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Dylan.


-¿Qué tal el viaje?- pregunté divertido, palmeando la espalda de Tony.

-Genial- contestó con un aire de victoria- A penas hemos salido del hotel.

-¡¿Quieres callarte, gilipollas?!- bramó furioso Daemon- ¡No me cuentes esas cosas, que estás hablando de mi hija!- hizo un gesto dramático- ¡Mi hija!

-¡Papi, papi!- gritó Abigail corriendo hacia Tony- ¡Abuelos, Dylan, Javier, ¿Podemos jugar al tenis?!

-No, a mí ese deporte no se me da- dijo Tony haciendo una mueca.

-¿Y qué deporte se te da?- pregunté divertido.

-Cierto- chasqueó su lengua- No se me da bien ningún deporte.

-Porfi, porfi, porfi- suplicó haciendo un puchero.

Idéntica a su madre.
Pensé mientras la observaba.

-Vamos- suspiró resignado y todos nos levantamos.

-Oye, cuidado con mi preciosa casa- dijo Daemon realmente preocupado.

-¿Cómo se monta esta red?- preguntó John.

Todos comenzamos a mirar las instrucciones.

-¡Socorro, una ayudita!- levantamos la vista de las instrucciones para encontrarnos a Tony enrollado como una momia.

Todos, incluidas las chicas, comenzamos a reír.

Media hora más tarde la red estaba instalada en medio del jardín.
No habríamos tardado tanto si Tony no se hubiera enrollado en ella.

Todavía es un misterio para la humanidad como llegó hasta ahí.

-Daemon, Tony, Javier y Saul un equipo- dijo Darío- Abigail, Dylan, Alejandro y Edgar otro.
John y yo seremos los árbitros- todos asentimos cogiendo las raquetas- ¡¿Alguna de vosotras quiere jugar?!- todas negaron- ¡¿Daemon Junior?!- él negó.

-¡Vamos a ganar!- gritaron los niños a la vez.

El partido comenzó con total normalidad.

Bueno, con casi total normalidad.

-¡¿Pero serás tonto?!- le gritó Daemon a Tony- ¡Golpea bien, vamos perdiendo!

-¡¿Pero qué quieres que le haga si no sé jugar?!- gritó él, ofuscado- ¡Entre más presión me metas, menos vamos a ganar!- gritó concentrándose para lanzar la pelota.

Cuando iba a hacerlo, Daemon le gritó que se diera prisa y con el susto, fue la raqueta la que acabó volando por los aires.

-¡Raqueta va!- grité, llorando de la risa.

Daemon llevó sus manos a la cabeza y, de repente, el sonido de un cristal roto se escuchó.

-Vaya por dios- Susurró Tony mirándose las manos- Me he quedado sin raqueta- al fin y al cabo, no era el único llorando por la risa, ya que los demás se me unieron al presenciar tal escena.

Todos excepto Daemon y Tony, quien seguía mirando sus manos vacías.

-¡¿Pero serás imbécil?!- gritó Daemon- ¡Me has roto una ventana!

-¡Ha sido tu culpa!- gritó éste- ¡Me has gritado y me he puesto nervioso!

-¡¿Qué te he puesto nervioso?!- gritó Daemon levantando su raqueta- ¡Ven aquí, desgraciado!- ambos empezaron a correr por el jardín.

Nosotros seguíamos intentando recomponernos de la situación.

-¡Te pienso meter la raqueta por el culo!- gritó Daemon levantando su raqueta para pegarle a Tony.

De repente, su raqueta también salió disparada, rompiendo otra ventana.

-Vaya- susurró Tony, sorprendido- Tú también te has quedado sin raqueta, eh- Daemon se cabreó aún más, comenzando otra vez la persecución.

Minutos más tarde se cansaron y fueron a por las raquetas para seguir jugando.

Ambos regresaron con las raquetas, colocándose en sus sitios de antes.

-Mejor cambiadnos el sitio- dijo Daemon, por lo que cambiamos de sitio, riendo.

El partido volvió a comenzar, y la pelota fue a parar a la piscina hinchable improvisada para los pequeños.

Daemon se acercó hasta ella para coger la pelota, pero al ser tan espaciosa no alcanzaba.

-¡¿Quieres cogerla de una maldita vez?!- gritó Tony exasperado.

Daemon, al estar inclinado hacia delante, se asustó con el grito de Tony, por lo que terminó en el agua.

-¡Pero serás gilipollas!- gritó escupiendo agua.

Daemon le tiró la pelota con fuerza, por lo que Tony tuvo que esquivarla.

La pelota pasó por su lado y se volvió a escuchar otro cristal romperse.

-¡Mi coche!- gritó John saliendo a correr.







-¿De verdad que no te quieres llevar mi coche?- le preguntó Daemon a John.

Éste sólo le dio una mirada de muerte mientras se montaba en el coche, completamente enfurecido.

Elisa, por su parte, intentaba aguantar las carcajadas.

-Vas a tragar muchos mosquitos- dijo Tony cuando John arrancó el coche.

Resulta que la pelota había impactado en el cristal del coche, y cuando intentó sacarla, éste se estalló por completo.

-¿Qué pasa si se te cuela un pájaro en el coche y te golpea la cara?- insistió Tony.

-¡Cállate ya!- grité intentando contener la risa.

John y Elisa se fueron, aunque vimos que John empezó a escupir un poco.

-¡Cierra la boca!- gritamos todos.

-Bueno yo me voy, mañana temprano sale el avión- dijo Javier y todos asentimos.

Javier viajaría para intentar encontar a su mate.



Ven a mis brazos ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora