Capitulo 11

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Me levante del suelo a duras penas, sujetandome el brazo izquierdo con la mano. Cuando me consegui levantar, mi corazón dio un vuelco al ver a Abraham tirado en el suelo delante de un coche rojo, con la cara palida y una gota de sangre callendo lentamente por su frente.

- ¡¡¡NOOO!!! ¡¡¡ABRAHAM!!! - Grite desesperadamente mientras las lagrimas caían de mis ojos sin control.

Corrí hacia el y arrastre su cuerpo inmovil hacia la acera, sacandolo del medio de la carretera. Mis lagrimas caían en su cara sin poder evitarlo, poco a poco se fue acercando la gente para ver que pasaba. La mayoria se iban corriendo con la cara roja diciendo:

- ¡Han matado a Abraham Mateo!

Mientras que otras personas venían a ayudar, "¡Cosa que no viene mal en estos momentos!" pense.

- ¿Que he hecho? - dije hundiendo mi cara en su pecho, dejando que las lagrimas corrieran, mojando su camiseta.

10 minutos despues llego la ambulancia, llevandose a Abraham en una camilla. Yo queria correr hacia el, pero mis compañeros de clase me lo impedian agarrándome de la cintura, y diciéndome:

- Estara bien, no te preocupes.

En esos momentos, era lo que mas necesitaba, que alguien me consolara y me diera un hombro en el que llorar.

Habia perdido el autobús hace un rato, asique tuve que llamar a mi madre para que viniera a recogerme, ya que no me apetecia mucho bajarme andando sola a casa, además de que luega tendria que ir al hospital.

No tardo mucho en venir, y de camino a casa me estuvo preguntando lo tipico de siempre. "¿Por que perdiste el autobus?" "¿Por que tienes los ojos rojos?" "¿Por que has estado llorando?" Al final acabe destripandolo todo, a mi madre casi le da algo cuando se entero de que habia estado saliendo con Abraham.

-¡¿Por que no me dijiste que tenias novio?! - me pregunto.

- ¡Porque eres muy estricta con esas cosas! - respondí gritando tanto que a mi madre le asustó - ¡Siempre te pones muy pesada con ese tema! ¿Recuerdad cuando te dije que me gustaba Lucas? "Lucas por alli, Lucas por alla" Normal que luego no te cuente nada.

- Lo se, y lo siento. Pero me hace ilusion que mi hija me cuente esas cosas. Yo nunca pude hacer eso con mi madre.

Me sabia esa historia de memoria, me la contaba a TODAS horas. Mi madre cuando era joven estuvo a cargo de su abuela, ya que sus padres, mis abuelos, se fueron a otro pais para buscar trabajo. Para ella, su abuela era su madre.

No dijimos nada durante todo el camino. Cuando llegamos a casa, me cambie de ropa, ya que estaba sucia porque Abraham me tiro al suelo, apartandome de ese coche. Otra vez, un par de lagrimas recorrieron mis rosadas mejillas. Sali de casa, me subí al coche, y mi madre me llevo al hospital al que se habian llevado a Abraham.

Llegamos en 15 minutos, ya que no estaba muy lejos, entre por la puerta principal a toda prisa, y me dirigi a recepcion. Le pregunte por el señor Abraham Mateo Chamorro, y corri directa a la habitacion N° 424. Subia corriendo las escaleras, ya que el ascensor iba demasiado lento, ademas de que era demasiado claustrofóbico para mi gusto.

Me pare delante de la puerta, no estaba segura de si entrar, ¿y si ya no me queria? ¿y si me odiaba despues de lo que ha sufrido por mi? Un millon de preguntas como esas se mezclaban en mi dolorida cabeza. Cogi aire y valor, y llame a la puerta.

- ¿Quien es? - se escucho desde dentro, me aliviaba ver que conservaba su preciosa y gaditana voz.

- Soy... Emma. ¿Puedo pasar? - dije un poco tímida.

- Claro.

Cuando abri la puerta lentamente me miro con esos ojos negros, y esos labios que lentamente formaron una brillante sonrisa, que yo le devolví.

- Pasa, que no muerdo - me dijo... ¿alegre? O sea... ¡le habia atropellado un coche!

Entre a pasos ligeros cerrando la puerta detras de mi, acercandome lentamente a la cama. Tenia una venda en la cabeza y otra alrededor del tobillo derecho.

- ¿Como te encuentras? - dije sentandome al borde derecho de la cama.

- Bueno... Mejor que antes, y mas aun si estas aqui - respondio con su preciosa sonrisa.

Dio dos golpes con la mano, al lado derecho de la cama, indicando que me tumbara a su lado, y asi lo hice. Apoye mi cabeza en la almohada, mirando hacia su cara.

- Me has salvado la vida, ¿sabes? - dije.

- Eso parece.

- Te debo una. - conteste sonriendo.

- No, que va. Estamos en paz - lo mire con cara confundida. - Tu tambien has sufrido mucho por mi culpa - añadio colocando un mechon de mi cabello tras mi oreja. Poco a poco se fue dibujando una sonrisa en mi rostro.

- Gracias. Por todo.

- Gracias a ti por existir - me dijo mirandome a los ojos.

Me agarro de la cintura, me acerco a el, quedando mi rostro a pocos centimetros del suyo.

- Te quiero. - dije.

- Y yo a ti, pequeña. - contestó con una sonrisa.

Junto un poco mas mi cuerpo con el suyo, juntando nuestros labios en un suave y apasionado beso.

Abraham Mateo, un sueño hecho realidad 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora