Capitulo 34

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Eran las 7 de la tarde, y hoy era la promoción del disco de Abraham, y me estaba poniendo muy nerviosa con su nerviosismo.

- ¡Dios! ¡¿Dónde cojones está mi gorra?! - gritó histérico desde el baño.

- ¡¿Te quieres relajar de una puta vez?! ¡Me estás estresando!

- ¡Es que tenemos que salir de aquí en media hora y tú aún no estás ni vestida!

- ¡Eh! ¡Respeto! ¡Puedo agobiar mucho, pero soy una chica y hago milagros!

- Ya... Claro, pues demuéstralo.

Le lancé una mirada asesina. Sé que estaba estresado, pero no tenía por qué hablarme así.

- Oye, te estás pasando.

- ¿Qué?

- ¿Como que qué? Llevas todo el día de mala ostia, y para empezar, no sé por qué. Sé que estas nervioso, pero no la pagues conmigo. Y segundo, deja de dirigirme esas putas palabras, porque no te he hecho nada malo. Si no le importa al señorito, claro.

Se le quedó la boca abierta, y con razón. Puede que me pasase con esas palabras, pero ya estaba harta.

- Perdón, pero... Estoy muy nervioso.

- Eso ya lo veo. Por favor, relájate. Busca tu gorra, y deja que termine de prepararme. Estaré lista, lo prometo.

Él sonrió y beso cortamente mis labios.

- Te quiero.

- Y yo a ti. Anda, prepárate.

Encontró la gorra a una esquina de la habitación y se metió otra vez en el baño. Me seguí maquillando, aún estaba con mi bata rosa puesta, delante del tocador, poniéndome el rimel, y el delineador de ojos. No me puse demasiado porque no es mi estilo. También me apliqué pintalabios color rosa clarito, y horas antes me había pintado las uñas color azul cielo.

Cuando terminé, me dirigí al armario y cogí el vestido que Abraham me regaló hace un año. Azul, de escote corazón, ajustado a la cintura, con la falda poco más arriba de las rodillas. No había tenido antes la ocasión de ponérmelo, ya que era para ocasiones especiales, y yo no es que tuviera una vida muy emocionante como para tener una de esas. Acompañé el vestido con unos tacones de aguja azul cielo.

Abraham salió del baño en cuanto terminé. Si que tardó en arreglarse el peinado, pensé. Iba vestido con una camisa blanca y una chaqueta de cuero negra, acompañada de unos vaqueros azul oscuros y unas convers negras. Se colocó el pelo de modo que se acomodaba perfectamente con la gorra negra.

- Emmm... Ufff... No... te queda muy bien la gorra - dije insegura, temiendo molestarle.

- ¿No? - negué con la cabeza, y él se dirigió al espejo del tocador. Al mirarse en él, hizo una mueca - Cierto.

- Déjame arreglarlo.

Me dirigí a él, le senté en la silla del tocador y comencé mi trabajo. Cogí la gorra y la tiré a no sé que parte de la habitación. Alcancé el peine y me dispuse a darle forma al pelo, con ayuda de un poco de gomina. Al final, quedo perfecto.

- Eres una artista - me dijo.

-Lo sé - contesté echándome el pelo hacia atrás con la mano.

- Jeje, mejor vámonos ya o llegaremos tarde.

- Qué rápido evitas el tema, majo - añadí molesta.

- Eres una artista muy sexy y caliente, mi amor - dijo atrayéndome hacia él por la cintura - ¿Mejor?

Abraham Mateo, un sueño hecho realidad 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora