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Dylan.

-Bien, vamos a sentarnos- dijo Alexia señalándoles el suelo a los pequeños. Ambos obedecieron rápidamente- Ahora vengo- salió del salón.

-¿Qué pasa?- preguntó Edgar intrigado.

-Estamos igual que tú- dijimos Tony y yo al mismo tiempo.

-Ya estoy- Alexia entró al salón de nuevo con el mismo cuchillo de hace unas horas atrás. Se sentó en frente de los pequeños- ¿Váis a sentaros?- nos preguntó divertida.

-¿Me vas a cortar otra vez?- preguntó Abigail.

-Tranquila cariño, eso no va a pasar- susurró tiernamente ella y Abigail suspiró aliviada- Vamos a jugar a un juego- Abigail levantó su mano con energía y se veía jodidamente adorable- ¿Si?

-¿Puede jugar también Marroncita?- preguntó con ella entre sus brazos.

-Sí- Alexia, Tony y yo reímos tiernamente- Edgar, necesito que te concentres, ¿si?- éste asintió- Voy a hacerle un pequeño corte a Abigail en su mano, pero tú puedes evitarlo.

-¿Cómo?- preguntó intrigado.

-Tú sabras- le guiñó un ojo- ¿Puedo?- Abigail estiró su mano- Bien, voy- Alexia comenzó a pasar el cuchillo por su mano pero no hacia ningún corte. Sin embargo, la mano de Edgar si sangraba un poco.

-¿Cómo...- Tony y yo nos miramos. Ambos estábamos con la boca bien abierta.

-Ahora te he avisado, pero con el tiempo sabrás estar preparado por si algo le pasa- suspiró aliviada Alexia- Algo realmente bueno, ya que tu hermana es completamente humana- Eso es cierto, desde que nació supimos que no tenía ni siquiera un poquito de la brujería de Alexia- Dame tu mano- Edgar le dio la mano herida y rápidamente sanó su herida.

-¿Y yo que pinto aquí?- pregunté confuso.

-Tranquilo, primero quería comprobar eso- dijo riendo- Ahora vamos contigo- se levantó del suelo.

-¿A donde vas?- pregunté intrigado- ¿No me vas a contar?

-Voy a mi habitación porque voy a tardar un rato- suspiró divertida- Podéis hacer lo que queráis, pero no me molestéis a mí.

-¿Pero a ésta que mosca le picó?- pregunté exasperado- Me muero de la intriga.

-Ya somos dos- Tony palmeó mi espalda totalmente divertido- ¿Qué queréis hacer?- le preguntó a los niños.

-¡Tenemos hambre!- gritaron los dos.

-¡Pues a cocinar!- gritó Tony mientras salía a correr a la cocina. Edgar fue a suplicarle a su padre que le preparara Spaghettis y yo me quedé con Abigail.

-¿Qué crees que come Marroncita?- preguntó dejándola en suelo. Ésta comenzó a saltar hacia la cocina- ¡Marroncita!

-¡Cuidado!- grité corriendo detrás de Marroncita- ¡No queremos conejo asado!

-Toma- Edgar le entregó a Abigail el conejo, digo Marroncita.

-¡Gracias!- besó su mejilla. Abigail se tumbó en el suelo y volvió a soltarla.

-¡No!- grité riendo- ¡Qué se va!- el timbre sonó- ¡Yo voy!- abrí la puerta y Marroncita quiso salir, por lo que tuve que pararla con mi pie- Marroncita eres muy mala- la cogí en mis manos y la llevé al salón- ¡Cerrad la puerta!

-¡¿Qué crees que iba a hacer, cabrón?!- gritó divertido Daemon.

-A Marroncita le va la marcha- le dije a Abigail mientras se la daba- Deberías vigilarla.

-¿Dónde está mi hija?- preguntó Eider.

-Ha ido a su habitación, no quieren que la molesten- ella asintió.

Una hora más tarde estaba demasiado cansado, y Alexia no bajaba, así que decidí ir a dormir un rato.

-Nos vemos- me despedí de todos- Voy a dormir un rato- Abigail dejó de jugar con Edgar, Daemon Junior y Marroncita para mirarme.

-¿Puedo dormir contigo?- preguntó bostezando. Miré a Tony y éste levantó sus hombros en señal de que no le importaba.

-Tú sí, Marroncita no- ella hizo una mueca, pero asentió bostezando de nuevo.

-¿Cuidas de ella?- le preguntó a Eider y ésta asintió riendo tiernamente. Cuando se la entregó corrió hacia mí y me agarró la mano- Ya nos podemos ir.

No sé cuánto tiempo estuve dormido, la verdad. Al despertar Abigail no estaba a mi lado, pero ahora no es que me importara mucho ese dato, ya que me había despertado por notar un delicioso olor a lavanda.

Sin perder más tiempo, me levanté de la cama y salí corriendo de la habitación mientras seguía ese delicioso olor. Llegué hasta el salón y allí estaba ella con Marroncita en sus brazos.

Sin poder creerlo, caminé lentamente hasta quedar frente a ella. Me arrodillé sin importarme una mierda la mirada de los demás.

Sólo me importaba que ella me estaba mirando. Aspiré fuertemente su aroma mientras cerraba mis ojos. Disfruté de la paz que me producía su olor, soltando el aire mientras abría mis ojos.

Es ella; Abigail es mi alma gemela.

-Mía- susurré muy bajo mientras acariciaba su cabello.

Ven a mis brazos ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora