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Dylan.

-¡Quiero un bebé!- chilló feliz Javier mientras miraba a la pequeña- ¡¿Has visto que monada?! ¡Layla, tengamos un bebé!- vi como ella se sonrojaba.

Terminé de subir las escaleras porque no quería que mi pequeña se despertara con todo el alboroto que iba a montarse ahora. La dejé suavemente sobre mi cama, la arropé y quise salir de la habitación para que durmiera a gusto.

-¿Puedes abrazarme?- susurró abriendo lentamente sus ojos- Estoy malita, y cuando estoy malita necesito que me abracen- caminé hacia ella mientras reía.

-Tú siempre necesitas que te abrace- me tumbé y ella se acurrucó junto a mi. Bostezó y se quedó dormida de nuevo.

Estuve escuchando los griteríos de las personas irracionales que tengo por familia y Javier entró en mi habitación sin llamar siquiera.

-¿Qué he hecho?- me preguntó mientras se sentaba a un lado de mi cama, con cuidado de no despertar a Abigail.

-Son las cuatro de la mañana, duerme y mañana todo estará bien- le dije y el negó.

-¿Por qué se ha enfadado? Sólo he dicho que quiero tener un bebé con ella- por lo que había escuchado, Layla salió llorando poco después de que Javier dijera eso.

-Javier, es más complicado de lo que piensas- comenté con una mueca- Ella rechazó a su mate y él quiere volver con ella, además tú no has encontrado a la tuya, por lo que no puedes ir pidiéndole tener un bebé contigo.

-Voy a hablar con ella- se levantó y en menos de dos segundos ya estaba en la puerta dispuesto a salir- Gracias, tío. No me equivoqué al escogerte de mejor amigo- salió de mi habitación. Abigail comenzó a resolverse y me puse alerta.

-Déjalo ya- susurró removiéndose- No te quiere a tí, me quiere a mí- reí suavemente mientras acariciaba su cabello- Dylan, dile a Amy que me quieres a mi y no a ella- frunció su ceño todavía dormida. Simplemente hermosa.

-No te quiero, hermosa- susurré todavía acariciando su cabello- Te amo- besé su frente.

-Listo- Javier entró con una sonrisa- Mañana tendremos una cita, desde hace tiempo no teníamos una- ¿Qué le pasa?

-Está soñando conmigo y Amy- comenzó a reír- Me ha pedido que le diga a Amy que yo la quiero a ella- negó divertido.

-Maldita humana- bufó divertido- Bueno, vamos a dormir que mañana tengo que estar diez de diez para mi cita- se tumbó al lado de Abigail- Tío, me dolerá la espalda.

-¿Darío y Carolina se quedarán a dormir?- asintió bostezando.

-Han sacado la cuna de Edgar y listo- asentí- Hasta mañana.

-Adiós, estúpido- apagué la luz mientras escuchaba su risa- Si mañana amaneces en el suelo, ha sido Abigail eh, a mi no me eches la culpa.

-Tranquilo, antes de que haga eso la tiraré yo- ambos soltamos una pequeña risita. Pocos segundos después escuchamos como Abigail seguía a lo suyo.

-Yo le doy besitos en la boca, como Javier y Layla- susurró dándose la vuelta, dándome la espalda- Ellos son novios, así que nosotros también lo somos.

-Dylan no te quiere- susurró Javier divertido- Amy es su favorita- Me incorporé y le pegué en el brazo- Mierda Dylan, está llorando.

-Duele- susurró Abigail mientras lloraba. Rápidamente enciendí la luz, pensando que se le había vuelto a bajar el azúcar. La miré y estaba tocando su pecho, a la altura de su corazón, mientras se removía de forma inquieta.

-Mierda, Javier. Mira lo que has hecho- bufé molesto y comencé a moverla suavemente- Hermosa, despierta.

-No me digas que se está soñando con Amy y tu besándoos- susurró divertido- Esta niña es lo más.

-Abigail, hermosa- ella despertó asustada- Solo ha sido una pesadilla- omití el hecho de saber cual era su sueño.

-No para tí, cabrón- dijo Javier haciendo un corazón con sus manos- Hasta en sueños ligas- suspiró dramatizando- Todo un adonís.

-Cállate- bufé molesto y de una patada lo empujé al suelo- Buenas noches, mi amor- me burlé de él.

-Maldito- estiró su brazo solo para enseñar su dedo corazón. Riendo volví mi vista a Abigail, quien me miraba fijamente y al pillarla se sonrojó- ¿Estás bien?- asintió sonrojándose aún más.

-¿Con qué has soñado?- preguntó Javier levantándose del suelo para posteriormente tirarse en la cama- Quiero saberlo.

-Déjala en paz- la acurruqué en mis brazos nuevamente y apagué la luz- Sea lo que sea que hayas soñado, siempre voy a estar aquí- susurré en su oído, obviamente como una indirecta, pues en realidad si sabía de su sueño.

La noche pasó tranquila para mí, pero no tanto para Javier, que se pudo caer de la cama unas cuantas veces, porque ella lo iba empujando cada vez más, hasta que terminó en el borde.

-Maldita niña- susurró Javier bostezando- ¡Me saldrán moratones por tu culpa!- le gritó a Abigail que todavía andaba medio dormida.

-¿Y qué?- dijo ella bostezando también- Solo son moratones.

-¡Tengo que estar perfecto para mi cita con Layla!- gritó divertido-
Per-fec-to.

-Deja de gritarle a mi niña- la cogí en mis brazos- No está lo suficientemente despierta como para defenderse sola.

-Y por eso la defiendes tú, ¿no?- le mostré mi dedo corazón y salí de la habitación con Abigail en mis brazos.

-¡Abi!- chilló Amy mientras corría hacia nosotros- ¿Qué tal estás? Tu mamá me ha dicho que anoche tuviste que ir al hospital- susurró avergonzada. La dejé en el suelo y ellas se abrazaron.

-Estoy bien- susurró ella- Vamos a desayunar que tengo hambre.

-¡Yo también!- chilló Edgar saliendo de la habitación de Abigail- Alguien anoche no me dejó comerme mi piruleta.

-Tu deber como hermano pequeño es darme todas tus chuches, y además, esa piruleta era mía- dios mío, que niña tan genial.

-¡¿Hasta cuando vas a repetirme que soy el pequeño?!- chilló Edgar indignado.

-Si eres el pequeño te aguantas y punto- arrastró a Amy hacia las escaleras.

-¡Layla, nos vamos!- gritó Javier saliendo de mi habitación.

-¿Ya?- dije burlón.

-Desayunamos fuera- asentí- Deséame suerte- Layla salió de la habitación de Edgar.

-Pónselo difícil, Layla- me llevé una hostia por parte de él- Ella me ama a mí, ¿verdad?

-Claro Dylan, ¿cómo no me había dado cuenta antes?- los tres reímos.

-¿No te basta con Abigail y Amy?- bufó divertido Javier- Vas a causar un ruptura en esa amistad.

Bajamos las escaleras todavía riendo por nuestras tonterías.

-¡Nos vemos!- gritaron ambos, dando un portazo.

-¡Mi puerta, desgraciados!- chilló Tony indignado.


Ven a mis brazos ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora