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Abigail.

-¡Listo, ya terminé!- alcé mis deberes al aire- ¡Já! ¡Tú no!- le saqué la lengua a mi hermano.

-¿A ver?- Dylan me quitó mi libreta de mis manos- Vale, todo bien- asentí enérgicamente y le volví a sacar mi lengua a Edgar.

-Ve a llamar a tu padre y a tu abuelo anda- corrí hasta el salón.

-¡Hooooola!- entré en el salón y ambos estaban pelando.

-Hola, cariño- mi papá me cogió en brazos- No le dirás a mamá, ¿verdad?- Negué divertida y él suspiró aliviado.

-No hace falta que me diga nada, ya lo he visto- la voz de mi mamá se escuchó detrás de mí.

-Cuchitura tu padre y yo lo sentimos- se apresuró en decir mi papá- Cuando discutimos no nos damos cuenta de lo que hacemos.

-No quiero que volváis a poner en peligro a mi niña o a mi niño, ¿entendido?- ambos asintieron- Y deja de decirle a mi niña que le pegue a los niños.

-¡Nos vamos!- mi abuela entró chillando con el móvil en las manos- ¡Voy a matar a Layla, te juro que la mato!- ¿la verdad? Daba miedo.

-¿Qué ha hecho?- preguntó mi mamá.

-¡Ha encontrado a su mate! ¡Y ha dejado a mí niño solo para irse con el capullo ese!- ¿Mi tía había encontrado a su mate? Vaya, eso es genial.

-¡¿Qué ha hecho que?!- gritó mi abuelo desesperado- ¡Será mejor que disfrute de este tiempo con su mate! ¡Porque cuando llegue pienso arrancarle la cabeza al puto ese!- puto... Palabra prohibida, no puedo decirla.

-¿Quién es?- preguntó mi papá.

-Alejandro ha ido a casa y dice que es un macarra- mi abuela me dio un beso en la frente y salió a correr.

-¡Layla no saldrá de casa hasta el día del juicio final! ¡Por mis cojones!- Cojones... Otra palabra prohibida. Mi abuelo se despidió de nosotros y también salió corriendo de la casa.

-¿Capullo si puedo decirlo?- le pregunté a papá y éste rió.

-No- asentí con comprensión.

-Debo apuntarlo en mi lista- me bajó mientras reía y salí a correr hacia Dylan- ¿Me coges otra vez?- me sentó en sus piernas y saqué mi lista de palabras prohibidas.

-¿Qué haces?- preguntó curioso.

-Apunto otra mala palabra en mi lista de palabras que no puedo decir- apunté la palabra capullo.

-¿Puedo verla?- preguntó divertido y yo se la entregué.

-Cabrón, puto, desgraciado, gilipollas, hijo de puta- leyó en voz alta- Son todas las que dicen tu padre y tu abuelo, ¿verdad?- asentí- ¿Por qué tienes la palabra porno ahí?

-No lo sé, papá me dijo que la agregara- le quité mi lista- ¿Sabes lo que es? Porno suena a horno.

-No, no sé lo que es- dijo nervioso.

-¿Por qué te pones nervioso?- toqué su mejilla.

-No estoy nervioso, son imaginaciones tuyas- Edgar vino corriendo hacia nosotros.

-Te reto a un duelo- me pegó con un guante en la cara.

-¡Ven aquí!- grité mientras me bajaba de las piernas de Dylan. Corrí hacia Edgar y me lancé encima suya- ¡Reto aceptado!- mordí su mejilla.

-¡Ah!- chilló- ¡No! ¡Suéltame!- le solté y miré su mejilla.

-Te he quedado la señal de mis dientes- Edgar me quitó con cuidado de encima suyo y salió a correr hacia la casa.

-¡Mamá!- chilló limpiando su mejilla. Yo aproveché y cogí el guante que se le había olvidado- ¡Abigail me ha mordido la mejilla!- salí a correr detrás de él con el guante. Mientras que mi hermano fue llorando a mi madre yo le hice una seña a mí papá para que se agachara.

-¿Qué pasa?- susurró con una sonrisa cuando quedó agachado de cuclillas frente a mí.

-¡Te reto a un duelo!- chillé mientras le daba con el guante en la cara, como Edgar me había hecho a mí.

-¡Ahora verás, pequeña lenteja!- salió a correr detrás de mí. Salí a correr hacia mí habitación.

Salté un par de veces en mi sitio nerviosa. ¿Dónde me escondo? ¿Dónde? ¿Dónde? ¿Dónde? Salí de mi habitación para ir al cuatro de Dylan, ya que mi papá venía llegando al final de las escaleras.

-¿Qué haces?- preguntó Dylan cuando entré en su habitación. Él estaba poniendo a cargar su móvil.

-Sh- Cerré la puerta riendo- He retado a un duelo a papá y ahora me busca- salí a correr a su baño- Necesito tu bañera- Cerré la puerta de su baño mientras escuchaba su risa. Me metí en la bañera y escuché como papá abría la puerta de la habitación de Dylan.

-¿Has visto a la lentejita?- preguntó divertido.

-No- Dylan bostezó- Voy a ducharme.

-¿Cómo has llegado aquí, cabrón?- preguntó riendo- No te he visto pasar por las escaleras.

-Soy un ninja- solté una carcajada y rápidamente tapé mi boca.

-Así que no estaba aquí, ¿Eh?- ¡No! ¡Me ha descubierto!- ¡Lentejita voy a por tí!

Ven a mis brazos ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora