana?

-¡Por mi, por todos mis compañeros por mi primero!- chilló feliz desde la habitación de Edgar.

-¡Pero será posible!- se quejó éste y salió corriendo hacia su habitación.

-Por los pelos- susurré, tirándome en el sofá al lado de Alexia- Esta niña acabará conmigo.

-Así que no quieres que deje de sentirse protegida contigo, ¿Eh?- espetó divertido Daemon- Menudo cabrón, me ha echado de mi escondite para protegerla.

-Tú ya tienes a Tony para que haga ese trabajo, así que....- dejé caer la frase.

-¡Pero serás mal agradecido!- exclamó indigando- ¡Encima que te ayudo a esconderla!

-Si no lo hubieras hecho, te habría arrancado la lengua por delatarnos, así que mejor así- todos reímos y él me mostró su dedo corazón.

-¡Dylan, lo hemos conseguido!- se abalanzó sobre mí para abrazarme, y con mucho agrado le correspondí. Sólo con verla así de feliz me basta para saber que ha merecido la pena jugar.

-¿Donde están Layla y Javier?- preguntó Tony al ver que no salían de su escondite.

-Ya voy yo- dijo Abigail poniéndose en pie. Salió del salón corriendo.

-¿Estás segura que esta niña no tiene hiperactividad?- pregunté riendo.

-Creo que no- contestó ella del mismo modo- Al menos no diagnosticado.

-¡Esa niña siempre gana!- exclamó Edgar molesto sentándose a mi lado- ¡Seguro que habéis hecho trampas!

-Pues sí, al igual que tú- le acusé- Te dije que mi hermosa Abigail tiene a su mate para protegerla, así que ten cuidado- bufó aún más molesto y se sentó en las piernas de su madre.

Minutos más tarde, Abigail entró como si hubiera visto a un fantasma, y estaba muy nerviosa.

-¿Qué te pasa?- pregunté rápidamente, poniéndome de pie hasta llegar a ella- ¿Qué te pasa, Abigail?- me puse de cuclillas.

-Layla y Javier se estaban besando en mi armario- susurró en mi oído- En la boca.

Ven a mis brazos ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora