Capítulo Extra.

15K 1.2K 275
                                    


Al principio aparece un pequeño párrafo de alguien que más adelante sabréis, después del guión no hay narrador en primera persona.





















-¡Qué me dejéis en paz de una puta vez!- grité enfurecido mientras cerraba la puerta con toda mi fuerza- Vámonos- gruñí con tono autoritario.













-¡Hola!- chilló aquella pequeña niña de tan sólo cinco años- ¡¿Jugamos?!- ¿Quién lo iba a decir? Una niña de cinco años que a pesar de vivir tantos malos momentos todavía es capaz de ocultarlos.

-¿Cómo has escapado?- preguntó su amigo, Roberto- Cuando tu padre se entere vas a estar en un gran lío.

-Solo quiero jugar a la pelota- dijo ésta llorando un poco- ¿Puedo jugar con vosotros?

-Claro que puedes- dijo su otra amiga, Míriam- Tú vas en mi equipo- la chica asintió enérgicamente. Mientras los demás niños del parque discutían por ver quien estaba en el equipo de quien, la pequeña aprovechó para observar a su alrededor.

Como siempre, ancianos jugando a las damas, padres hablando animadamente y niños jugando por doquier. Esta vez había una excepción que rompía todas las reglas.

En un banco apartado de todo el parque, había cuatro chicos. A decir verdad, ninguno tenía una pinta de chico bueno, más bien todo lo contrario.

Tres de ellos se dedicaban a pelear mientras miraban los móviles. Sin embargo, un chico con aspecto cansado y el que más miedo provocaba en la niña, la estaba mirando fíjamente. Ni siquera pestañeaba, simplemente la observaba ajeno al mundo que lo rodeaba.

La niña nerviosa ante tal comportamiento, apartó la vista y comenzó el partido de fútbol con sus amigos.

-¡Está muy alta!- chilló mientras saltaba para intentar coger la pelota, sin embargo fue un intento fallido. La pelota rodó hasta quedar en los pies de uno de los chicos que discutía con los otros tres.

Temerosa y avergonzada, se acercó hasta aquellos misteriosos chicos. Las personas que antes charlaban y reían alegremente, guardaron silencio al observar la situación.

-¿Me puedes dar mi pelota?- preguntó la niña avergonzada al chico que había cogido la pelota.

-¿Y si no quiero?- preguntó éste burlón.

-Dale la pelota- espetó furioso el chico que tiempo atrás la miraba fíjamente, aquel que más miedo le daba de los cuatro.

-Pero Edgar...- se calló abruptamente al ver los colmillos y la posición de ataque que Edgar adoptó- Toma- le entregó la pelota con demasiada fuerza, haciendo que la niña se tambaleara hacia atrás, pero Edgar fue más rápido y la sujetó del brazo sin ejercer demasiada fuerza para no causarle ningún daño.

-¿Estás bien?- preguntó preocupado mirándola fíjamente.

-Sí- respondió avergonzada- Gracias por hacer que me devuelva la pelota- besó la mejilla de Edgar y salió a correr de nuevo hacia sus amigos.

De pronto, un hombre con cara de pocos amigos entró en el parque. Escaneó el lugar hasta dar con la persona indicada.

-¡Valeria!- gritó el hombre caminando enfurecido hacia la niña- ¡Encima te atreves a escaparte! ¡Verás cuando lleguemos a casa!- bramó furioso agarrando bruscamente el brazo de la niña.

No hay que ser muy hábil para saber que la niña estaba demasiado asustada. Sin embargo, experiencias pasadas le habían enseñado a no pedir ayuda de nadie. Así que, sumida en un profundo llanto, se dejó arrastrar por aquel hombre.

-Así que el viejo Lucas sigue con su faena de jodernos a todos, eh- se escuchó la voz terrorífica de aquel chico que había hecho que Roberto le devolviera la pelota- Suelta a la niña.

-Pero si tenemos aquí al gran Edgar- escupió con veneno Lucas- Que gusto volver a verte.

-No puedo decir lo mismo por mi parte- Edgar imitó el tono de voz de Lucas- Se supone que debías estar muerto- suspiró con frustración- Suelta a la niña.

-¿Crees que voy a soltar a mi único pasaje que evita mi muerte?- rió irónico- Si mueves un solo dedo, la mato.

-Todo este tiempo la has tenido tú, ¿verdad?- dio un paso hacia Lucas y éste retrocedió- Todo este tiempo en el que yo me he pasado buscando a mi mate desesperadamente y la tenías tú- chasqueó su lengua- Eso no se hace, Lucas- cogió a Valeria con cuidado en sus brazos.

Valeria debería haber gritado en busca de ayuda, quizás suplicar para que aquel desconocido chico la dejara en paz. Sin embargo, lejos de todas aquellas opciones, solo se dedicó a esconder su cara en el cuello de Edgar, acción movida por el sentimiento de protección que la invadía.

-Quiero que lo llevéis ante Abigail, decidle que la he encontrado- los tres chicos asintieron cogiendo a Lucas, quien a pesar de ser Alpha no podía con tres simples hombres lobos, como habría dicho el propio Lucas en otra situación menos comprometedora- Es mío, esta vez se ha metido con mi vida.

-¿A dónde se lo llevan?- preguntó temerosa la niña.

-Tranquila, no volverá a hacerte daño- susurró Edgar besando la frente de Valeria- Esta vez no tendrás tanta suerte, Lucas.

Los chicos se marcharon tirando de Lucas, y la pequeña no sabía que hacer.

-¿Cuantos años tienes, Valeria?- preguntó tiernamente Edgar.

-Cinco- susurró avergonzada.

-Wow muy mayor, eh- susurró tiernamente- Yo me llamo Edgar, soy más pequeño que tú, tengo dos años- bromeó él, y Valeria comenzó a reír, sacando una tierna sonrisa de Edgar- ¿Sólo vives con tu papá?- asintió enérgicamente.

-Sólo estamos mi papá y yo- susurró Valeria mirando su propio brazo. Edgar, sabiendo lo que había debajo de la manga, gruñó, asustándola.

-No voy a hacerte nada, ¿si?- dijo Edgar acariciando su mejilla, transmitiéndole más sensación de protección- Ahora que te he encontrado nadie va a hacerte daño nunca más- susurró para sí mismo- Nunca- besó su frente.













No sé si alguien se ha dado cuenta, pero éste capítulo está inspirado en la introducción de 'La princesa de sus ojos'

Fin.

Ven a mis brazos ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora