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Hago lo imposible por sorprenderos y hacer que os sintáis a gusto con la novela, espero haberlo conseguido una vez más <3

Javier.

-Entiéndeme, Javier- espetó furioso Daemon- Quiero lo mejor para mi hija.

-¡También es mi mate, hijo de puta!- grité abalanzándome sobre él- ¡Descubrí que tenía otro mate cuando la llevé hace tres años al instituto y ví como se miraban!- Aunque quería golpearlo, me abstuve- Peleé con Adam y perdí, por lo que tuve que alejarme de ella, ¿Por qué crees que me fui de viaje para buscar a mi mate?- reí sin humor.

-¡Por eso te soprendistes!- gritó Dylan- ¡El día que te conté que ella había encontrado a su mate, tú te preocupaste más por el motivo de su rechazo!- asentí en afirmación.

-Voy a buscarla- me levanté de encima de Daemon y salí a correr hacia la salida. Comencé a olfatear el olor a moras y salí a correr.

Sonreí como un estúpido al recordar cuando Alexia me preguntó si el olor a moras era mi favorito antes de estar con Maya. En ese momento decía las palabras obligados por el conjuro de Maya, pero en mi cabeza la respuesta estaba en Layla.

-¡Layla!- la encontré apoyada en un coche porque no podía respirar a causa de un ataque de ansiedad- ¡Layla!- llegué a su lado, la giré con un poquito de brusquedad a causa de los nervios y la abracé fuertemente- Sh, tranquila respira- susurré mientras acariciaba su cabello- Respira, mi amor.

-Ja... Javi...- intentó hablar pero rápidamente la corté.

-Sh, no hables- besé su cabeza- Layla, yo encontré a mi mate hace muchos años, cuando Maya me utilizó no sabía que a veces tenía momento de lucidez y, una de esas veces ella me contó que había utilizado tu olor- escuché un jadeo que provenía de ella- Después comenzó a reírse como una loca, pensando que no tenía el control de mi mismo, pero se equivocaba.

-¿Por qué no me lo dijiste antes?- preguntó dolida, pero al menos su ataque de ansiedad había desaparecido.

-Eras muy pequeña- reí con ternura- Justo el día que iba a decírtelo, te acompañé al instituto porque llegabas tarde y cuando vi a Adam, supe que también era tu mate- mi humor fue desapareciendo a medida que terminaba la frase- Peleé con él y por confiarme demasiado, me ganó, así que tuve que renunciar a tí.

-¿Por qué esperó tanto tiempo para presentarse como mi mate?- preguntó separándose un poco de mí para poder mirarme.

-Al perder tenía el derecho de pedir lo que quisiera, y pedí que te dejara unos años más conmigo, aunque no pudiera decirte nada- asintió con comprensión y se sonrojó- ¿Sabes cuán feliz me hizo saber que le habías rechazado?

-Eres un idiota- susurró avergonzada- Debiste decírmelo antes, yo no quería a Adam porque era un estúpido arrogante y...- se calló abruptamente- ¿Por qué no supe que tú también eras mi mate al cumplir la edad necesaria?

-Porque perdí el derecho de estar contigo al perder la pelea, son casos muy aislados, ya sabes no es muy normal tener dos mates- volvió a asentir- Tuve que leer muchos libros acerca de eso, y en todos decían que aunque yo pudiera sentir tu olor, tú solo podías sentir el olor de Adam.

-¿Y ahora que lo sé podré sentir el tuyo?- sus mejillas se sonrojaron aún más.

-Quizás si se lo pides a tu madre puedas- asintió enérgicamente- Vamos a casa de tu hermana, ¿si? Los hemos quedado a todos un poco impactados y preocupados.

-Vamos- entrelazó nuestras manos y comenzó a tirar de mí- Que sepas que estoy enfadada- refunfuñó con tono de niña pequeña.

-Oh, vamos. Es imposible enfadarse con esta barriguita sexy- comenzó a reír, aunque quiso ocultarlo con tos- Demasiado tarde, amor- bufé divertido- He escuchado tu risa.

Llegamos a la casa de Alexia y Tony, entramos y todos estaban en el salón. El primero en levantarse del asiento fue Daemon. Pensé que me íbamos a pelear, pero en realidad me abrazó fuertemente, casi al punto de casi asfixiarme.

-Lo siento, ¿vale?- susurró palmeando mi espalda- Si me quieres pegar un puño en el ojo, estás en todo tu derecho- todos comenzamos a reír.

-Ahora que lo piensas sí, voy a pegarte- escuché como tragaba saliva- Era broma, hombre- volvimos a reír y él suspiró aliviado- Pero no quiero que te interpongas entre Layla y yo, porque si no sí que te pondré el ojo morado- asintió haciendo un saludo militar.

-Para eso ya tengo a Tony, tranquilo- todos volvimos a reír, excepto Tony que se dedicó a sacarle la lengua.

-¿Ves como no puede vivir sin mi, cuchitura?- espetó burlón éste.

Ven a mis brazos ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora