Capitulo 29

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Dejamos las maletas en mi cuarto y nos sentamos en la cama.

- Te he echado muchisimo de menos - me dijo él mirándome a los ojos.

- Y yo a ti.

Poco a poco se acercó a mí, yo tambien me empecé a acercar, nuestros labios se rozaron lentamente, pero en ese instante sonó el timbre de la casa. ¡Mierda! ¡Se me olvidaron mis amigas!

- Esto ya no es normal - dijo Abraham frunciendo el ceño - ¡Siempre nos tiene que interrumpir alguien!

Yo reí y me levanté para ir a abrir la puerta. Marta, Irene y Rocky pasaron dentro.

- ¡Dios! ¡Qué frío hace fuera! - dijo Rocky frotándose las manos para entrar en calor.

- Y que calentito se está en tu casa, Emma - añadió Irene que se estaba quitando el abrigi, colgandolo en la percha de la entrada.

- Vamos a mi cuarto y empezamos, ¿vale? - pregunté yo.

- ¡Okis! - contestaron todas, y se dirigieron a mi cuarto.

Al ver a Abraham en mi cama, gritaron:

- ¡Abraham! - y corrieron a abrazarle.

La última vez que hablaron con él fue por videochat, un día que quede con ellas y me puse a hablar con él por skype.

- ¡Hey, chicas! - él las devolvió el abrazo.

- Bueno, bueno, no empecemos a robarme el novio, ¿eh? - dije yo.

- Alguien está celosa... - canturreo Abraham.

- ¡No estoy celosa! - grité.

- Lo que tu digas - dijo Marta.

- Bueno, ¿nos ponemos a hacer el trabajo? - pregunto Rocky.

- Claro, vamos - respondí.

- ¿De qué es el trabajo? - preguntó Abraham.

- De música - contestó Marta.

- ¡Ole! ¡Eso si que es una asignatura! - gritó. Nosotras reimos.

Nos sentamos en mi escritorio y empezamos a pensar un ritmo para la canción, pero todos nuestros intentos eran nulos.

- Dios, soy penosa en esto - dijo Marta.

- No más que yo - añadí.

- Emma, sabes muy bien quien te puede ayudar - dijo Irene, refiriéndose al chico que estaba tumbado en mi cama, con la espalda apoyada en la cabecera, y con el movil entre las manos. Yo suspiré.

- Abraham - el me miró - Emmm... ¿Nos puedes... ayudar... un poquito con esto? - dije nerviosa, temiendo que dijera: "No, es un trabajo de clase. Lo tenéis que hacer vosotras".

- Claro - dijo, y yo suspiré aliviada - Con una condicion - Mierda - Me debes un beso - me guiño un ojo.

- Hecho - contesté sonriendo.

Me acerqué a sus labios lentamente, pero cuando los mios estaban a milímetros de los suyos, me gire y le besé la mejilla.

- ¡Eh! ¡Eso no vale! - se quejó él.

- No me dijiste donde lo querías - sonreí triunfante.

- Vale, quiero un beso en los labios.

- Demasiado tarde. Ya cumpli.

Él suspiró, y se levantó de la cama dirigiendose a nosotras.

- De acuerdo. La cancion es ¿en ingles o en español? - preguntó.

Abraham Mateo, un sueño hecho realidad 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora