Capitulo 42

2K 82 27
                                    

El día siguiente se pasó rápido en el spa, entre burbujas y aguas calentitas.

Llegamos a la habitación, y me cambié el bikini que había llevado.

- ¿Qué vamos a hacer ahora? - pregunté.

- Lo que usted quiera, princesa - respondió Abraham.

- Pueeeees... Siempre he querido ir a la playa por la noche.

- Pues a la playa que vamos.

Yo sonreí, me levanté de la cama y bajamos a cenar, para después cambiarme y irnos a la playa.

Era de noche, las estrellas brillaban de una forma estupenda y maravillosa. Se escuchaba el choque de las olas contra la orilla, cosa que me relajaba. Llevaba puesto un bikini fucsia y un pareo, una de esas faldas de playa o piscina, de color azul medio transparente.

Me quedé observando las olas con pena, cuando Abraham me abrazó por la cintura, apoyando la barbilla en mi hombro.

- ¿En qué piensas? - me dijo suavemente.

- En que hoy es el último día - respondí en un suspiro.

- Pues... lo mejor será aprovecharlo.

Me cogió la mano y me llevo al agua.

- ¡Dios! ¡Qué fría está! - grité, y él rió.

Me cogió las manos, acercó su rostro al mio, funiendonos en un largo beso. Nuestros labios se movían con la coordinación perfecta. Agarró mi cintura desnuda para acercarme más a él. Todo era perfecto, hasta que algo frío y mojado nos pasó por encima, lo que nos hizo parar. Era una ola helada. Empecé a toser, mientras Abraham se reía a carcajadas.

- ¡Cállate! - le dije.

- Esque... - intentaba hablar, pero le costaba hacerlo por la risa - Me has... mordido el labio.

Volvió a reir, pero esta vez con más intensidad, después me empecé a reir yo. Fue una noche llena de besos y estrellas. Volvimos a la habitación a la una de la mañana, asique nada más llegar, nos cambiamos y nos fuimos a la cama.

***

Sentí como alguien acariciaba suavemente mi pelo. Abrí lentamente los ojos, y vi a mi príncipe mirándome con una pequeña sonrisa.

- Buenos días, mi amor - saludó, y yo solté un gruñido por mi parte, a lo que él rió - Venga, cielo. Tenemos que estar en el aeropuerto en dos horas.

- ¿Qué hora es? - pregunté adormilada.

- Las 10 de la mañana.

- Ohh, nooo.

Hundí mi rostro en la almohada y fingí un ronquido, y él rió.

- Venga, pequeña. Hay que hacer las maletas - dijo.

- Vaaalee...

Me levanté de la cama perezosamente, me vestí con unos shorts vaqueros celestes, una camiseta por encima del ombligo rosa y unas converse del mismo color. Me peiné, lavé los dientes y me maquillé, para después ponerme con Abraham a hacer la maleta.

***

Dos horas después, ya estábamos en el avión camino a Madrid, donde Abraham cogería otro en dirección a Cádiz. Resumiendo, me quedé dormida una hora después de despegar, asique no me enteré de gran cosa durante el viaje.

- Hey, cielo. Despierta - noté una mano meciendo mi hombro delicadamente.

- ¿Qué? ¿Qué pasa?

Abraham Mateo, un sueño hecho realidad 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora