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Dylan.

-¡Adiós, Amy!- chilló mientras sacudía su mano enérgicamente- ¡Nos vemos en el colegio!- el coche comenzó a andar.

-Dylan- susurró Edgar para que Abigail no nos escuchara- Ya empiezo a notar como se le está bajando el azúcar- asentí y la cogí en mis brazos. Hace unas horas atrás, le contamos todo lo que había ocurrido con su hermana para que nos avisara en cuanto comenzara a sentir sus molestias, por el vínculo. Para tener solo cinco años, tiene la mentalidad y el físico de un niño de trece años, algo típico en el desarrollo de los hombres lobo.

-Vamos, hermosa- susurré besando su frente- Debemos entrar en casa- entramos en el salón donde estaban todos. Miré a Alexia y ella entendió, pues se levantó abruptamente de su asiento y caminó a la cocina.

-¡Quiero jugar con Hades!- chilló cuando la dejé en el suelo- ¡¿Juegas conmigo, Edgar?!

-No- Edgar seguía con su expresión seria- Vamos a jugar a estar sentados.

-No- refunfuñó Abigail- Quiero jugar con Hades- Edgar tomó la mano de su hermana y la arrastró a la cocina, seguidos por Tony y por mi.

-Mamá, rápido- dijo Edgar y escuché como el corazón de Abigail latía más rápido de lo normal, sin embargo el de Edgar latía normal.

-¿También va a jugar con nosotros?- preguntó entusiasmada ella. Suspiré con pesadez y la senté encima de la mesa.

-No creo poder hacer esto- susurré nervioso mirando a Tony. Ví como éste gesticuló un yo tampoco.

-Pequeña- susurró Alexia tiernamente. Abigail se dio cuenta de la aguja que su madre escondía y comenzó a removerse inquieta.

-No... No es para mi, ¿verdad?- susurró todavía mirando la aguja.

-Cariño, lo necesitas- ella se acercó más a nosotros y Abigail comenzó a intentar bajarse de la mesa desesperadamente.

-No, no quiero- tuve que sujetarla y ella me miró dolida. Joder, no- ¿Tú también?

-Es por tu bien, hermosa- susurré sintiendo un intenso dolor en mi pecho y ella comenzó a llorar.

-No, me dan miedo- susurró llorando aún más- Por favor, Edgar ayúdame.

-Lo siento Ab, pero esta vez no voy a ayudarte- susurró él también dolido. Miró a su padre y también negó con dificultad.

-Mami, no por favor- se le escaparon un par de lágrimas a Alexia.

-Tienes que hacerlo por tu hermano, ¿si?- se colocó frente a ella- Tu hermano se pondrá malito si no te la pones- comenzó a colocar la aguja en la jeringa.

-¡Es un hombre lobo, él no se enferma!- chilló mientras seguía con su intento de huida- ¡Dylan, suéltame!

-Esto es diferente, se pondrá muy muy malito si no te la pones- dijo Alexia intentando sujetar el brazo de Abigail, pero se negó y escondió su brazo.

-Me estás engañando, Edgar es un hombre lobo y él es muy fuerte- vimos como Eider entró en la cocina con una expresión triste.

-Mamá- dijo Edgar nervioso- Empeora- mis manos comenzaron a parecer gelatina al ver el estado de Abigail, que iba empeorando cada vez más. Daemon me apartó suavemente y la sujetó por mi, ¿cuando había entrado?

Eider se acercó a Edgar y tocó su frente.

-Si le hacemos creer que estás mal te dejará que se la pongamos- susurró Eider y Edgar asintió enérgicamente.

-Rápido, no quiero que le pase nada malo- susurró nervioso. De repente Edgar comenzó a tambalearse un poco y tuvo que agarrarse del brazo de su abuela, o de lo contrario se caería.

-¡Edgar!- chilló Abigail empujando a Daemon, saltó de la mesa y se puso frente a él- ¡Corre mamá!- corrió ahora hacia ella y estiró su brazo.

-¡Hola!- gritó Javier entrando a la cocina, pero se calló al ver a Abigail llorando mientras Alexia le introducía la aguja.

-Duele- susurró quejándose.

-Ya, cariño- Alexia la abrazó- Has sido una niña muy valiente.

-Eso es mentira- susurró dolida- He puesto en peligro la vida de mi hermano por no quererme poner una inyección.

-Si me das un abrazo te lo perdono- rápidamente se abalanzó sobre él, casi asfixiándolo- ¿No que íbamos a jugar con Hades?- Abigail chilló emocionada y lo arrastró al jardín.

-Creo que la buena noticia se ha ido a la mierda- susurró Javier hacia Layla.

-¿Qué buena noticia?- preguntamos todos a la vez, excepto Alexia y Eider que no escucharon absolutamente nada.

-¡Esperad!- Alejandra, Elisa, Carolina, John, Saul y Darío entraron en la cocina- Ahora sí.

-Nosotros...- susurró Layla avergonzada- Nosotros vamos a casarnos. Un gran silencio apareció y al parecer nadie quería decir nada.

-¿Cómo que váis a casaros?- Preguntó Daemon casi al borde de la histeria- ¡De ninguna manera! ¡¿Y si encuentra a su mate y te deja?! ¡¿Qué harás cuando te rompa el corazón?! ¡No voy a permitirlo!- Layla salió corriendo fuera de la casa mientras lloraba.

-La has cagado, amigo- escupió con veneno Javier.

Ven a mis brazos ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora