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Abigail.

-¡Arriba, venga, hay colegio!- chillé mientras golpeaba una sartén con una cuchara a la vez que andaba por el pasillo.

-¿Qué haces?- preguntó Dylan riendo mientras salía de su habitación- ¿Cuando te has levantado? No me he dado cuenta.

-Estoy intentado levantaros, hoy tengo que llegar temprano al colegio- comencé a golper de nuevo la sartén- Si llego la primera, me dejarán traerme a marroncita a casa.

-¿Quién es marroncita?- preguntó confuso mientras me seguía a la habitación de mis padres.

Entré en completo silencio, y me subí con tranquilidad a la cama, justo encima de mi papá.

-¡Arriba!- golpeé la sartén con todas mis fuerzas haciendo que la cuchara se doblase- ¡levanta...- me tiró al suelo por el movimiento brusco que hizo. Bueno, en realidad caí en los brazos de Dylan- ¿Soy una princesa?- susurré divertida e hice como si me desmayara.

-¡¿Qué pasa?!- se levantó mi papá histérico.

-¡Tenemos que llegar temprano al colegio!- grité aún en los brazos de Dylan- ¡Quiero a marroncita!

-¿Qué es marroncita?- preguntó confundido mi papá.

-Marroncita es la mascota de la clase- dijo mi mamá bostezando- Vamos cariño- chillé emocionada.

-¿Por qué hueles a Dylan?- mi papá miró mal a Dylan.

-Porque dormí con él- dije intentando poner bien la cuchara- Quise dormir con Edgar, pero él no es igual de blandito.

-¡¿Has vuelto a dormir con mi hija?!- del susto doblé la cuchara para el otro lado.

-Sí- Dylan me dejó en el suelo y me quitó la cuchara- ella se coló en mi habitación y yo no la eché- puso bien la cuchara y me la entregó.

-¡Marroncita!- grité acordándome de que tenía que llegar la primera- ¡Edgar, vago! ¡Dormilón, levanta! ¡Marroncita me espera!- entré en su habitación y luego recordé que estaba en la mía.

-¿Dónde está tu hermano?- me preguntó mi mamá divertida.

-Le obligué a dormir conmigo, pero no era igual de blandito que Dylan, así que lo dejé en mi cama y fui a dormir con Dylan- mi mamá comenzó a reír. Entré en mi habitación y ahí estaba con su boca abierta baboseando toda mi almohada- ¡Edgar, Edgar, Edgar!- chillé mientras saltaba en mi sitio.

-¿Qué quieres?- se quejó- Menuda noche me has dado.

-¿Qué?- pregunté confundida- ¿Qué dices?

-Que das muchas patadas- se levantó de mi cama y salimos de mi habitación.

-¡Mamá!- chillé asustada- ¡Mamá!- llegué a la cocina y me abracé al primero que ví... Dylan.

-¿Qué te pasa?- preguntó éste preocupado, abrazándome más.

-¡Edgar se ha vuelto loco!- grité abrazándolo- Dice que doy muchas patadas y yo no he dormido con él.

-¿Pero qué dices?- preguntó Edgar entrando en la cocina- He dormido contigo y casi me tiras dos veces de la cama ¡Dos!

-Alexia- dijo Dylan confuso- Al que casi tira de la cama dos veces ha sido a mi.

-Venga a desayunar- dijo mi mamá como si nada.

Desayuné apartada de mi hermano, por si las moscas. ¿Qué si le daba por matarme y quedarse con marroncita? Ni hablar.

Mi mamá se levantó con un cuchillo y caminó hasta mí.
¿Por qué creo que me va a hacer algo malo?

-Cariño no te asustes, ¿si?- me preguntó mamá con ternura- Déjame tu mano- dudosa hice lo que me pidió y ella cortó un poco mi mano.

-¡Duele!- chillamos Edgar y yo a la vez. Ví mi mano y comenzaba a salir un poco de sangre. Giré mi cabeza para mirar la mano de Edgar y también sangraba.

-Panda de lobos sobrepotectores- susurró mi mamá mientras sanaba mi herida con su magia. Cuando terminó conmigo besó mi frente y se fue hasta mi hermano- Tú y yo hablamos después, ¿sí?- le dijo mientras besaba su frente.

-¿Por qué no le curas la mano a él?- le pregunté curiosa.

-Ya está curada, ahora a vestirse y lavarse los dientes si quieres quedarte con marroncita- dijo tiernamente.

-¡Marroncita!- chillé saliendo de la cocina- ¡Vamos, Edgar!- lo arrastré conmigo- ¡Marroncita nos espera!








Ven a mis brazos ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora