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Dylan.

Un año después.
Abigail y Edgar tienen cinco años.



-¿Vas a encargarte tú?- le pregunté a Javier mirando mi móvil- Tengo cosas muy importantes que hacer.

-¿Qué cosas importantes?- preguntó Tony divertido.

-¿Qué te importa?- espeté furioso- ¿Vas a encargarte tú o no? Tony necesita ayuda con la manada.

-¿Cuánto tiempo piensas irte?- preguntaron los dos preocupados.

-No lo sé- suspiré con frustración- ¿Sí o no?

-Está bien, tío- suspiró resignado- ¿Puedes relajarte? Yo me quedo ayudando a Tony con la manada.

-¿A dónde vas?- Alexia entró en mi habitación con la pequeña Sophie de un año y dos meses- ¿Piensas irte sin despedirte al menos de Abigail?

-Es importante, Alexia- Cerré mi maleta- Despídete de ella por mí, me tengo que ir ya- salí a correr para evitar más posibles preguntas.

Subí la maleta al coche lo más rápido que pude y me puse en marcha para iniciar cuanto antes este maldito largo viaje.

Justo al estar un metro fuera de la manada algo me impedía seguir avanzando. Y es que simplemente no podía irme sin siquiera decirle un adiós a Abigail, mi Abigail.

-¡Mierda!- grité furioso mientras golpeaba el volante- ¡Todo me pasa a mí!- dí media vuelta y fui hacia la escuela de Abigail y Edgar.

-¿En que puedo ayudarle?- preguntó amablemente el conserje.

-¿Puede llamar a Abigail, la futura Alpha, un momento? Es urgente- Él me miró dudoso- Soy amigo de sus padres y su mate, por si con eso no le basta.

-Ahora mismo la traigo, joven- sin más salió por los pasillos.

-¡Dylan!- chilló feliz mientras corría- ¡Hola!- se abalanzó a mí y la cogí en mis brazos. El conserje se metió en una sala y nos dejó algo de privacidad.

-Hola, hermosa- ella me sonrió y juntó nuestros labios por unos instantes. Algo que se le había hecho costumbre desde aquel día que me dio el primero, sin embargo yo no me quejo.

-¿Qué haces aquí?- preguntó feliz.

-Me voy de viaje- susurré sintiendo mi pecho doler por tener que alejarme de ella. Su cara alegre pasó a una triste.

-¿Te vas? ¿A dónde? ¿Cuánto tiempo?- preguntó casi al borde del llanto.

-Sí, hermosa. Me voy- se le escapó una lágrima- Hey, no llores ¿si? No tardaré mucho, te lo prometo.

-¿Puedo ir contigo?- preguntó esperanzada.

-No, no puedes, hermosa- reí tiernamente- Cuando menos te lo esperes estaré aquí, contigo ¿si?- asintió y le limpié otra lágrima- Nos vemos, mi Abigail- susurré besando su frente.

-Adiós, Dylan- me abrazó fuertemente mientras lloraba aún más- Me lo has prometido- besó mi mejilla y el conserje salió de la sala. Caminé hacia la salida cuando sentí un fuerte agarre en mi pierna derecha, agaché mi cabeza y vi que Abigail estaba abrazada a ésta- Ya no te espero, ¿significa eso que te quedarás conmigo?- Ahí ya no pude aguantar mis lágrimas.

-¿Puede llamar a Edgar?- le dije al conserje- Voy a llevármelos.

-No puede hacer eso, joven- me dijo con cautela- Necesita el permiso de sus padres.

-Entonces llámalos- espeté molesto. Éste asintió y se metió en su sala para llamar a Alexia o a Tony.

-¿Ya no te vas?- preguntó ilusionada y yo asentí- ¡Sí!- se abalanzó otra vez sobre mi pierna. La cogí en brazos y le dí un fuerte abrazo, sin llegar a hacerle el más mínimo daño.

-Ahora mismo traígo a Edgar, joven- recorrió de nuevo el pasillo.

-Ve a por tu mochila, hermosa- dije a la vez que la dejaba en el suelo. Ella asintió enérgicamente y salió a correr por donde el conserje había ido.

-¡Ya estamos aquí!- gritó Edgar emocionado- ¡Gracias por sacarme de esta pesadilla!- El conserje comenzó a reírse por lo bajo.

-Gracias- le dije al conserje, para acto seguido coger las mochilas de las pequeños- Vámonos- me coloqué cada mochila en cada hombro y Abigail aprovechó que había quedado libre para agarrar mi mano.

El camino fue un completo desastre por las constantes peleas entre los hermanos por escoger una canción de emisoras diferentes en la radio.

-¡Ya estamos en casa!- gritó Abigail una vez cerramos la puerta principal. Siempre solía salir a correr a donde estuviéramos, pero hoy se mantuvo a mi lado y sin soltar mi mano.

-¿Hoy no me das tu mochila y sales como loca a ver a los demás?- preguntó sorprendio Edgar y ella negó enérgicamente con su cabeza.

-¿Por qué estás aquí?- salieron Javier, Tony y Alexia a recibirnos.

-¿Hablamos?- susurré nervioso.

-Mis niños y yo vamos a ir a ver a nuestra pequeña Sophie, ¿verdad?- Edgar salió a correr hasta quedar al lado de Alexia, pero Abigail no soltó mi mano.

-Yo me quedo aquí, después voy- dijo ella apretando el agarre.

-No voy a irme, hermosa- dije riendo tiernamente.

-¿Lo prometes?-susurró mirándome fijamente y yo asentí. Convencida con mi respuesta salió a correr escaleras arriba.

-¿Qué pasa? ¿Por qué has decidido irte así de repente? ¡Lo has decidido esta mañana!- me reprendieron a la vez.

-Después de que los pequeños se fueran al colegio, recibí una llamada- hice una mueca nervioso- ¿Os acordáis de Laura?

-¿La chica con la que estuviste hasta que supiste que Abi es tu mate?- asentí.

-Pues ha muerto- hice otra mueca- Y ha dejado huérfano a una niña que no es mi hija, pero que, sin embargo, mi conciencia no me deja no hacerme cargo de ella.

-¡¿Qué?!- exclamaron los dos a la vez.

-¿Seguro que no es tu hija?- preguntó Tony más nervioso que yo.

-La niña tiene seis meses- ambos suspiraron de alivio- Ya sabéis, lo mío con ella tiene más de un año.

-¿Quién te ha llamado?- preguntó ahora Javier.

-Asuntos sociales- ellos me miraron sin entender- Son humanos, ¿recordáis? Vidas diferentes- ambos asintieron con comprensión- No sé qué voy a hacer con esa niña.

-Puedo ir yo a por ella- se ofreció Javier- Ya has visto que Abigail no quiere separarse de tí y tampoco quiero hacerle pasar un mal trago- asentí aliviado- Y puedes dejar que Carolina y Darío la cuiden como si fuera de su sangre, ya sabes que quieren tener un hijo y no pueden.

Ven a mis brazos ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora